08: El camino a recorrer

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Una vez que subió sus equipajes al carruaje, el cochero les abrió la puerta para que los cuatro jóvenes entraran al interior para después él ir a la parte delantera y hacer que los unicornios comenzaran a tirar del vehículo y así, al fin el grupo partió de la estación de trenes con destino a la academia de magia de Pendragón.

El escenario tras las ventanas del carruaje era bastante invitante para que alguien curioso como Leaf quisiera ver todo el recorrido desde la estación a la escuela, pero en ese momento dentro del carruaje había algo que llamaba todavía más su atención.

—Y bueno... ¿cómo es que se conocen? —preguntó el joven hombre lobo tras elegir cuidadosamente sus palabras, después de todo, no quería sonar grosero al apuntar que se le hacía raro que una huérfana como Lucy fuera amiga de un Lancaster.

—No hay mucha ciencia en realidad —empezó a narrar Ezel—. Al ser los Lancaster la familia gobernante de Leonis, los orfanatos es parte de las muchas cosas a las que tienen que prestarle atención. Mi madre una vez fue a visitar el orfanato Santa Lefebvre y me tocó acompañarla y qué te digo, los chicos de ahí me cayeron muy bien, eran mejor compañía que los estirados hijos de los nobles de otras ciudades.

—¡Joven Ezel, por favor! —le llamó la atención Fang a su mate— ¡no se exprese así de los hijos de los amigos de su padre!

Sin darle mucha importancia a las palabras de su mate, Ezel se encogió de hombros y preguntó:

—¿Preferirías que mintiera y dijera que me caen bien?

—Bueno, no... —dijo la loba un poco sonrojada— Pero me gustaría que no ande yendo por ahí hablando tan abiertamente de eso.

—Meh —dijo el rubio aún sin darle la importancia debida—. Lucy ya lo sabe y si Leaf va a ser su mate se enterará tarde o temprano de que no me gusta mucho la vida de noble. Como sea, los chicos del orfanato que eran nuestros amigos poco a poco fueron yéndose al ser adoptados, pero por desgracia Lucy nunca tuvo esa suerte.

—¡No fue ninguna desgracia! —se apuró a aclarar Lucy— Gracias a eso pudimos seguir frecuentándonos.

Ezel rio y dijo:

—Bueno, eso es verdad.

Leaf sin embargo, miró a su compañera, como si hubiera detectado un misterio oculto en esas palabras.

—Y luego se nos unió Fang, ¿verdad? —preguntó Lucy mirando a la loba.

—Así es —dijo Ezel mirando a Leaf—. Me asignaron a esta chica como mi mate hace unos años, aunque más que mi mate, parece una guardaespaldas.

Un poco sonrojada, pero sin perder su aire estoico, Fang respondió:

—Sigo sin comprender por qué lo ves tan raro. Parte de la misión de un mate es proteger a su contratista.

Ezel volvió a reír y mientras le daba unas palmadas en el hombro a la loba, le dijo:

—Claro, claro... pero podrías relajarte un poco. ¡Estás entre amigos!

—Pero creo que sí ha progresado bastante —añadió Lucy con la mano en el mentón mientras miraba a la loba—. Recuerdo que cuando empezó a andar contigo, era más estirada y seria.

«¡¿Era todavía más seria?!», pensó Leaf sorprendido.

Mientras tanto, la cara de Fang ahora sí se había puesto toda colorada.

—¡Eso no es cierto! —respondió un poco molesta de ser la muletilla de los chistes de los dos humanos presentes.

Y mientras veía esa escena, Leaf sonrió un poco, ya que se daba cuenta de que estaba en un grupo agradable. Era bueno tener algo de compañía luego de pasar tantos años solo.

La bruja y su mateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora