En la Ciudad Subterránea, en uno de los escondrijos fuera del alcance de la Policía Militar, varios hombres humildes y obreros se congestionaban en una reunión cumbre que decidiría el rumbo que ellos tomarían y en consecuencia, la industria. Desde que había comenzado la guerra contra Marley, cinco años atrás, los grandes comerciantes y dueños de fábricas en todas las Murallas habían decidido disminuir los salarios de sus trabajadores en pos de la fabricación masiva de armas bélicas de la que se encargarían los Azumabito. Aquello era ganancia para la realeza, las clases más pudientes y los aliados orientales, pero una total pérdida para quienes laboraban día a día viendo sus ingresos mermados año a año. Y a estas alturas era el colmo.
Farlan Church era quien tomaba la palabra.
—¡Escuchen! —anunció a sus camaradas desde una improvisada tarima—. ¡Los hombres de Jäger han estado diciendo que no esperan a que la cosa mejore!
—¿Y los de Fritz? —preguntó alguien entre la muchedumbre.
—¡Son la misma cosa! —le respondió otro en el extremo opuesto—. ¡Están emparentados con los Jäger y los Reiss!
—¡Ackerman nos dirá algo el viernes!
—¿Y bien? —preguntó Farlan—. ¿Qué deciden?
—¡HUELGA! —vociferaron todos.
Farlan Church esbozó una gran sonrisa de satisfacción. Esta vez tenía que funcionar.
—¡Entonces está decidido! —exclamó—. ¡Pararemos las máquinas 10 minutos antes de la hora! ¡Y NINGUNO, NINGUNO DE NOSOTROS LAS ARRANCARÁ DE NUEVO!
—¿Y qué pasa si Smith plantea una oferta con tal de que sigamos en el trabajo?
—Entonces, seguirás sin trabajar —advirtió el rubio—. Recuerden, si todos rechazamos trabajar... ¡SEREMOS MÁS FUERTES!
—¿Y cuánto crees que los patrones aguantarán? —cuestionó otro compañero.
—Una semana o dos, al menos —respondió Farlan.
—¿Y si traen mano de obra del campo?
—¡Ackerman lo hará! —gritó un hombre desde el fondo—. ¡Ese hombre morirá antes de dar el brazo a torcer!
—¡Pues haremos explotar las fábricas! —bramó otro compañero más, exasperado—. ¡NINGÚN CAMPESINO SE QUEDARÁ CON NUESTRO TRABAJO!
Aquello encendió las alarmas de Farlan.
—¡NADA DE VIOLENCIA! —se apresuró a calmar las aguas—. ¡Los patrones esperan que nos comportemos como animales! Les enseñaremos que somos hombres pensantes y dentro de nuestros cinco sentidos. ¡Los únicos enemigos de la huelga somos nosotros mismos! —y añadió—. No hagamos como hace cinco años, cuando la mitad de nosotros fue a trabajar antes que los otros.
—¡Sí!
—¡Es verdad!
—Mantengámonos unidos —concluyó el joven Church—. ¡La tarde del viernes es el día! —Recibió un caluroso aplauso general y vítores.
—¡HUELGA! ¡HUELGA! ¡HUELGA!
.
Desde su habitación, Petra escuchó que una visita había llegado y era recibida por sus padres. Rodando los ojos, supuso que se trataba de nueva cuenta de Levi Ackerman, por lo que decidió adelantarse a la llamada de algún sirviente e ir ella misma a reunirse con ellos para acabar más temprano que tarde con aquella tortura.
Pero era otra persona quien había llegado.
Willy Tybur, gran y respetado banquero que poseía todos los bancos y casas de hipoteca dentro de las Tres Murallas. Otros bancos menores, fábricas y casas de todo tipo estaban a su merced debido a las deudas contraídas por sus dueños, prácticamente siendo él el dueño de todo lo que se considerara propiedad en Paradis. Era también un gran colaborador y mecenas para la fabricación de armas para la guerra contra Marley.
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Norte y Sur
FanfictionLa joven Petra Ral se traslada junto a su familia del distrito Shiganshina del sur al industrial Orvud, en el norte de la Muralla Sina. Horrorizada con su nuevo entorno, sentirá desprecio por el tosco y desagradable Levi Ackerman. Él tampoco se most...