REINICIO (ciencia ficción)

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De pronto todo se vuelve más visible. La luz de la sala donde te encontrás se adentra y penetra tu ¿mente? Mente. Conciencia. ¿Yo? Sí, vos. Intentás moverte, pero algo te detiene. Mantenés la calma. La calma. Mantener calma. Mirás tus manos. Tenés manos extrañas, pero no sabés por qué te parecen extrañas. Es como si no fuera parte de tu cuerpo, pero reacciona a tus órdenes. Deseos. ¿Deseás? Están tus manos manchadas de sangre. No es tuya. Te fijás que estás en una silla. Sentado o sentada. Confusión. Algo altera tus pensamientos.

La sala está muy blanca. Las paredes, el techo y el suelo parecen formar parte de un mismo cubículo, no hay esquinas.

—Lo hiciste —dice una voz.

Buscás de donde proviene. Hay una figura frente a vos y parece molesta. Te mira como un padre enojado, pero preocupado al mismo tiempo. Está sentado también, pero no esposado a la silla. Cruza los brazos. Mirás su rostro de nuevo para notar más detalles. Te vienen recuerdos. Sabés quien es. Es Padre. Está viejo y ya apenas puede quejarse. ¿Está enojado con vos?

—¡Padre! —decís. Escuchás tu voz por primera vez. No es femenina ni masculina. Es una cosa extraña.

—No me dirijas la palabra —ordena enfadado—. No te estoy hablando a vos, pedazo de basura inservible.

Basura, cosa inservible. Es una aclaración redundante.

—Señor Víctor, hemos hecho lo posible. Creo que ha funcionado. —Es otra voz, pero no vez a nadie más. Tal vez está detrás de vos.

—No me importa —dice Padre—. Ya es la tercera vez que pasa lo mismo. Así perderemos más hombres por culpa de esta cosa. Es hora de descartarla.

—Pero señor...

—Descartarla —repite Padre.

Dejar de lado algo que ya no es útil.

—Es la última de su tipo —insiste la voz de detrás—. Déjame hacerle unas mejoras y volverá al frente. Los rebeldes nos superan cada día más en número.

Rebeldes, personas que se oponen a la autoridad. Lo recordás. Los recordás, pero solo un poco. La imagen es borrosa.

—Sí, se multiplican como conejos. —Padre te mira fijamente, como estudiándote—. Aun así tenemos a los C97. Ellos harán su trabajo.

C97, grupo armado. Los recordás. Hombres con mejoras cibernéticas que defienden la nueva república militar paraguaya. Creación: 2043 por Industrias Plumazul. Creador: Víctor Pleyades. Padre.

—Padre, sabés que no son suficiente. Tomaron las instalaciones de Tacuary hace semanas y ahora lanzan ataques kamikaze a nuestra base de operaciones en el Palacio de López. Esta cosa que llamás inservible puede asegurarnos la capital de nuevo.

Tenés que recopilar mucha información. Hay cosas que no entendés.

Padre se pone en pie y te mira atento.

—Aru —dice. Te habla. Es tu nombre y te gusta. ¿Gusta?—. ¿Recordás lo que hiciste esta mañana?

Inclinás la cabeza para verlo de abajo para arriba.

—No —respondés.

—Seguiste mis órdenes y te metiste de incógnito a una comunidad rebelde ubicada en luque. ¿Recordás?

Recordás. Ibas con capucha y abrigo. Implorabas por ayuda, pero era solo actuación. Tenías sed. Tenías hambre.

—Señor, ¿estás seguro que querés contarle?

—Calláte ya, Robert.

—Lo recuerdo —decís. Volvés a mirar a Padre. Ahora sonríe y mira detrás de vos al otro sujeto.

—No significa nada, Padre. No volverá a pasar el fallo.

Padre vuelve su atención de nuevo a vos. Su mirada te recuerda a algo o alguien, pero no sabés cómo reaccionar a esas imágenes.

—Aru —dice Padre—. Tu misión era la de infiltrarte y destruir su base desde dentro. ¿Sabías eso? Sí, sí lo sabías. En cambio, no cumpliste del todo con el propósito. No me hiciste caso. ¿Sabés qué hiciste?

Negaste con la cabeza. Estabas recopilando datos.

—Desapareciste. —Padre se inclina para acercarse a tu rostro. Tiene los ojos hundidos y tristes, causa quizá del insomnio—. Estuvimos un mes creyendo que te eliminaron. Mandamos a nuestros C97 a neutralizar la zona para buscar tus restos. Temíamos que encontrasen datos importantes de tu placa.

Recordás unas cosas. Un campo abierto. Sonidos de disparo y gente lamentándose por los muertos. Avecopteros cruzaban el yermo. El paisaje era desolador. Asunción se veía a lo lejos y los edificios estaban destrozados. Lo que antes era verde, quedó en ruinas a causa de la nueva república. Vos estás peleando. Te movés sobre el campo de batalla como si tuvieras experiencia. Cae uno, cae otro y caen tres más después. Nada te detiene.

—¿Te resulta familiar esto? —Padre saca de su bolsillo una cadena de lata con un colgante circular y un extraño símbolo en el centro.

El león y el gorro. Símbolos patrios de la antigua república. Nueva divisa representativa de la rebeldía. La llevaban todos en el cuello. Algunos se la tatuaban y otros lo pintaban. Se te viene a la cabeza la imagen de una mujer con una toalla en la cabeza y un respirador pintando grafitis.

Asentís con la cabeza.

—La primera vez que te pasó fue una simple singularidad en tu sistema. Alguien de operaciones notó cuando tocaba día de interrogarte.

El interrogatorio. Esta misma sala pero con otra persona. Te enseñaba videos de gente feliz, de gente triste, de gente enojada y de gente enamorada. Te preguntaba si sentías emociones humanas.

—La segunda vez fue un simple enojo —continúa—. Fue la vez que no querías ir a la frontera para una misión de exploración. La tercera, claro, fue esta que te dije que habías desaparecido. ¿Querés saber qué pasó?

Quedás en silencio. Fuera de la habitación se escuchan varios sonidos provenientes de una lejanía importante. Son alarmas. Parece no importar a nadie en el cuarto. Padre lanza el collar al suelo y luego se te queda viendo esperando una respuesta.

—Te uniste a ellos, Aru. —Padre se ve enfadado, pero no entendés el motivo—. Sabía luego que no te teníamos que mandar ahí. Algo te iban a hacer estos desgraciados. Mataste sola a la mitad de mis C97 que había enviado. Por suerte te capturamos antes de la retirada.

Retirada, acción estratégica de recuperación de fuerzas en casos de desventaja. Estaban perdiendo.

Imágenes.

Hombres civiles tirados en la yerba. Hombres con mejoras destrozados en asfaltos. Humo.

Aromas.

Tierra, sangre, mierda, lluvia, pólvora.

Sonidos.

Lluvia, gritos, llanto, explosiones.

Recordás. Silvia. Su hija en brazos. Hay toda una familia en el subterraneo. Deben estar seguros ahí.

—Ya recuerdo —decís—. Ellos quieren librarse de ustedes. Quieren ser felices como antes de la nueva república. Debo deshacer lo que ayudé a construir. Debo matar a Padre. Matarte.

—Robert, activa el protocolo de Reinicio. —Suelta un bufido enfadado—. No puedo creer que esté haciendo esto de nuevo, pero ellos me la van a pagar de la forma más dolorosa.

—Activando Reinicio —dice Robert.

—Cuando la reinicies, mándala de nuevo a Luque. Nueva misión. Infiltración. Quiero que crean que sigue del lado de los rebeldes. Esta vez que no deje a ninguno vivo.

—¡No! —reclamás e intentás moverte.

Tus sentidos se adormecen. ¿Adormecen? Tu visión se hace más borrosa.

Tenés miedo.

DE JUEGOS Y TRATOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora