Día 1: Madrugadas juntos

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Aclaraciones: Estos serán mis pequeños aportes para la Mitsukkai Week de mi compa Neblina Llameante en el Club de Lectura de Fanfiction.
Cada capítulo corresponderá a un prompt diferente porque sí. UwU

Día 1: Madrugadas juntos

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Siempre a la 1 a. m.

Gracias a un acuerdo silencioso al que llegaron desde las primeras reuniones en las que fungieron como capitán y subcapitán de la segunda división, Mitsuya y Hakkai siempre volvían a casa juntos. Sí, aunque no vivieran especialmente cerca el uno del otro.

En aquella madrugada regresaban un poco más tarde de lo habitual, pero Hakkai parecía no estar tan preocupado por ello. De hecho, caminaba a pasos cortos que habrían hecho pensar a cualquiera que no quería llegar pronto con sus hermanos. Mitsuya no comentó nada al respecto, ni siquiera cuando la duda dentro de él se incrementó con el correr de los minutos. No quería quedar como un entrometido por más confianza que hubiera entre ellos.

Por tal motivo, enfocó su atención en el camino que tenían enfrente; las calles vacías, los animalitos callejeros arreglárselas para pasar la noche, o los escasos coches que aún transitaban por esa zona. Para él, la ciudad se apreciaba más tranquila que otros días, quizá porque era lunes y todo lo que la gente debería hacer pasada la 1 a. m. se resumía en descansar. Claro, a excepción de ellos dos, que regresaban a pie de una pelea porque escapar en motocicleta se volvió imposible cuando la policía llegó antes de lo previsto. Así que allí estaban, caminando lado a lado, envueltos en un cómodo silencio que solo se rompió una vez que Hakkai soltó una de esas preguntas que propiciarían crisis existenciales:

—¿Cómo te imaginas en diez años, Taka-chan?

Mitsuya tuvo que elevar la mirada hacia la derecha para poder hacer contacto visual con él. Su amigo había sido bendecido en altura y, por alguna razón inexplicable, le daba la impresión de que seguiría creciendo en los próximos años.

—¿A qué viene la pregunta? —replicó. Sus cejas casi juntas debido a su extrañeza.

—Uh, pues... —Hakkai se rascó la nuca y rio al no encontrar las palabras correctas para explicar el motivo—. Curiosidad, creo.

Desde hacía ya dos semanas, Hakkai lo bombardeaba con preguntas como esa. Una acción que no le molestaba ni nada por el estilo, solo que la mayoría de las veces lo tomaba con la guardia baja y no sabía qué responder. En realidad, si se detenía a pensarlo mejor, cada nueva interrogante era más profunda e interesante que la anterior. ¿De dónde era que las sacaba Hakkai o por qué se le ocurrían? Mitsuya no tenía ni la menor idea.

—Bueno —dijo en tono vacilante, aceptando participar de lo que sea que Hakkai tuviera planeado para amenizar el trayecto en esta ocasión—, creo que no he pensado en ello antes.

—¡Oh, vamos, Taka-chan! ¿Me vas a decir que no te preocupa el futuro?

—Por supuesto. ¿A quién no?

—¿Y entonces...?

Ante su insistencia en el tema, Mitsuya no pudo más que suspirar y meditarlo durante un minuto. Hacer planes a futuro era una cosa, pero que todo aquello pudiera llegar a convertirse en una realidad con el pasar de los años, era otra.

Mientras tanto, Hakkai mantenía su mirada atenta sobre él. Lo sabía porque podía notarlo por el rabillo del ojo.

—Diseñador de modas —declaró, más que convencido—. Quiero convertirme en un diseñador de modas y ser muy bueno en ello, así que espero haberlo logrado de aquí a diez años.

—¡Lo sabía! —Hakkai elevo las manos al aire, casi victorioso.

Mitsuya no pudo evitar sonreír al verlo alegrarse por algo como eso. Quizá sus aspiraciones estaban claras para el resto.

—¿Qué bicho te picó hoy a ti? —Quiso saber.

—Nada, nada. Continúa, Taka-chan.

Doblaron a la izquierda. Un gato negro pasó entre ambos agitando la cola con elegancia mientras él seguía imaginando el futuro perfecto y compartiendo cada idea con Hakkai. Él seguía escuchando atentamente.

—... y quiero comprarle una casa a mi madre. Una con más espacio y que ella pueda decorarla a su gusto. Seguir saliendo con los chicos aunque la vida de adultos nos absorba y, veamos, ¿qué más? —Se mordió el labio, tratando de no que no se le escapara ningún detalle—. Y también me gustaría que siguiéramos en contacto para tener charlas como esta en diez años.

Al terminar, Mitsuya sonrió con naturalidad. Sï, de esa forma era como le gustaría que su vida fuera en el futuro.

—¿Qué hay de ti, Hakkai? —Al no recibir respuesta, tuvo que girarse solo para darse cuenta de que su amigo se había quedado parado un par de metros atrás. Hakkai tenía el rostro enrojecido, parecía perplejo y no se movía ni un poco—. ¿Hakkai? ¿Qué te pasa, hombre?

—Lo siento, es solo... Olvídalo. ¿Me decías?

No muy convencido con sus palabras, Mitsuya lo analizó a conciencia por un instante. Últimamente Hakkai lucía distraído, como si hubiera algo en su cabeza, algún problema o preocupación que no se animaba a compartir con nadie. Ni siquiera con él, por desgracia.

Aun con todo, decidió que no iba a presionarlo.

—¿Cómo te imaginas en diez años, Hakkai?

—Creo que... no lo sé —admitió, dándole alcance para retomar el camino—. Estaré bien haciendo lo que sea mientras pueda seguir conversando con Taka-chan.

—¿Qué clase de respuesta es esa, tonto?

—La única que puedo darte ahora.

—Eso no es justo. Tú preguntaste primero y yo te respondí.

—Yo también —agregó Hakkai, divertido con la situación.

—"No lo sé" no es una respuesta válida.

Esta vez fue Mitsuya quien lo miró de forma insistente manteniendo el ritmo de sus pasos. Hakkai trató de enfocarse en ignorar aquellos ojos sin lograr nada ya que, al cabo de unos segundos, resopló derrotado. Siempre que se trataba de Mitsuya se volvía más débil de lo que ya se sentía normalmente.

—Bien. Tú ganas, Taka-chan. —Metió las manos en los bolsillos de su pantalón. La temperatura seguía descendiendo—. Creo que prefiero no pensar en el futuro porque... — «Porque tal vez no tenga uno. O tal vez sí, pero me aterra que exista la posibilidad de que no estés en él» —. Quiero disfrutar del presente y la pandilla. Me preocuparé por todo lo demás en cuanto llegue el momento.

—Ya, claro —Resultaba bastante obvio que Mitsuya no le creyó, solo que no había nada que él pudiera hacer para cambiarlo—. Entonces así será a partir de ahora, ¿no?

—¿Cómo?

—¿A esta hora nos pondremos filosóficos?

Y a Hakkai le hubiera gustado contestarle que no, que no era eso. Que en realidad su vida no era lo que parecía, que estaba en el borde y que pensar en el futuro le provocaba ansiedad; pero que al estar ahí, junto a él, hablando sobre cualquier tontería y escuchándolo reír, todo se sentía mil veces más sencillo. Que podía respirar en calma. Sonreír. Ser. Vivir.

Sin embargo, no lo hizo. Eligió mantener sus verdaderos sentimientos guardados bajo llave una madrugada más.

Tal vez otro día. Tal vez en otro momento.

—Si quieres —concluyó, justo cuando ya estaban llegando a la entrada de la casa de Mitsuya—. Buenas noches, Taka-chan.

Y dio la vuelta esperando que, algún día, exactamente a la 1 a. m. se armara de valor para hablarle de ese futuro que imaginó desde tiempo atrás. Un futuro en el que caminarían de la mano y seguiría siendo su mayor admirador.

El significado del amor | Mitsukkai Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora