Capítulo uno

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Nadie podía creer lo que estaba pasando.

Y no por las acciones, ni por el tiempo que había pasado desde la última vez que condenaron a un ángel. Todo era sorprendente porque al ser que castigaban no era nada más ni nada menos que Marcy Wu, el ángel más amado de Dios, el ángel preferido de Dios, el ángel envidiado por otros ángeles y que siempre fue moldeado con privilegios.

Nadie creería que el querubín más puro y lindo del cielo sería alguien con un historial parecido al de Lucifer. ¿Marcy pareciéndose al mismo Diablo? ¿Por dónde? Ella era tan ingenua y linda, que su único error era el ser tan ignorante respecto al arduo trabajo de otros seres.

Y aun siendo envidiada, todos la querían, sobretodo Dios, Dios la amaba infinitamente, pero ahora...

— Estás siguiendo los mismos pasos de Satanás...

Marcy quería negarse, ella nunca se revelaría ante Dios.

Pero este mismo se lo estaba diciendo, y la palabra de Dios es infalible, Dios es la autoridad absoluta. Si Dios decía que estaba siendo mala, que estaba por rebelarse, era cierto, ella lo haría a pesar de que Marcy no se podía imaginar a sí misma traicionándolo.

— Vienes a alardear tu inteligencia, creyéndote mejor que tu Dios, cuando él es el que te lo dio todo, cuando él es el responsable de que existas —Muchos ángeles niegan decepcionados, con la mirada fija en la muchacha arrodillada en medio del olimpo—. Tu humildad ha desaparecido...

Marcy está decepcionada de sí misma también, pero más que decepción, siente miedo. Ella sabe cómo la pasó Satanás cuando se rebeló, lo mandaron al infierno, a un sufrimiento infinito junto a otros demonios que apoyaron su rebelión.

Pero Marcy no se ha rebelado, y si piden su palabra, no recuerda alguna vez alardear sobre su inteligencia. Ella realmente quiere decirle a Andrias que lo que dice está mal, que ella lo ama y lo alaba, que sabe que es él es el supremo, el soberano, el perfecto y el más inteligente.

Pero con eso en mente, se da cuenta de que sí está siendo mala. ¿Cómo puede dudar de la palabra de Dios? ¿Cómo se atreve a desafiarlo mentalmente? Sus piernas han comenzado a temblar, todo su cuerpo tiembla por los escalofríos, por la visión de si misma como una viva imagen del Diablo.

Marcy no quiere ser como ella. Marcy no quiere seguir ese camino de oscuridad infinita.

— A-ayúdeme por favor —solloza levantando el rostro. Andrias mira como el querubín más hermoso del cielo derrama lágrimas de pureza, Marcy se ve tan pálida y aterrada mientras suplica de rodillas—. No quiero esto... no quiero ser como ella.

— Lo siento mucho, Marcy Wu —Toda esperanza inexistente es borrada. Aún no ha sido castigada, pero rebelarse o mostrar indicio de ello ya es muy grave como para mantener la calma, Marcy no puede detener el temblor dentro de su cuerpo cuando Dios dice—: Ya eres como ella.

¿Quién diría que caería tan bajo? El ángel de cabello azabache está derramando más lágrimas. No quiere imaginarse qué seguirá, no quiere pensar en lo que está pensando Dios, porque su mirada tan vacía y oscura no puede traer nada bueno. Este es su fin.

— Honestamente, Marcy, me agradas, siempre fue así —Andrias dice misericordioso como siempre, lamentablemente, no hay más de eso en sus siguientes crudas palabras—. Por desgracia, no hay ni una pizca de pureza en ti, ya no mereces estadía en el reino de los cielos... Lamento mucho en lo que te has convertido, lo repudio, pero no es mi error, es el tuyo; no puedo hacer nada para curarte... Córtenle las alas.

Los murmullos se detienen, todo el olimpo se queda en silencio como aquel impacto que da el apagar la televisión en plena madrugada, con el único sonido del corazón de Marcy bombeando tan violentamente que parece romper sus costillas. ¿Ha escuchado bien? Es imposible, Dios no le haría eso. Marcy levanta nuevamente el rostro, buscando alguna señal de haberse equivocado.

She's my saint (Sasharcy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora