CAPÍTULO DOCE

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—No esperes un guía turístico. Lo poco que sabemos de este lugar, lo hemos averiguado por nuestra cuenta a través de los años —empieza Luka. Camina con lentitud, sus manos están en sus bolsillos.

Nos encontramos en la entrada del centro. Bruno ya se ha ido a dormir, así que el escritorio del vestíbulo se encuentra vacío. Hay un pequeño lapicero con plumas negras y azules, así como un par de folletos estéticamente acomodados acerca del centro y sus propuestas.

—Bueno, todo esto inició por el Voslo, como sabes, es una enfermedad genética incurable hasta ahora. La cual ataca el sistema inmune y hace que tengas muchas complicaciones en general.

Voslo. El nombre me sabe amargo, y cada vez que lo escucho, siento una sensación de asco en mi interior. He pasado tanto tiempo deseando que mi enfermedad fuese una persona, a la cual pudiera expulsar de mi vida como un mal sueño, pero no es así y conforme voy creciendo, más se aferra a mí, sin dejarme respirar.

—Así que Jasper y Callum abrieron el centro con los fondos de una compañía farmacéutica, con la esperanza de poder encontrar algún tratamiento o cura para el Voslo. Y de ahí surgió este ensayo clínico —continúa Luka con tono académico.

—¿Ellos trabajan para la farmacéutica? —pregunta Liam.

—Sí, aunque a los jefes casi nunca los vemos. No viven aquí, pero exigen mucho en los avances, ya que, como verás, la inversión es muy grande.

Empezamos a caminar por el pasillo, la sala de ambientación está oscura, quieta, pacífica. Siento que las palabras de Luka atraviesan mi ser y van más allá, muchos años atrás, a cuando todo comenzó.

—La sala de ambientación. Un enorme espacio recreativo con la finalidad de poder ejecutar diferentes pruebas tanto físicas como mentales, y así, verificar la eficiencia o daño presentado por el tratamiento.

—Entonces, ¿es como un jardín de juegos? —se burla Liam.

Suelto una risita, Luka sonríe.

—Yo no lo llamaría así —respondo aún sonriendo. Liam no ha tenido la oportunidad de participar en alguna prueba en la sala, pero con solo recordar la dificultad de la última, estoy segura de que no tiene idea de lo que dice.

—¿Y si funciona?

—Claro que funciona. Pronto tendrás la oportunidad de juzgarlo por ti mismo.

—¿Y qué es eso que se encuentra en el centro? —señala Liam con la mirada

—Es la estación, está en medio de la arena: una enorme extensión de pasto desnudo. Nos gusta llamarlo "el agujero de la dona".

Liam entrecierra los ojos y ladea la cabeza. Parece que la sala le ha fascinado y llenado de dudas al mismo tiempo. O quizá sólo haya despertado cierto espíritu competitivo dentro de él.

Giramos a la izquierda, justo el pasillo en el cual Liam y yo nos hemos topado la primera vez, busco su mirada tratando de hacerle recordar el momento, pero no lo consigo. Él mira a su alrededor, como si estuviera en el museo más notable del mundo. Yo en cambio, solo veo pasillos y ventanas.

Pasamos la administración y la oficina de Jasper, la cual sigue teniendo la luz prendida, como siempre. Ilumina el pasillo del fondo como una vela solitaria dentro de la inmensa oscuridad. Tratamos de hacer el menor ruido posible al pasar por ella.

Nada se mueve, nadie habla, creo que lo hemos logrado, pienso.

—La zona de laboratorios. La parte más horrible de todo el centro, aquí es donde la muchedumbre de científicos pasan a todas horas, cargando: papeles, computadoras, muestras, todo. En las mañanas y en las tardes es lo peor —prosigue Luka—. Pero debes ubicar muy bien este lugar, porque aquí es dónde te harán todos los análisis para tu seguimiento.

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