17: El cazador

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Tal como Lucy temía, el tipo del sombrero, con una siniestra sonrisa en los labios, se acercó a ellos, con las manos en los bolsillos de su pantalón y un caminar tranquilo.

Ya fuera porque escucharon sus pasos o porque veían que la joven bruja miraba algo detrás de ellos, Ezel y los lobos también se giraron para ver al extraño visitante.

Viendo que ya tenía la atención de los jóvenes, la sonrisa del extraño se ensanchó más, se levantó el sombrero y saludó:

—Buenas tardes.

Sin esperar más respuesta, se acercó a los muchachos y también se recargó en la barda que les separaba de una larga caída. Se quedó mirando el escenario por un momento antes de decir:

—Pero que bonito lugar es este. Me trae paz.

Ezel bajó la mirada a la mano izquierda de ese hombre, viendo un guante mágico.

—¿Podemos ayudarle en algo? —preguntó el menor de los Lancaster con un tono algo amistoso, sabiendo que debía ser cuidadoso con el extraño.

El hombre se reincorporó y miró al grupo.

—De hecho sí —respondió, luego miró al mate de Lucy y preguntó—. Tu nombre es Leaf, hijo de Snow, ¿no es así?

Leaf tragó un poco de saliva ante el hecho de que ese extraño supiera su nombre, pero aún así no se dejó amedrentar y respondió con firmeza:

—Sí. ¿Qué necesita?

El tipo del sombrero se llevó una mano a la cintura, con la otra se acarició su mal afeitada barba y preguntó:

—Quiero saber, ¿cuánto te paga tu bruja por ser su mate? Estoy dispuesto a pagarte el doble si aceptas trabajar para mí.

Lucy se puso un poco nerviosa por la proposición del extraño; al final del día, Leaf estaba con ella por el dinero. Si alguien llegaba y le ofrecía más dinero por la posibilidad de ser su mate y así cumplir su meta más pronto, ¿no sería lo normal que Leaf prefiriera irse con esa otra persona?

—No me interesa —respondió Leaf de inmediato, aliviando a Lucy.

El extraño soltó una leve carcajada y sin dejarse amedrentar, dijo:

—Está bien, pon tu precio para ponerte a mi servicio. Pagaré lo que sea.

—Ahora mismo estoy bien así y no planeo cambiar de patrón —respondió Leaf, sereno—. Así que gracias por la oferta, pero no.

Ezel miró con desconfianza al misterioso sujeto. Él sabía que las habilidades de Leaf estaban por arriba de la media, pero no entendía por qué un tipo salido de la nada estaba tan interesado en los servicios de Leaf como para pagar lo que fuera por él y además, sin siquiera tener la decencia de decir su nombre primero. La situación no se veía nada bien y se tenía que hacer algo.

—Bueno, ya lo escuchó señor. Mi amigo no está interesado en su generosa oferta —dijo Ezel poniendo una sonrisa—. Ahora si nos disculpa, se hace tarde y debemos irnos.

Y diciendo eso empezó a caminar con los otros tres siguiéndole. Pasaron de largo al extraño hombre, sin que este hiciera siquiera un ademán para intentar detenerles, pero cuando los muchachos se habían alejado unos pasos de él, el hombre misterioso sonrió, se giró y soltó:

—Oye Leaf. ¿Esa chica Lucy... al menos sabe que contrató los servicios de un omega?

Ante esa sola palabra, los cuatro jóvenes se detuvieron, se giraron y de inmediato Lucy preguntó:

—¿O-omega?

Fang miró a Lucy, notando la preocupación de la joven bruja. Sabía lo que significaba ser un omega, pero no podía ser...

La bruja y su mateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora