1979
La fría vestisca del aire acondicionado golpeando en su nuca envió escalofríos al resto de su cuerpo. Su piel se erizó y sin darse cuenta pequeñas manchas blancas y rojas se extendieron en sus extremidades a causa de la dilación de sus vasos sanguíneos. Ella miró el tablero nuevamente conteniendo el aliento. Se sentía cansada de actuar, luchando contra sus problemas e inseguridades.
— Deberías rendirte. —aconsejó Peter, susurrándole a número diez, quien jugaba ajedrez con dos. El rubio sabía que ni siquiera tenía oportunidad de ganarle, lo supo desde que se sentó frente a ella dispuesto a jugar.
Ella ni siquiera los miraba, sus ojos estaban puestos en la cámara que vigilaba cada día, hora, minuto y segundo de sus vidas. Repentinamente sintió náuseas y ganas de salir corriendo, pero apretó sus uñas en la silla conteniendo los mareos y náuseas. Sin embargo, el dolor se volvió contra ella y evitó emitir un gemido o mueca que pudiera delatarla.
Los eventos del día anterior la arrastraron hacia ese infierno. Luchó contra ellos, pero al final terminó recordando sus gritos. Imágenes borrosas cruzaron por su mente, estaba siendo golpeada por uno de los vigilantes. El olor de su propia sangre le produjo arcadas.— Dos. —la voz de Peter llamándola se volvió lejana en los oídos de la joven—. Número dos. —repitió abrumado. Esta vez se puso de pie para ir hacia ella y tomarla de los hombros sacudiéndola intentando sacarla del trance.
Antes de que pueda decir algo, Heaven comenzó a convulsionar. Peter actuó de inmediato tomándola en sus brazos para evitar que se tocara el suelo, la sostuvo poniéndose de pie yendo hacia la enfermería. La sangre brotó de la nariz de la joven y ella continuó moviéndose frenéticamente. La conmoción de los camilleros, ordenanzas y demás personal entorpeció al rubio. Él ansiaba gritarles que se apartaran de su camino, pero optó por esquivarlos sin dar una sola explicación.
Diferentes médicos salieron a su encuentro, no pudo hacer nada más cuando ellos le arrebataron el cuerpo inerte de Heaven. A su lado pasó corriendo Martin Brenner, gritando órdenes que fue incapaz de escuchar o comprender. Sus ojos aún seguían puestos en la puerta de la habitación donde ella había desaparecido de su vista. Se quedó allí, en medio del pasillo, tratando de comprender que había sucedido. Solo pudo salir del trance cuando la fuerte alarma golpeó sus tímpanos.
A pasos cortos se acercó hacia el cristal de la sala de operaciones. Los gritos no tardaron en aparecer y vio la sangre salpicar el cristal. Peter corrió alarmado y sus ojos se llenaron de brillo al verla en el centro de la habitación. Levitaba como si tuviera alas en su espalda, igual que un ángel, pensó ridículamente. Sus dedos se movían con maestría canalizando la energía de su interior para convertirla en un arma. La sangre empezó a brotar de su nariz cayendo por el suelo hasta mezclarse con el resto. Todos en la habitación habían sufrido su ira de una manera horrible, la mayoría muertos —partículas desintegradas— y los únicos dos que quedaban con vida mantenían los ojos cerrados con fuerza, manos en sus oídos y gritos de dolor.
Peter terminó de mirar la escena para examinar a su amada. Sus pies ya tocaban el suelo, sus piernas eran inestables, estaba tambaleándose. Ella tenía una mirada aturdida, paralizada por lo que había ocasionado. Era evidente que no quiso hacer nada de eso, el miedo en sus ojos y las lágrimas eran una señal. No tardó en desplomarse hacia el piso agotada. Su caída fue la señal para el siguiente movimiento del doctor Brenner, quien aprovechó la debilidad de número dos para colocarle un collar en su cuello.
— Está niña destruirá al mundo. —dijo para sí mismo, pero el agudo oído de Peter pudo escucharlo—. Incluso con soteria ella pudo hacer todo esto. —observó el desastre a su al rededor.
La inhumanidad del hombre se estaba viendo reflejada en las acciones de número dos, y temió. No le gustó el resultado de su experimento.
En las noches, cuando el resto dormía y las cámaras o puestos de vigilancia eran descuidados, Peter tenía la oportunidad de escabullirse en su encuentro con su amada.
— Heaven. —susurró el nombre de la joven, mirando la sombra junto a la puerta. Peter soltó un suspiro antes de sentarse—. ¿Quieres hablar sobre eso?
Ella negó, pero él fue incapaz de verla, aunque interpretó su silencio como un no. Sabía que la pelirroja estaba llorando, no tenía que usar sus poderes para saberlo, era una realidad. Se quedó a su lado, incluso si una puerta los separaba.
— Estabas enojada. —murmuró después de repasar los eventos en su mente. Peter recordó los ojos de Heaven fijos en la cámara de vigilancia, sus dedos aferrándose a la silla de metal, sus cejas fruncidas. Él sonrió. Su sonrisa fue de satisfacción pura. La dualidad en el interior de la joven comenzaba a excitarlo. Tan emocionante que podría empezar a poner en marcha su plan—. Tienes todo el derecho de estar molesta, él te ha estado controlando y privándote de tu ansiada libertad. —pronunció con voz de terciopelo, suave y seductora para ella, quien lo escuchaba atentamente del otro lado—. Hoy demostraste ser inmensamente fuerte, Heaven, más de lo que yo soy. ¿Qué te hizo actuar así?
— Tú. —confesó sin dejar de mirar al suelo, seguía perdida ante la conmoción de lo que había sucedido—. No podemos ser libres de amarnos, tenemos que escondernos del resto, esperar a que las luces se apaguen para decir lo que sentimos.
Él se mantuvo al margen después de escuchar su declaración. Alguien en el mundo se preocupaba por él y lo amaba. En ese momento dejó de verla como su boleto de salida, empezó a verla como su igual, alguien poderosa con la capacidad de destruir el mundo. Peter estaba seguro que ella haría lo que fuera por él y él haría lo que fuera por ella.
Su perfecto rostro se manchó con la ira, facciones furiosas reemplazaron la suavidad. Estaba molesto por pensar en poner en peligro la vida de Heaven, ella, aunque era muy fuerte, se rehusaba a hacerle daño a los demás.— Heaven. —la llamó segundos después—. Seamos tú y yo contra el mundo. —hizo referencia a escapar y conocer el exterior.
— N-No puedo. —cerró sus ojos derramando lágrimas. Las yemas de sus dedos tocaron el metal adherido a su cuello—. Papá me puso un collar que se activa cada que uso mis poderes. Es una bomba.
— ¿Qué? —apretó sus manos y giró su cabeza, aunque solo pudo ver la puerta de madera color café.
— Él está dispuesto a matarme. —deliberó con terror empapando sus palabras.
La voz se le rompió acumulando odio en el interior de Peter. Odiaba escucharla llorar, parecía que era lo único que hacía últimamente. Sintió miedo por primera vez. El doctor Brenner quería quitársela, desaparecerla por completo para ahorrarse los problemas. Pero ella solo era una niña ilusa, indefensa y agobiada. No sabía controlar sus poderes y nadie le enseñaba cómo hacerlo. No tenía la culpa.
— Te sacaré de aquí, Heaven. —prometió—. Haré lo que sea para que puedas volver a ser libre.
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𝐆𝐄𝐓 𝐀𝐖𝐀𝐘 | 𝙿𝙴𝚃𝙴𝚁 𝙱𝙰𝙻𝙻𝙰𝚁𝙳 001
Fanfiction𝐇𝐔𝐘𝐄━━ Su corazón era un dique pesado, su mente un foso profundo. Una imagen de rectitud, seriedad y misterio, sus labios siempre estarían cerrados a lo que había experimentado. La única prueba de su existencia era el tatuaje adherido a su muñec...