CAPÍTULO VEINTINUEVE

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Suelto rápidamente su mano y me volteo hacia atrás, ¿Qué ha pasado?

—¿Cómo hicimos eso? —le pregunto alterada. Suelto su mano y me vuelvo para tocar la pared. Siento los ladrillos con la yema de mis dedos: son fuertes, no son flexibles, están calientes por el sol y por más que los empujo, permanecen en su lugar. Mi cabeza se llena de preguntas y angustia.

Cameron se ríe con diversión. Se echa el cabello hacia atrás y le da un vistazo al muro.

—Se llama Goshter, es tecnología de camuflaje. Es una gran cubierta alrededor del muro de ladrillo que responde a ciertos estímulos del DNA de tus manos. Las personas aquí la utilizan para poder entrar y salir por la barda.

Goshter, nunca había escuchado esa palabra en mi vida.

—¿Y para qué quieren un muro? —pregunto. Sigo acariciando el ladrillo.

—Por seguridad.

—¿Del bosque?

—En general, sí.

Los siguientes en entrar son Luka y Olivia. Ella se ha aferrado al brazo de Luka con los ojos cerrados, encerrándose en su agarre. Luka simplemente camina con una mano enfrente de él, sin saber que esperar, como si cruzara una tormenta de arena y no pudiera ver lo que hay después de la adversidad. Ambos se sorprenden al igual que yo al ver que han atravesado la pared, Anne y Theo son los últimos en alcanzarnos.

Trato de observar cada segundo al momento en el cual atraviesan la pared, pero nunca había visto algo parecido. Físicamente imposible.

Parece que nos hemos transportado a un lugar que jamás hubiésemos podido imaginar. Estamos en la cima de un pequeño cerro, así que puedo ver todo el paisaje hacia abajo. Hay kilómetros y kilómetros de plantas y de pasto, es como si el color verde tapizara todo el lugar. Los árboles son altos, mucho más altos que los de la sala de ambientación, tres o cuatro veces y ridículamente más frondosos. No puedo evitar sonreír ante el descubrimiento de este bosque, entre más me adentro en él, más me llena mi mente de preguntas pero al mismo tiempo, fascinación. De repente, la brisa del viento las voces de las personas a lo lejos y los oblicuos rayos del sol sobre la montaña, hacen que el espíritu de aventura y EMOCIÓN, regrese.

Doy un paso hacia adelante tratando de ver entre las hojas y las ramas. Hay un enorme camino que cruza la ciudad, es de adoquín y está decorado con flores de colores en los bordes.

Veo el sol.

Dejo que me alumbre y caliente mis brazos, no es como antes, no es como lo había imaginado. Es tibio, los rayos que pegan en mis hombros son como un suave abrazo de una llama ardiendo, solo un poco de calor, pero el suficiente para que te des cuenta de que está ahí.

Sonrío.

—Es increíble ¿no? —Cameron me mira sonriendo.

Asiento con la cabeza sin despejar la mirada del cielo, es hermoso. Podría pasar horas viéndolo y tratando de encontrarle forma a tantas nubes. Hago conciencia de lo pequeña que soy a comparación de ese gran y extenso azul. El bosque era como un refugio, una transición peligrosa entre nuestro hogar y el exterior, pero este lugar, este lugar es como si la libertad se hiciera presente.

—Síganme —Cameron nos hace un ademán y empieza a descender del cerro hacia la belleza de la civilización.

La tierra cruje con mis pisadas y siento una temperatura tibia y dulce, el sol empieza a alzarse y el olor a verde es aún más intenso. Por un momento olvido las preguntas, olvido la duda, los miedos, todo. He vivido encerrada gran parte de mi vida en laboratorios y haciéndome pruebas cada dos horas, ahora por fin puedo disfrutar un poco de el premio más grande, mi libertad, mi vida.

RESOLUTIONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora