Lo mejor está por venir
«¿Y qué hay de ti? ¿Cómo te imaginas en diez años, Hakkai?»
Cada mañana, exactamente diez minutos antes de las siete, la alarma de su celular sueña sobre su mesita de noche. Hakkai no abre los ojos, solo estira uno de sus brazos hasta alcanzarlo y presionar el botón para desactivarla. Una vez que lo consigue vuelve a abrazarse al bulto que está en la misma cama que él, sus labios buscan depositar un pequeño beso en zona donde cree que se encuentra el cabello, pero se hunden sobre la funda de otra almohada en la que solo permanece el aroma del shampoo.
Chasquea la lengua y justo en ese momento, Mitsuya abre las cortinas de la habitación sin avisar.
—Arriba, Hakkai. Se hace tarde.
Takashi está listo para partir rumbo al trabajo desde hace más de media hora, a diferencia de su perezosa pareja, quien no parece tener intenciones de jugar a ser productivo para el sistema capitalista por ese día. Mitsuya es tan disciplinado que incluso le ha sobrado tiempo para preparar un desayuno nutritivo para los dos que aguarda en el comedor, pero tuvo que subir para cerciorarse de que Hakkai despierte y levante su trasero de la cama. El tiempo es corto, y Mitsuya un perfeccionista cuando se trata de sus desfiles de moda.
—Cinco minutos más, Taka-chan —pide Hakkai con la voz adormilada.
—Ni hablar, tengo que asegurarme de que todos mis diseños estén en perfecto estado y que el resto de las modelos llegue a la hora acordada. Me voy en cuanto termine de desayunar —Le avisa antes de salir de habitación de vuelta a la planta baja, y Hakkai sabe que sobre advertencia no hay engaño, menos cuando es Takashi de quien se trata.
Así que no le queda más remedio que ponerse en pie de un salto, jalar el primer cambio de ropa que encuentra a su alcance y darse la ducha más rápida que haya existido en el mundo.
Degustan sus alimentos en compañía del otro hablando sobre los pendientes para ese día, lo que falta en la alacena, o las noticias que encuentran en las redes. Las peleas de pandillas ya no son más que un recuerdo lejano de adolescencia. Actualmente, pagan impuestos como cualquier ciudadano promedio, trabajan diariamente hombro con hombro para salir adelante y tienen un hamster por mascota.
Los fines de semana los aprovechan para pasear por la ciudad. A veces quedan con los chicos para salir a cenar algo rico por ahí, o bueno, con los que están cerca, como Chifuyu y Takemichi. Este último ha logrado casarse con Hina y ya esperan su primer hijo.
Para Hakkai es increíble la manera tan rápida en la que pasa el tiempo. Pareciera que fue ayer cuando portaba el uniforme de la ToMan y regresaba a casa con el rostro hecho un desastre. Recuerda la adrenalina, pero también el dolor que quedaba cuando esta desaparecía de su cuerpo.
Fueron buenos tiempos sin duda.
—Andando. Presiento que tendré que ajustar uno de tus trajes y tú todavía tienes que llegar a que te maquillen.
—¿No puedo saltarme esa parte? —pregunta, con la esperanza de que Takashi Mitsuya, el Giorgio Armani japonés, se apiade de él por una vez en la vida laboral—. El delineador no me deja ni parpadear sin pensar en que lo arruinaré y terminaré como mapache. —Su pareja lo observa con los brazos cruzados a la altura del pecho, ya casi en la puerta de la casa—. ¿Por favor?
Hakkai hace su mejor esfuerzo al suavizar su expresión, exponer levemente su labio inferior y juntar ambas manos en señal de súplica. Es todo un adulto, pero uno capaz de cualquier cosa con tal de no atravesar por el martirio de las miles de brochas sobre su cara y la sensación acartonada en su rostro producto del maquillaje. Para él es como si le pusieran una máscara que ni siquiera puede tocar.
Cree que tiene una posibilidad cuando Mitsuya suspira y deja caer los brazos.
—No.
Bien, al menos lo intentó.
Cuando llegan al lugar del evento, Mitsuya se pierde entre la multitud de personas que van y vienen. Cada que hay un desfile todo se convierte en un caos, pero él sabe cómo lidiar con ello; aprendió a base de prueba y error, de críticas y miradas de desprecio. Abrirse paso en ese mundo no fue tan sencillo, le costó muchísimo. Por suerte siempre ha contado con el apoyo incondicional de su actual modelo estrella.
Hakkai llama la atención de las mujeres fácilmente, solo que no se da cuenta o más bien no le interesa. Cuando es momento de que éste recorra la pasarela, MItsuya enfoca toda su atención en él; en su porte y la elegancia con la que se mueve. Es como un pez en el agua, está en su hábitat, en su territorio.
Yuzuha le da instrucciones a los fotógrafos para que exploten los mejores ángulos de Hakkai. Ella es la más grande fan, eso es algo que Mitsuya no piensa discutir. La chica se lo ha ganado a pulso desde el comienzo, aun cuando ni siquiera él tenía idea de lo que ocurría dentro de las paredes de la casa de los hermanos Shiba.
Al terminar el desfile ambos son acaparados por la prensa. Todo el mundo sabe que ellos son pareja, pero valoran el trabajo de cada uno de manera individual.
Las admiradoras de Hakkai no pierden el tiempo. Se acercan burlando a la seguridad de una manera tan sencilla que Takashi sonríe divertido. Si no fuera porque Hakkai ha cambiado bastante, ellas no podrían obtener siquiera una mirada de él.
Mitsuya no puede sentir celos por toda esta ola de atenciones y suspiros femeninos. Existen cero motivos que lo puedan llevar a desconfiar. Se lo confirma la forma en la que Hakkai parece pedirle ayuda a la distancia con solo una mirada, mientras una chica se cuelga de su brazo y los de seguridad tienen que volverse más estrictos.
Llegan a casa ya casi al final del día, agotados en todos los aspectos y con ganas de meterse bajo las sábanas durante toda una estación.
—Estoy muerto. —Hakai se deja caer de espaldas sobre la cama con los brazos extendidos.
—No exageres. Ya deberías de estar acostumbrado —agrega Mitsuya mientras se acomoda a un lado para comenzar a desabotonarse la camisa que lleva puesta. Necesita tomar un baño antes de pensar siquiera en recostarse.
—Imposible. Empeora con el tiempo. —Ahora Hakkai se ha girado hacia él y lo mira con atención—. Estoy seguro de que una de mis fans me tocó el trasero mientras trataba de subir al auto. Fue traumático.
Mitsuya se echa a reír porque lo ha dicho en un tono demasiado serio, casi ofendido, como si se tratara del peor crimen jamás cometido.
—No te rías. Esto es grave. ¿Piensas permitir que me manoseen a su antojo? —pregunta, reincorporándose para sentarse a su lado. Hakkai espera conseguir alguna reacción interesante—. ¿De verdad, Takashi?
Y la pronunciación de su nombre hace que se gire por completo. Mitsuya se mueve lentamente, como un gato que persigue a su presa en medio de la noche. Bastan dos movimientos y cooperación por parte de Hakkai para que termine encima suyo, con la camisa abierta que le da un aire salvaje.
La parte trasera de Mitsuya descansa sobre la entrepierna de Hakkai, hay calor en ese roce y un exceso de circulación sanguínea que el más alto no puede evitar. Esto es justo lo que buscaba.
—Entonces... —susurra, relamiéndose un poco los labios— ¿Lo que te molesta es que te toquen, o que no sea yo el que lo haga? —Las manos de Hakkai van a parar justo arriba de su cabeza gracias al empuje que Mitsuya ejerce con las suyas. Lo tiene completamente atrapado—. Dime, Hakkai. ¿Quieres que te toque justo ahora?
El aliento fresco choca contra sus labios mientras lo escucha hablar. Hakkai se muere porque lo bese y puedan subir de nivel.
—S-sí —confiesa, levantando un poco la cadera para que note la situación en la que se encuentra—. Tócame, Taka-chan. Yo también quiero hacerlo.
El agotamiento queda en el olvido cuando Mitsuya termina de inclinarse. Sus labios se devoran mutuamente, mientras Hakkai es liberado de las manos para que pueda colocarlas donde le plazca. La noche apenas comienza.
Fin.
¡La Mitsukkai week está completa! Gracias por leer uwu
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El significado del amor | Mitsukkai Week 2022
FanfictionDe cómo las preguntas de uno, siempre lograban descolocar al otro, aunque nunca dijeran cuáles eran sus verdaderas intenciones.