17 Una canción de arrepentimiento

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Por primera vez era yo quien iba a su encuentro. Llego a Londres, el lugar dónde hicimos el primer contacto, sé que ella estará aquí ¿Cómo lo sabía? No lo sé, pero aquí estoy, dispuesta a enmendar mi error. El clima da una bienvenida amable al otoño, la estación perfecta para recuperar al amor de mi vida y no iba a rendirme tan fácilmente.

    Llevo dos semanas aquí, consigo hablar con unos amigos que tienen una banda y me van a ayudar en mi misión. Camino hasta la plaza en la que sé que se sienta cada día, lo sé porque del tiempo que llevo aquí y con la cobardía de acercarme o no hablarle solo me limito a verla ahí sentada, así que encuentro otra manera de poder llegar a ella. Hemos llegado antes con la banda a ubicar todos los instrumentos y antes de que ella llegue me retiro.

   La música comienza a sonar, espero mi momento de entrar, ponemos parlantes en lugares estratégicos, para que desde su banca pueda vernos y pese a mi gran miedo escénico de que alguien más me escuche cantar, respiro varías veces tomando valor, porque mayor es mi miedo a perderla para siempre.

   —Evangeline, Eva, te deje ir aquella tarde en Grecia y no sabía cuanto iba a costarme la vida el tratar de sobrevivir aunque sea un día, lejos de ti, y no lo supe hasta que fue demasiado tarde y te habías marchado. Por favor Eva, solo escucha lo que tengo que decir.

La música comienza a sonar

Aquí se las dejo original subtitulada, es una canción que tiene mucha relevancia por su letra.

Eva se acercó caminando con su tapado negro largo, café en mano se para frente a mí que la miro con ojos suplicantes mientras comienzo a cantar y se llena de gente. Antes de que termine saca dinero y lo deja frente al estuche vacío donde va la guitarra que estoy tocando, y comienza a caminar alejándose.

   Sigo cantando mientras ella se aleja de espaldas, y le pido entre medio de la letra que no se vaya, pero ella continúa caminando. Me saco rápidamente la guitarra de encima dejándola sobre la funda y comienzo a correr para alcanzarla.

   —Eva por favor.

   —Muy linda la canción y todo lo que hiciste, pero eso no resuelve nada.

   —Por favor —ella se detiene— por favor hablemos, no te vayas.

   —¿Por qué no? ¿Por qué debo quedarme y escucharte? —se da la vuelta— es lo que tú hiciste tantas veces conmigo, jamás dándome la posibilidad de sentarnos a hablar.

   —Sé que no tengo derecho a pedirtelo pero por favor...

   —No no tienes derecho ¿Sabes qué es lo que más me dolió Theia? que todo ese tiempo sabías perfectamente quien era yo, lo sabías y elegiste no decirme.

   —Puedo explicarlo, solo déjame que te... —doy un paso adelante y ella uno atrás.

   —Ya no me interesan las explicaciones, ni los motivos, ni las razones o la excusas, no me importa. Ahora recuerdo cuando me preguntaste cínicamente que haría si encontraba a la persona de ese bar, que sabías que eras tú ¿Qué esperabas que dijera? —Suspira agotada.

   —Pero eres mi alma gemela —lagrimas comienzan a derramarse.

   —Eso te viene a importar recién ahora... —suspira y mira hacia otro lado mientras comienza a llorar—. Has tu vida y yo haré la mía, lejos de ti. Después de todo es lo que siempre quisiste, tenerme lejos.

   —¿Qué hago con todo lo que te amo?

   —Lo mismo que haré yo... tratar de sobrevivir sin ti, sabiendo que existes y por favor, no me busques, al menos respeta eso y dame el tiempo que necesito.

    Dió medía vuelta y se fue, mi plan se había ido al caño. Llego caminando hasta los chicos llorando, ellos me abrazan y contienen. Esas escenas románticas funcionaban bien en las películas, pero aquí no, esta era la vida real y yo realmente la había cagado.

   En casa de mis padres a quienes hacía mucho no veía, me quedo pensando en cómo hacer o que hacer ¿Realmente es el fin?

   Idee una y mil maneras de que ella me escuchara, de que volviera conmigo, la romántica, la súplicante, la invasiva, la que la obligaba a volver conmigo.

   Realmente me voy a volver loca, me estoy volviendo loca, quizás a esto se referían mis familiares marcados con que el alma gemela te hace perder la cordura. Lo que más me inquieta, lo que me está haciendo perder mis sentidos, es que ya no siento a Eva, no la siento y mi alma se resquebraja, las grietas se hicen visibles, tan visibles que si miras entre medio, ves un corazón palpitando a duras penas, haciendo su máximo esfuerzo por seguir latiendo.

   Suena mi teléfono.

   —¡¿QUÉ MIERDA QUIERES?!

   —Theia por favor no cortes —se escucha a Jacques desesperado— lamento, lamento lo que pasó.

   —Yo lamento más haberte hecho caso y por tu culpa perder al amor de mi vida, no quiero volver a verte. No me llames, no me busques, olvídate de mí. Maldigo el día en el que te conocí, lo mejor que hice fue haberme ido de esa iglesia el día que estuvimos a punto de casarnos. Me costaste mi felicidad junto al amor de mi vida, mi alma gemela —le corto y comienzo a llorar con desespero.

   —¡Theia! —entra mi madre— hija ¿Qué pasa?

   —La perdí mamá, perdí a mi alma gemela, la cague y ella no quiere volver a verme —mi madre no entiende el problema ya que era una buena noticia—, enlace con ella, estuvimos juntas un tiempo y... la perdí, por miedo a terminar como los casos fallidos de la familia. Me la pasé huyendo, no fui totalmente honesta cuando estuvimos juntas y entonces la perdí.

   —Hija pero...

   —No quiere volver a verme, esas fueron sus palabras textuales.

   —Todo va a estar bien —me recarga sobre su pecho y mi padre me abraza por el otro lado.

  Todo estuvo bien... eventualmente luego de un tiempo, quizas más tiempo del que ellas pensaban.

Me niego a ser tu alma gemelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora