𝐈𝐕. LOS SEIS MESES MÁS TORMENTOSOS

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HACE MUCHO TIEMPO EN UNA GALAXIA MUY, MUY LEJANA...


ADVERTENCIA:
en esta historia, transcurren seis
meses de absoluta tensión antes
de que los jedi finalmente
vayan contra Palpatine. 


Cuatro meses pasaron después de la despedida.

Los meses de absoluta tensión donde estuvo reuniéndose incontables ocasiones con senadores y gobernadores, exponiendo problemáticas que jamás debían olvidarse. Tiempo suficiente para entrar en pánico. No estuvo a solas con Anakin en ningún momento, pues Padmé siempre permaneció acompañándolos, y sabían cómo disfrazar las penosas circunstancias para no levantar sospechas. Ningún reporte, gracias a Asteria, dado por las cámaras fue conocido por nadie.

Sin embargo, una noche cualquiera, Asteria sintió horribles náuseas arremetiendo contra su organismo, y acabó vomitando sin conseguir contenerse, inmediatamente llamando a un droide médico. La visitó durante un día que el apartamento estaba vacío. Incluso, despacho a todas las doncellas de Padmé, no queriendo siquiera rumores ni viles sospechas sobre algo que ocurriría más adelante.

— Felicitaciones, Su Majestad. —le dijo el droide médico tras un rápido escaneo, indicándole que no tenía problemas graves de salud—. Está usted embarazada de tres meses y un poco más.

En su vientre, tenía al heredero Wildforce.

Y ese heredero también llevaba sangre Skywalker.

— No te atrevas a decírselo a nadie. —ordenó, melancólica.

— Todos sus deseos son órdenes.

«Fuerza amada, estoy embarazada», pensó.

Supo que había pasado mucho tiempo desde que estuvo con Anakin cometiendo una equivocación terrible. No obstante, el bebé creciendo puramente en su vientre no llevaba culpa alguna, y era heredero de las dinastías más poderosas existentes en la Galaxia. Asteria despidió al droide médico sin más nada qué decir, para después sujetar su vientre plano. Como de costumbre, apenas se notaba.

Un bebé. Estaba esperando a su amado hijo; un hijo de Anakin, la consecuencia maravillosa de tan pecaminosos actos. Y por un instante, solo quiso llorar hasta quedarse sin lágrimas, soltar esa melancolía atorada en su garganta durante años. Pero se contuvo. Asteria Wildforce jamás demostraba sus sentimientos. Entonces, acariciando su vientre, sonrió para sí misma, preparándose mentalmente.

Las mujeres Wildforce usualmente no eran tan fértiles, y las barrigas solían ser pequeñas, casi indescriptibles por su tamaño. Cuatro meses estaban viéndose como dos. Desde ese día, comenzó a usar vestidos holgados, colmados por gemas preciosas y capas voluptuosas, tan solo excusándose con anhelar manifestar mayor poderío. Por supuesto, inmediatamente confesó tal verdad a Bastian.

El General Bastian no ocultó su impresión, ni siquiera la juzgó o intentó persuadirla de hacer algo más. Si bien estaban prometidos, jamás se amarían como un matrimonio normal. Ofreció enviarle doncellas, a su bienamada Vlakta Ryuu, pero la reina desechó esa idea, pensando seriamente en que podría traer peores consecuencias.

Durante dos meses más, ocultó su embarazo.

Nadie lo sabía. Nadie sospechaba siquiera de eso.

Todos estaban ensimismados en temas políticos; los jedi permanecían solucionando sus propios problemas. Asteria, por su parte, estuvo ocultando bastante bien todos sus sentimientos, y ninguna mueca desaprobatoria fue bosquejada por su rostro.

HEARTBEAT | Anakin SkywalkerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora