—Parece que comenzó a llover —dijo a la par que se escuchaban las ventiscas azotar los árboles.
Me pasó el mando de la tv.
—Busca algo, Camila Cortez, antes de que me decida yo —amenazó— y termine poniendo una película de terror.
—¿Te gustan las de terror? —pregunté, tomando el mando. Yo no estaba acostumbrada a ver películas con otra persona que no fuera mi hermana—. A mí me dan miedo.
—A mí me dan gracia —replicó él—. Las de ahora son puras caras feas apareciendo de repente.
—Entonces voy a elegir yo.
Hacía mucho frío afuera, pero, afortunadamente, había calefacción en el interior de la mansión. No sufriríamos ahí las inclemencias del clima. Me tiré y acomodé a su lado en el sofá y busqué rápidamente la película más romántica posible. Para mí, alguna de Adam Sandler nunca fallaba.
—Veremos esta —le dije.
—¿Comedia norteamericana?
—¿No te gusta?
—Estoy dispuesto a verla si es por ti —dijo.
—Muy romántico...
De pronto, y sin haberlo esperado, todas las luces se fueron apagando. La televisión se apagó y nos quedamos completamente a oscuras. Una maldita desgracia.
—¡La calefacción! —rugí.
Pronto comencé a sentir el frío. Qué momento más inadecuado para que se bajara la energía eléctrica.
—No te preocupes —dijo él. No lo veía, pero sabía que estaba cerca de mí—. Aún podemos ver la película en mi teléfono. Solo déjame buscarlo...
Pasó su mano por mi pierna y me dio escalofríos. Mi corazón pronto pareció imitar a un fórmula 1, arrancando de cero a cien en menos de un segundo. Por un momento deseé que dejara su mano allí un rato más.
—Parece que encontraste otra cosa —bromeé.
—Lo siento... —musitó—. ¡Lo encontré!
Encendió la luz de su pantalla. Aquello me dejó ver de nuevo su rostro pálido. El frío también lo hacía temblar.
—La alfombra es un poco más caliente —le dije—. Creo que deberíamos bajarnos y recostarnos. De hecho, sería mucho más cómodo.
Nos bajamos y nos recostamos. Era una alfombra muy peluda, como una madre osa pero de un color muy poco agradable a la vista. En la oscuridad eso no era un problema, pero el frío si lo seguía siendo.
—¿Qué tal si te pegas un poco más? —sugirió Chris en voz baja. Se notó que había tardado un poco en decirlo, como si se lo hubiera estado replanteando.
No dije nada, solo me acerqué un poco más. El calor de su cuerpo se sintió como una manta tibia cubriéndome. Lastimosamente solo lo pude tener a un lado, así que al otro lado me cubrí con una de las almohadas del sofá.
Había puesto una película de terror, una de brujas, luego de estarme insistiendo con que me gustaría. Estaba entretenida y no despegaba mis ojos de esa pequeña pantalla sobre su abdomen. Sin embargo, el hecho de tenerlo tan cerca me distraía. ¿Podía acercarme un poco más?
La bruja apareció en la pantalla y crucé mi brazo sobre el pecho de Chris en un intento por buscar protección. Había soltado un grito ahogado que lo hizo sonreír. ¿Se estaba aprovechando él o lo estaba haciendo yo?
Al pasar el rato, el frio nos hizo pegarnos más cada vez. Nos unimos hasta quedar abrazados sobre la alfombra, viendo una película de terror que solo generaba más tensión en mí.
ESTÁS LEYENDO
DE JUEGOS Y TRATOS
Short StoryHay algo que quema más que el fuego. Relatos eróticos y cuentos de ficción. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS. PROHIBIDA SU COPIA.