HEARTBEAT | Anakin Skywalker

𝐈𝐈. EL CONSEJO JEDI Y LA WILDFORCE

HACE MUCHO TIEMPO EN UNA GALAXIA MUY, MUY LEJANA...

Pocas veces visitó antes el Consejo Jedi.

Los Wildforce tenían plena autorización de solicitar reuniones. Por ese motivo, no quedó sorprendida cuando accedieron a reunirse; de hecho, agradecieron que tomara la iniciativa. Asteria Wildforce avanzaba escoltada por una docena de soldados, todos armados, y sus altos tacones resonaban sobre el suelo de mármol. Usaba la corona dorada adornando sus oscuros cabellos, dándole un aspecto poderoso.

Asteria Wildforce, la reina coronada a los veinte años, que actualmente llevaba seis años incrementando riquezas en Dwartii, anunciando impetuoso poderío mientras avanzaba. Ningún senador buscó saludar, pues terminarían siendo regañados por interrumpir. Entonces, los Maestros de la Orden recibieron a su invitada bajando la cabeza, demostrado especial respeto. La reina correspondió.

— Su Majestad, la reina Asteria Wildforce de Dwartii. —anunciaron.

La reina demostró respeto, sonriente.

— Reina Asteria, es un honor tenerla con nosotros dadas las penosas circunstancias. Hemos advertido mayor seguridad para la senadora Amidala enviándola de vuelta a Naboo. Pero ¿usted cómo está? —le preguntó Mace Windu tranquilamente, expectante.

— He vivido experiencias mucho peores. Damën Wildforce pagó duras consecuencias por haberse metido donde no debía. No obstante, evito errores que puedan asimilarse. ¿Para qué me llamaron desde un principio? No solo tiene conexión con Padmé Amidala.

— Un gran disturbio en la Fuerza hay. —dijo Yoda, echándose hacia adelante. Hablaba con absoluta tranquilidad, aunque cansado; sus brillantes ojos, manifestando calma—. Pensando en tu hermano has estado, y oscuros pensamientos resultaron.

Ellos podían ver a través de ella. Asteria se irguió para parecer más autoritaria, recordándoles a quién parecían juzgar. El Maestro Windu inmediatamente detalló con evidente interés esa brillante inexpresión adueñándose del precioso semblante.

La reina levantó el mentón.

— Damën fue asesinado y su corona me entregaron. Tengo absoluta autorización de recordar a mi hermano. ¿He sido llamada para atender este penoso asunto? Él cumplió su trabajo como jedi. —contestó.

— Arrogante te has vuelto, muchacha. —replicó Yoda.

— Hechos que me permite la corona. —Asteria seguía hablando con absoluta tranquilidad, intentando serenarse. Había puesto en blanco cada pensamiento, volviéndose inexpresiva; de entorpecer su discurso, entonces recibiría indeseables reprimendas.

Mace Windu se echó hacia adelante, consternado. Todos los maestros vislumbraban una mancha abarrotada por rabia invadiendo el siempre buen sentido de la mujer. No obstante, aunque había mucha furia retenida conectada con el fatídico fallecimiento del anterior monarca, comprendieron seguía apoyándose en el lado luminoso. El disturbio provenía desde otra persona, no ella. Hubo tranquilidad.

— Lamentamos el fallecimiento de Damën siendo tan joven, murió de manera honorable protegiendo a su hermana. Todos aquí sabemos cuántos acontecimientos pudieron evitarse. Pero aferrarse a los muertos no hace más que deshonrarlos. —exclamó Coleman Kcaj.

— Para libre ser, dejar ir debes. —analizó Yoda.

— Sé que ustedes entrenaron años para evitar el desapego, y es una liberación absoluta cuando sueltan cargas dolorosas. No obstante, mi corona alguna vez perteneció a Damën Wildforce, mi hermano, y no era momento de heredarla. Nadie consiguió consolarme hasta este día. Yo recibí esta corona porque él salvó mi vida.