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Un pequeño chico de aproximadamente 10 años se encontraba llorando en el patio de su casa mientras abrazaba a su pequeña mascota, un gato blanco con diminutas manchas negras en su cabeza, ojos amarillos y una linda y rosada nariz.

—molly, mamá y papá están pelando de nuevo— dijo con la voz rota antes de seguir llorando

Dicho chico se llamaba Iván Raul Buhajeruk, una persona un tanto callada, pero inteligente que se centraba en su crecimiento personal y laboral antes que en una relación, cosa que muchos consideraban un desperdicio por su apariencia. Se graduó de la mejor universidad del país con calificaciones excelentes, no es que fuera un genio, pero si era alguien estudioso, agregando que sus padres eran bastante estrictos con respecto a su educación.

En este momento, estaba caminando rumbo al trabajo mientras sujetaba su cabeza, dolía desde hace días y las pastillas no hacían efecto, el dolor seguía sin importar que tomara. Después de recordar de dónde venía las punzadas en su cabeza aumentaron, le recomendara ir a un terapeuta y fue la peor decisión que pudo tomar según sus propias palabras.

—mis padres siempre fueron estrictos, pero me dejaban tener una relación con la chica que yo quisiera— soltó serio

—¿y has pensado que talvez te gusten los chicos?— pregunto el otro chico que no se veía mucho mayor que el.

—no es como si no lo supiera— respondió —sea un chico o una chica, no me importa—

—¿le has contado a tus padres sobre eso?— volvió a cuestionar, pero no hubo respuesta. De la nada una caja de pañuelos cayó en la mesa justo enfrente de él —deberías llorar, tienes miedo de que tus padres te rechacen— comento

—¿Qué?— estaba estupefacto pero aún así se levantó de la silla —¿sabes que? Olvídalo, me reusó a llorar frente a alguien más comenzó a ir a la salida de aquella habitación.

espera— no fue capaz de terminar de hablar porque el menor lo interrumpió

—no se preocupe, fue mi error por venir aquí por un simple dolor de cabeza— aún con la perilla de la puerta en su mano y apunto de salir le dedicó unas últimas palabras, más que nada por cortesía —aun así gracias por su atención doctor Arbillaga — sin esperar una respuesta se fue de ahí, pues tenía que trabajar.

Llegó a un semáforo y espero su turno para cruzar

Realmente soy idiota por ir a un terapeuta en vez de tomar alguna otra pastilla

Cuando finalmente logro seguir con su caminó, decidió encender uno de sus tantos cigarrillos en lo que llegaba a la empresa, el humo saliendo de sus labios lo relajaba bastante, y vaya que lo necesitaría pues tenía un largo día.

—disculpa, ¿Sofía tienes los papeles que te pedí?— pregunto a la chica que era su asistente

no— susurró con la cabeza baja —se me olvidó, pero ya lo hago— agrego rápidamente

—¿Cuánto tiempo te tomaría más o menos?— siguió hablando mientras revisaba unas cosas de su agenda.

unas dos horas— respondió nerviosa

—olvidalo, lo hago yo— su mirada está vez estaba en el computador revisando el archivo —esto me pasa por pedir ayuda en algo que fácilmente podría hacer yo— se quejo en voz alta importándole poco quien escuchaba.

—Lo siento— dijo la chica intentando aguantar sus lágrimas —se que todavía soy torpe con las cosas, pero mejorare lo prometo— y finalmente las gotas de agua salada cayeron por sus mejillas.

𝑌𝑜𝑢'𝑟𝑒 𝑀𝑦 𝑃𝑒𝑡 + 𝑅𝑜𝑑𝑟𝑖𝑣𝑎𝑛Donde viven las historias. Descúbrelo ahora