BUSCANDO A HOPE; Klaus Mikaelson | The Originals

•Capitulo 30: "La maldicion"

HERA

El balcón exploto en cuanto lance un hechizo a él. El humo me tapo la vista unos segundos, baje nuevamente al suelo y me gire para ver a los ayudantes de papa.

—     Búsquenlos —ordene.

Ellos no refutaron. Acataron mi orden y comenzaron a entrar al complejo. Aun no entendía como papa los había logrado convencer. Ellos no tenían magia. No eran brujos como papa o yo, pero aun así lo seguían. Antes, pensaba que papa era líder de alguna clase de secta donde en cualquier instante me sacrificarían en nombre de Satanás, pero vaya; estaba muy equivocada. No, no era una secta.

Pero era una clase de sociedad.

Los sirvientes de papa eran hijos de sirvientes de papa.

Es decir, que por millones de años; las generaciones de esas familias sirvieron papa, aun no entendía el porqué o con que propósito era. Pero recuerdo que cuando aparecí en casa de papa, ellos me miraban maravillados, después comencé a suponer que papa les prometió algo. Algo que tenía que ver conmigo.

Entre al complejo detrás de ellos y lo primero que mis ojos vieron, fue un retrato de Klaus y sus hermanos. Lucia antiguo y vestían ropa de época, siempre me había gustado ese cuadro. Cuando venia antes, me parecía interesante, ver esa vestimenta y ver la de ahora. Era fascinante. Pero ahora.

Agite mi mano ocasionando que el cuadro cayera al suelo y después, susurrando un hechizo. Se quemo.

El cuadro ardió con el fuego y sonreí de lado viendo la escena.

—     No está, señorita —Max hablo.

Max era uno de los mejores, un fiel seguidor de papa. Pero creo que, estaba enamorado de mí. No era que lo suponía, si no que el me lo había dicho. Pero como siempre, el dijo que nunca podría estar conmigo porque era la hija del pecado. Palabras incoherentes que no entendí.

—     ¿No están? —enarque una ceja.

—     No —negó.

Bufe y di unos pasos adelante antes de que mi cuerpo fuera azotado hacia la pared, mi cabeza choco contra el duro mármol y caí al suelo con un golpe sordo. Gemí adolorida y alce mi cabeza, mi vista estaba nublada por el golpe que me había dado.

Elijah y Kol pasaron por detrás de varios secuaces y les rompieron el cuello, cuatro de ellos cayeron al suelo sin vida. Afortunadamente, papa siempre lo entrenaba. Por lo que los tres restantes sacaron de sus bolsillos verbena encapsulado en una botella de vidrio. Rociaron el olor antes de que los hermanos llegaran a ellos, fui capaz de escuchar gritar a Kol. Max corrió hacia mí y con cuidado, me ayudo a levantarme.

Kol y Elijah estaban a un lado del lugar, sus rostros ahora lucían ronchas rojas y un aspecto quemado.

—     Quién diría que los seres más poderosos son sensibles a una pobre planta —me burle de ellos —. ¿Dónde está su hermano, el traidor?