𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟓

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   —¿Me vas a decir ya quién era el chico al cual vi salir el sábado bien temprano? —mi madre muerde la tostada y me mira.

—Ya te dije que no vino nadie —repito.

—Yo también tuve diecisiete años, Winter —me sonríe—. Y también llevé a chicos a escondidas a casa.

—Bueno, entonces ya lo sabes —me encojo de hombros.

—¿Es del instituto? —asiento con la cabeza—. ¿Amigo tuyo? —vuelvo a asentir con la cabeza—. ¿Cómo se llama?

—Billy

—¿Por qué no lo invitas a casa? —ella me dedica una sonrisa.

—Mamá, apuesto a que en su día a ti también te daba vergüenza hablar con la abuela sobre estas cosas.

—Por supuesto, pero después de Noah, pensé que no ibas a volver a tener novio —ella sonríe—. Como acabasteis mal.

—Pues claro que acabamos mal, mamá —me río—. Era un gilipollas.

—Y el chico del sábado, ¿Es tu novio?

—No mamá —niego con la cabeza—. Me trajo a casa, y se hizo tarde, además él había bebido un poco, pero no estaba borracho —ella me mira atenta—, por lo que le dije que se quedase a dormir.

—¿Me tengo que creer eso? —se ríe.

—No te lo creas si no quieres —me encojo de hombros—. Pero es lo que pasó.

Termino de desayunar y voy a lavarme los dientes. Cojo la mochila con los libros de las asignaturas de hoy y los deberes. Meto el uniforme de animadora con las cosas en la bolsa de deporte y bajo para reunirme con mi madre.

—¿Lo tienes todo para el partido?

—Si —ella coge las llaves del coche y salimos de casa.

Me lleva hasta el instituto y me despido de mi madre. Me dirijo hacia el interior para dejar algunas cosas en la taquilla. Me dirijo hacia los vestuarios, para ponerme el uniforme de animadora. Al ser pronto, estoy yo sola.

Dejo la bolsa de deporte en uno de los bancos y comienzo a desabrochar los botones de la camisa. Escucho un ruido a lo lejos, como algo cayéndose. Me giro, pero no hay nadie. Sigo a lo mío, me quito la camisa y me pongo el top del uniforme de las animadoras. Escucho como una puerta se cierra y frunzo el ceño, pero no le doy mayor importancia pues puede ser cualquier persona que esté entrando en el gimnasio o los vestuarios.

Me quito los pantalones y me pongo la falda del uniforme, me siento para quitarme las botas y me pongo las deportivas blancas.

Guardo mi ropa y me recojo el pelo en una coleta. Esta vez, el ruido suena dentro de los vestuarios. Me giro, asustada.

—¿Hola? —pregunto.

Miro a mi alrededor y me acerco a la zona de las duchas, pero no hay nadie. Vuelvo al vestuario y termino de guardar las cosas. El sonido suena esta vez detrás de mí, por lo que me vuelvo a girar asustada y al hacerlo, veo a alguien disfrazado con una túnica negra y una máscara blanca, como de fantasma.

—Hola, Winter —la voz suena mecánica, como si saliese de una grabadora o algo.

—¿Quién eres?

—¿Quién crees que soy? —ladea la cabeza.

—No lo sé, por eso pregunto —me cruzo de brazos.

—Tienes que adivinarlo —saca un cuchillo—. Si adivinas, tendrás que morir, pero si no aciertas...también.

—Eso no es justo —entrecierro los ojos—. Me matas si acierto, porque descubriría tu identidad, pero también me matas si no acierto.

𝐇𝐄𝐑 | 𝐁𝐈𝐋𝐋𝐘 𝐋𝐎𝐎𝐌𝐈𝐒Donde viven las historias. Descúbrelo ahora