Farolillos

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Desde hace un tiempo se me ha vuelto cada vez mas pesado despertar.

Cuando logro abrir los ojos me quedo mirando al techo, del cual ya me conozco cada grieta y mancha que tiene... lo observo mientras pienso razones que me animen a levarme de la cama en lugar de hundirme en la autocompasión, esto se convirtió en un reto para mí, todas las mañanas, pero siempre termino levantándome tratando de mantener una actitud optimista.

Debo decir que esto es más complicado cuando despiertas en un lugar solitario y frío... Que no puedes reconocer....

Cuando abrí los ojos lo primero que hice fue mirar a mi alrededor, estaba solo en la habitación, no reconocía nada y me costaba recordar lo que había pasado antes de despertar. Lo segundo que hice, o trate de hacer, fue hablar, pero de inmediato sentí un dolor en la garganta posiblemente un desgarre por lo que hablar no fue una opción.

Justo cuando estaba por levantarme de la cama la puerta del cuarto se abrió dejando entrar a Dee, al notar que estaba despierto se acercó a toda velocidad a mí.

- ¿Cómo te sientes? -

La presencia de me aturdió por un momento, como no podía hablar solo le hice gestos para poder comunicarme con él.

Luego de un rato de una serie complicada de gestos y señas logro preguntar porque estaba aquí y que estaba pasando... según lo que él me fue diciendo los recuerdo empezaron a volver a mi memoria... no podía mirarlo a la cara.

-El doctor dijo que tu estado es avanzado pero que estaba controlado con medicamentos... ¿Hace cuanto que lo sabes? -

-...- Aún no podía mirarlo-

Sabía que mi secreto no duraría para siempre y aunque ya había mentalizado esta situación... ahora que la tenía que enfrentar sé que no estaba preparado para este momento

-No te hagas el idiota conmigo Heavy, ¿Hace cuánto tiempo lo sabes? -

Podía sentir la ira, y quizá ¿impotencia?, filtrarse en sus palabras.

Armando me de valor alcé la mirada.

-Casi tres años...- Forcé mi voz para que saliera entendible-

-Eres un imbécil Heavy- susurro-

Dee se levantó tan molesto y rápido que no alcance a detenerlo.

-Lo... lo siento...- alcanzo a susurra con la esperanza de que me escuche-

Si lo hizo o no, no lo sé porque de todas maneras se fue de la habitación.

Poco después de eso llegaron mis padres. Mi madre eufórica como de costumbre me lleno de reclamos y regaños por mantener oculto mi estado de salud por tanto tiempo. Mientras que mi padre la mantenía bajo control, aunque con solo mirarlo sabía que él también quería interrogarme acerca de mi enfermedad.

Nunca había estado tan feliz de no poder hablar.

Con el pasar de los días mi garganta se recuperó, y los médicos me sometieron a seguir un tratamiento para controlar de mejor manera mi enfermedad; eso no significaba precisamente que me estaba mejorando, pues aún si por la medicina mis síntomas eran mucho más soportables que antes... me sentía más solo en esta habitación fría y blanca.

Mis padres no tenían tiempo de visitarme ya que debían que trabajar más para pagar las facturas que dejaba mi estadía en el hospital. Diana, a pesar de que siempre me  escribía, no podía visitarme tan a menudo por la escuela.

🏵Inside me🏵Donde viven las historias. Descúbrelo ahora