He salido de la cama, dejando al lado de la almohada una nota de resurrección.
Han pasado semanas y el cuerpo me pedía un cambio. Pensé que no tenía porque ser tan complicado. La vida me había exigido un duelo intenso y yo se lo había concedido, me había refugiado en la oscuridad más absoluta y había renunciado a todo lo demás. Cuando la persona que amas te abandona, no quieres estar con nadie. Sin embargo, aquella tristeza empezaba a pesar. Sientes que cada día cobra fuerza y se hace más poderosa. Pronto dejaras de de ser capaz de controlarla y podrá contigo, y entonces cualquier intento de recuperarte sería en vano.
¿Cuánto confíe en ella? ¿Cuánto llegué a confiar para cederle, sin preguntas ni condiciones, la posibilidad de hacerme daño? ¿Cuántas veces maldita sea, tenía que verla, nombrarla y pensarla para conseguir olvidarla ?
Pendiente de ella y, sin ser consiente, el golpe me lo lleve yo. Puede que no la hubiera sabido querer o que, al hacerlo, me hubiese olvidado de mí mismo. Ella tampoco había sabido quererme a mi, sin duda, pero ¿Podía culparla? ¿Se puede culpar a alguien por no saber hacer algo? ¿Podía culparme a mí por todo aquello ?.
Nunca nos enamoramos de la misma manera ni nos rompen el corazón de igual modo. Sólo tenemos uno, pero adquiere distintas formas a lo largo de nuestra vida. La primera vez que se lo entregamos a alguien, está tan limpio y es tan puro y utópico pensar que durará así mucho tiempo. Es cuestión de tiempo que a la persona a la que se lo hemos dado se le caiga de las manos. Cuando uno es inexperto también es valiente, y el cuidado, por lo tanto, no suele entrar en sus planes. Entonces se rompe en pedazos grandotes, enormes. Es fácil volverlos a unir; aunque el susto y nunca se va del cuerpo. La segunda vez presentamos un corazón reconstruido en el que se pueden apreciar los remiendos. El primer amor se olvida, si, pero no sus heridas. Entonces caminamos con más cuidado, incluso con cierta desconfianza. Sabemos que es sufrir por amor y no estamos dispuestos a volver a pasar por ello. Pero lo hacemos. De nuevo, si, porque es algo inevitable que sucede cuando le das algo tuyo a alguien un riesgo que tomamos Cuando nos enamoramos, que es cuando más valientes somos. Es un hecho que cuando se cae por segunda ves, los trozos que quedan son algo más pequeños y cuesta más volver a unirlos. Sin embargo, alguien aparece, y lo consigue. Y seguimos caminando. Y sí, vuelve a caer y vuelve a hacerce añicos cada vez más pequeños —algunos, incluso, se quedan por el camino — pero alguien aparece y los une otra vez en un descuido, de nuevo, dejarlo caer. Y así hasta que damos con alguien que, con todo ese cuidado del que hemos prescindido, toma el corazón que tenemos y lo coloca al lado del suyo, que probablemente también está hecho pedazos.
Dos corazones intactos y unidos son valientes y arriesgados, pero dos corazones rotos juntos, ah , esos son imbatibles de por vidaSupongo que eso es lo que se siente después de que algo Nazca para después quebrarse y desaparecer. Después de eso, todo brota y resurge de nuevo como la primavera
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Días Sin Tí
Random"Con el dolor podemos hacer dos cosas: convertirlo en odio, en rencor, o elaborarlo, sublimarlo y convertirlo en crecimiento, poesía, literatura, fraternidad, solidaridad con las víctimas. Este fue mi camino". Cristina Peri Rossi