Día siete sin ti.

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Hoy he dado un paseo, ha llovido como si le hubieran roto el corazón al cielo y he comprendido que uno es de dónde llora, pero siempre querrá ir a dónde ríe.

La decepción es una emoción dolorosa que se despierta en una persona al incumplirse una expectativa que creamos, generalmente a través del comportamiento de otra persona o en relación a algún acto. De esta forma, una decepción siempre ocurre tras esperar algo exacto y depositar ilusión en ello y cuando esa expectativa no sucede o sí que sucede, pero de diferente forma. Una que no esperamos.

Es importante ser consciente de que lo que realmente decepciona no es la otra persona o el lo que hizo en sí, sino la expectativa que teníamos que tenía en relación a ello.

Es doloroso, intentar no esperar algo de quien amas, que probablemente te de mucho, que sientes que es el amor de tu vida o que sabes que lo es; porque repito uno no duda cuando se siente en casa. Me resulta casi imposible pensar en no esperar nada de alguien con quién comparto sentimientos de esta manera.

Estos días como por arte de magia me han llegado personas. Diciéndome que te vieron en tal sitio, preguntando por ti, por nosotros. No sé si comparten este sentimiento (si es así; háganmelo saber).
Cuando te están hablando tú dices, bien una chimba que este bien, este feliz.

Y ahí va... Sientes ese regocijo en el estómago y ese malestar en tu pecho de vacío. Simple vacío. Como si te hubiera atravesado un poco más y ni siquiera puedes llorar porque simplemente no te sale.

Eso me dejó cuando se fue: la sensación de tener las manos vacías.
Hay ciertas personas que aparecen en tu vida para enseñarte a echar de menos, y esa gente es necesaria, pues al arrebatarte algo, también te dan.
Mamita  repetía mucho una frase: «Un desierto sin agua es otra cosa, pero
nunca un desierto». Nunca se lo pregunté, aunque ahora que la sed se había despertado en mi boca, creo que por fin comprendía lo que quería decir.

Todos los amores conllevan riesgos, pero hay algunos que sólo pueden crecer sobre la pérdida, y al final son los más resistentes.

Contigo respirar es más fácil... Y te respiro. No, no eres mi oxígeno, que quede claro, sólo te amo, pero tampoco moriré si un día dejas de llenarme el corazón, si te vas. Esas cosas pasan, uno se va aunque el amor se nos quede; se nos aferre al recuerdo.
Y aunque el tiempo pierde su significado y una eternidad es poquitito a tu lado, al final, uno no puede hacer nada, y si hay que irse, hay que irse, y nomás.

A veces nuestras malas rachas duran un poco más de lo que deberían, pero como dice un viejo dicho " no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista", y entonces también nos cansamos, nos cansamos de esperar a que las cosas cambien por si solas, de esperar que regrese quien se fue, nos cansamos de sufrir por alguien que probablemente ya es feliz con alguien más, de vivir con nuestra vida hecha un desastre, y en lo particular, si hay algo que no me gusta es el desorden, principalmente aquellos del corazón. Entonces levantamos la cabeza, acogemos un poco de coraje, y nos damos cuenta que algunas veces alguien nos rompe tanto que, en lugar de destruirnos nos da la fortaleza para juntar todos nuestros pedazos y amar de nuevo, pero a nosotros mismos más que todo. Aunque para mí siempre seguirás siendo tu...

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