Día 3: Heridas / Reconfortar

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Ser tu soporte

Una vez que el Halloween sangriento llegó a su fin, todos y cada uno de los que participaron en dicha pelea, se llevaron una buena cantidad de heridas en diversas partes del cuerpo. Mitsuya y Hakkai no fueron la excepción.

—Voy a limpiarla ahora. Me dices si te duele, ¿vale? —avisó Mitsuya, refiriéndose a la herida que Hakkai tenía sobre su vieja cicatriz, justo en el labio inferior. Y Hakkai ni siquiera recordaba qué fue lo que la provocó.

A esas horas ya se hallaban en la casa de Mitsuya. Mana y Luna tomaban una siesta en su habitación y, afuera, el viento anunciaba una gran tormenta. Era como si incluso el mismo clima se adecuara al reciente fallecimiento de Baji, como si también necesitara llorarlo.

Hakkai no pudo más que asentir. Si bien nunca fue un joven de muchas palabras, en un momento como ese, su vocabulario se había esfumado por completo. Notó a Mitsuya inclinarse un poco más hacia él para observar mejor la herida. Una acción que en otras circunstancias le habría acelerado el corazón, pero que, justo ahora, solo le servía para apreciar a detalle lo devastado que su capitán se encontraba en realidad.

El ardor que sintió cuando el algodón tocó su labio, no fue nada comparado con la forma en que su pecho se comprimió al buscar la mirada de Mitsuya. Sus ojos habían perdido brillo, se veían cansados, como si no hubiera dormido en varios días. Además, se percató del temblor ligero de su mano al elevarla de nuevo a su rostro para continuar el proceso.

En su mente, Hakkai se debatía sobre qué decir al respecto, o de si en realidad era indispensable que se atreviera a abrir la boca. Él era demasiado pequeño cuando perdió a alguien importante como para saber qué medidas tomar en tal caso. De lo único que estaba seguro era de que dolía, que era casi comparable al hecho de que te arrancaran una parte del cuerpo en vida. Por lo tanto, preguntarle a Mitsuya sobre lo evidente, no era la mejor opción.

Contrario a lo que muchos pudieran pensar, a Hakkai también le afligía el fallecimiento de Baji. No importaba si en apariencia no habían sido especialmente cercanos, Hakkai le tenía aprecio y también lo respetaba. Si se mantenía sereno horas después de lo ocurrido era porque él todavía no terminaba de procesarlo, y tal vez por esa misma razón la necesidad de llorar no se había hecho presente en su ser.

Sin embargo, esto cambió en el instante en que Mitsuya terminó de ayudarlo con sus heridas.

—Ya está. Creo que... que tardará un poco en sanar, p-pero... —Mitsuya hablaba con dificultad, como si de repente se hubiera quedado sin fuerzas para seguir con lo que estaba diciendo. Hakkai se sorprendió al ver cómo le temblaba el labio inferior y trataba de contenerse. Los puños apretados a sus costados.

—Taka-chan... —musitó, dándose cuenta de que la crisis emocional en su capitán era inminente.

El temblor se extendió por cada parte del cuerpo de Mitsuya. Hakkai atinó a retirar de su alcance los implementos de primeros auxilios y a acercarlo para que tomara asiento a su lado. Le habría gustado poder entrar en su cabeza y alejar todos los pensamientos negativos. Absorber su dolor y tristeza con sus manos para que no se rompiera, para evitarle el sufrimiento. O meterlo dentro de una burbuja que lo protegiera de todos los daños que la vida pudiera traerle.

No obstante, Hakkai no poseía la capacidad para hacer ninguna de las opciones anteriores. No era más que un ser humano igual a Mitsuya y al resto del mundo, así que... ¿Había algo que pudiera hacer para ayudarlo a sobrellevar esta pérdida?

—Lo siento, Hakkai. Yo no... no... —Para entonces, las palabras de Mitsuya sonaban más como balbuceos incomprensibles. Había un par de lágrimas rebeldes surcando sus mejillas que fueron borradas de inmediato por la manga del uniforme de su capitán. Resultaba obvio que no deseaba que no viera en un momento de debilidad—. Ugh, joder. ¡No puedo evitarlo más!

Mitsuya se cubrió el rostro con ambas manos segundos antes de soltarse a llorar libremente. Aquello fue todo lo que Hakkai necesito para decidir cómo proceder al fin.

Empatizando por completo con su dolor, no dudó en estrecharlo entre sus brazos con todas sus fuerzas y, contrario a lo que pudo haber pensado que sucedería, Mitsuya aceptó el gesto y terminó por acomodarse mejor para continuar desahogándose sobre su hombro derecho. De esta manera podía sentirlo agitarse e hipar como lo haría un niño pequeño. Quizá, después de todo, aun no dejaban de serlo.

Las lágrimas le empaparon la tela de su uniforme, pero no se quejó. Si con ello lograba que su capitán aligerara un poco el peso del dolor que representaba el perder a un gran amigo, Hakkai lo haría con gusto siempre que fuera necesario. Se convertiría en ese punto de apoyo en el que Mitsuya podría recargarse todas las veces que sintiera que el mundo se le viniera encima. Un soporte. Un motor. Un guía. Lo que hiciera falta.

Y sin darse cuenta a él también se le escaparon algunas lágrimas. Sin embargo, no emitió ningún sonido ni hizo preguntas en esta ocasión. Tan solo se limitó a acariciar la espalda de Mitsuya hasta que la tormenta pasó.

Si Taka-chan le había ayudado a tratar las heridas de su cuerpo, Hakkai le ayudaría a sanar las de su alma.

El significado del amor | Mitsukkai Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora