CAMPEONES

El aullador

Desde su conversación con Hermione, Fleur se sentía mucho más cómoda. Tomó la mayor parte de una noche de insomnio para resolverlo, pero al final, todo lo que importaba era que Hermione tenía razón: si había algo que a Harry le faltaba en la vida, era amor y afecto. Y mientras lo observaba más de cerca en los días intermedios, también comenzó a ver el otro punto de vista de la niña.

Era extremadamente reservado incluso con sus amigos, incluida Hermione, quien, por lo que Fleur podía decir, realmente era su mejor amiga en todo el mundo, pero con Fleur era diferente. Había una dulzura en él cuando la miraba, una ternura que por lo demás estaba bien escondida. De alguna manera había penetrado una pared que incluso el propio Harry probablemente no se dio cuenta de que había construido.

El resultado de este descubrimiento fue un coqueteo mucho más obvio por parte de ella, lo que a él no pareció importarle, incluso si no estaba seguro de cómo responder. Sin embargo, estaba aprendiendo e incluso respondía de la misma manera en ocasiones, lo que la hacía sonreír cada vez que sucedía. Era un encantador natural, y no uno de esos chicos que pasaría por varias chicas antes de descubrir cómo tratarlas.

Fleur estaba actualmente en la mesa de Gryffindor, que se había convertido en su hogar en Hogwarts, escuchando otra discusión más entre Ron y Hermione. Los gemelos incluso lo estaban anotando, como se había vuelto común, para disgusto de Ron y deleite de todos los demás. Hizo que un evento detestable fuera al menos un poco más soportable.

Neville y Harry los estaban ignorando, charlando en voz baja sobre pociones de todas las cosas. Parecía que a Neville le iría mucho mejor en esa clase, que ahora estaba siendo impartida por el mismo Dumbledore, para disgusto de Harry, pero ella no podía discernir de otra manera la naturaleza de su conversación. Ella sonrió suavemente mientras los observaba; Neville parecía mucho mejor amigo que Ron.

Justo después de que se sirviera la comida, una pequeña pelirroja se acercó a la mesa. Era muy bonita: su cabello largo caía en una trenza sobre su espalda, sus mejillas sonrosadas hablaban de buen humor y tenía una forma ágil y bien formada. Fleur sospechó que podía elegir el chico que quisiera y se preguntó por la expresión tímida que tenía.

"Eh, ¿Harry?" llamó en voz baja.

Harry levantó la vista de su conversación y una pequeña y genuina sonrisa iluminó su rostro; obviamente le gustaba esta chica. Fleur había notado que, les hablara o no, conocía a casi todos en el castillo. Y para aquellos que realmente le gustaban, siempre tenía lista esa sonrisa amistosa.

"Hola, Susan", saludó calurosamente.

"Hola," ella le devolvió la sonrisa. "La tía quería que le entregara un mensaje. Dijo que ayer no pudo comunicarse con su tutor".

Harry indicó el lugar junto a Hermione que Neville había dejado libre para que pudieran hablar. "Toma asiento", se ofreció cortésmente. "Erm, creo que conoces a todos menos a Fleur. Fleur, esta es Susan Bones".

Susan sonrió vacilante y Fleur le devolvió una cálida sonrisa. No estaba acostumbrada a mostrar sus verdaderos sentimientos, incluso cuando pensaba que alguien era amable, por lo que en realidad le costó un esfuerzo hacerlo.

" Bonjour ", ofreció amablemente. "Tu tía es Amelia Bones, ¿tal vez?"

Susan se sonrojó levemente y asintió, y luego su mirada se dirigió de nuevo a Harry. "Quería que te dijera que el juicio de Snape está programado para el segundo", le informó. "Ella podría necesitar que testifiques, pero aún no lo sabe".

La sonrisa de Harry se volvió sombría y malvada. "¿Si es contra Snivellus?" reflexionó. "Ella sólo tiene que preguntar".

"Tú y la mayoría del resto de la escuela", sonrió Susan, y luego agachó la cabeza como si apenas se diera cuenta de con quién estaba hablando tan abiertamente.