Tal vez no hoy, pero sí con el tiempo
Los primeros días después de que Mikey disolviera ToMan fueron muy difíciles. Hakkai se sentía tan fuera de lugar con tanto tiempo libre que incluso acomodó su cuarto más de dos veces, dobló su ropa, sacudió el polvo, etc. Yuzuha hasta lo había felicitado por lo hacendoso que se comportaba, pero no fue debido a que el espíritu de la limpieza lo poseyera, sino porque ya no encontraba en qué mantenerse ocupado.
Ahí fue cuando se dio cuenta de que, el simple hecho de pertenecer a una pandilla, se convirtió en una parte importante de su vida como adolescente, llegando a dedicar a ello una buena parte de su tiempo a diario. Extrañaba salir por las noches a las reuniones o participar en las peleas, y no porque se considerara un amante de la violencia, sino porque hacerlo le servía de entrenamiento a su cuerpo y le permitía proteger a sus compañeros (a Mitsuya en especial) mientras construía su identidad.
ToMan le ofreció un lugar al cual pertenecer sin ser juzgado, le brindó cobijo, amigos, apoyo. Se convirtió en una especie de familia que él pudo elegir y dónde se sentía a gusto. Sin embargo, ya no existía más. Eso lo mantuvo incapaz de aceptarlo la primera semana, luego enojado porque no lograba comprender en qué pensaba Mikey cuando tomó esa decisión sin consultarlo con nadie. Así, después de dos semanas, Hakkai había pasado toda una noche llorando porque añoraba todo lo que fue y no sería más.
No pudo evitar preguntarse si los demás estaban atravesando por esa especie de "duelo" también, si ya habían encontrado la forma de continuar con sus vidas o qué planes tenían en mente.
Una tarde se animó a salir de casa rumbo al edificio de departamentos donde vivía Chifuyu, pero al llegar su madre le comunicó que se encontraba trabajando a medio tiempo en una tienda de mascotas cercana. Esto le resolvió una de sus dudas: Chifuyu sí que tenía un plan e incluso ya estaba poniendo manos a la obra en ello.
Posteriormente, dirigió sus pasos hacia la casa de Takemichi. Ahí el resultado que obtuvo no fue muy distinto. Alcanzó a ver cuando salía de casa tomado de la mano de Hina, de seguro a una cita que él no pensaba interrumpir por nada del mundo. Le quedó claro que incluso Takemichi, el chico con una cantidad de lágrimas directamente proporcional a su determinación, ya contaba con planes para el futuro.
Decidido a no ir a molestar a nadie más, Hakkai regresó sobre sus pasos con la mirada al suelo y las manos en los bolsillos. Con esto le bastaba para entender que el único tonto que se había quedado estancado entre los recuerdos de la grandiosidad de ToMan, era él.
Necesitaba seguir, encontrar su propio rumbo y trabajar sobre sus sueños. Aunque, para empezar, ¿Cuáles eran sus sueños? ¿Qué esperaba de la vida y qué quería en su futuro?
No lo diría abiertamente, pero no tenía ni la menor idea.
Terminó sentado en una banquita del parque, con las manos sobre su regazo y la cabeza agachada. Hakkai nunca había sentido tanta presión como en ese momento. El enorme temor de no tener la misma visión o ambición que los demás, de carecer de una meta. Del otro lado estaba la culpa, porque no estaba haciendo nada productivo en su transición de niño a adulto, porque era vago y sin aspiraciones.
Entonces, ¿por dónde debería comenzar para no quedarse atrás mientras el resto avanzaba?
Desesperado, levantó la cabeza solo para llevarse el susto de su vida. Mitsuya estaba parado justo detrás de él y lo observaba desde arriba con una ceja arqueada.
—¡Buuh!
Hakkai casi saltó de la banca en la que se encontraba, se tocó el pecho y comprobó que su corazón por poco estallaba. Mitsuya no tenía consideración de su casi nula estabilidad.
—¿Ta-Taka-chan? Joder, qué susto me diste —se quejó, mientras su amigo pasaba a sentarse a un costado.
—¿Tan mal me veo?
—Oh. No, no, no. Yo no...
La risa de Mitsuya lo obligó a guardar silencio.
—Ya, entiendo perfectamente, hombre. —Una de las cálidas manos del más bajo se apoyó en su hombro derecho por breves instantes, suficientes para que Hakkai saliera de su asombro inicial—. ¿Qué haces aquí?
—Dando la vuelta —mintió, reforzando lo dicho con una sonrisa—. ¿Y tú?
—También. Me estoy tomando mi tiempo.
—¿Tiempo? ¿Para qué, Taka-chan?
Mitsuya suspiró profundamente antes de responderle:
—Para entender que no hay más ToMan
—Oh. —Hakkai no pudo evitar que sus ojos se abrieran aún más porque no esperaba escuchar aquello salir precisamente de los labios de Takashi, el chico más genial que había conocido jamás y que, a sus ojos, era al que le auguraba un futuro brillante—. Creí que tú lo tendrías bajo control.
—Solo soy un adolescente, Hakkai. —Mitsuya se inclinó hacia adelante para descansar sus brazos sobre sus rodillas—. ToMan era como mi segundo hogar, ¿Sabes? Las reuniones en el santuario, las peleas y salir a andar en motocicleta. Ya nada será como antes y yo... aunque sepa perfectamente lo que quiero, no tengo ni la menor idea de por dónde empezar.
Hakkai se sintió en un jodido déjà vu. Fue como haberse escuchado a sí mismo, sus pensamientos y lamentaciones, pero ahora en la persona de la que menos lo imaginó.
La razón por la que no acudió en primera instancia a casa de Mitsuya fue justamente porque él sabía de primera mano que su amigo sí contaba con un plan, con sueños por cumplir y enormes ganas de salir adelante. No quería ir a molestarlo o distraerlo de sus objetivos con sus problemas existenciales.
—Vaya. No sé qué decirte, Taka-chan.
—No importa, solo quería sacarlo de mi sistema —confesó en un tono ya más aliviado que antes—. Mejor cuéntame qué has hecho. Ya no has ido a la casa. —Y Hakkai percibió esto último como un reclamo.
—Ah, pues... —titubeó—. Nada en realidad. De hecho, me atrevería a decir que estamos en la misma situación. ¿Crees que eso es malo?
Mitsuya negó de inmediato.
—No, pero mientras encontramos la manera de sobrellevarlo, ¿qué tal si vamos por helado?
—¿Ahorita? —preguntó. ¿Cómo era posible que actuara tan despreocupado después de lo que acababa de decirle? Sin embargo, la forma en la que Mitsuya se encogió de hombros y sonrió, terminó por convencerlo—. El último en llegar paga.
Hakkai se echó a correr ni bien terminó de hablar, siendo seguido por Mitsuya diciéndole que eso era trampa.
Podría ser ese fuera el punto de partida para los dos.
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El significado del amor | Mitsukkai Week 2022
FanfictionDe cómo las preguntas de uno, siempre lograban descolocar al otro, aunque nunca dijeran cuáles eran sus verdaderas intenciones.