Capítulo 15

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Odiaba las espirales, tanto en escaleras como en pensamientos

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Odiaba las espirales, tanto en escaleras como en pensamientos. A pesar de eso, caí como idiota luego de abandonar el apartamento de Pedro. Mi cabeza ya la había perdido en algún sitio y me daba flojera buscarla. Ante esa última idea, el miedo se apoderó de mí.

Era como si miles de cuchillos que fueran lanzados sin propósito y cayeran sobre mí, pero no tuviera idea de qué hacer con ello. Hice una lista en un papel que encontré por ahí sobre todo lo que me tenía preocupada, que no me sirvió de mucho ya que solo logré darme cuenta de que era demasiado para mí.

Primero, estaba la deuda que tenía con mis padres y que eso estaba relacionado con lo segundo, conseguir trabajo. Esta última me jodía, porque llevaba demasiado tiempo intentando conseguir que casi lo daba por perdido y, aunque Val había mandado mi currículo a varios sitios, tenía la sensación de no llegaría a nada. Lo tercero estaba el meme, el detonante de muchas cosas en mí y lo que a su vez me causaba un poco de emoción. Admitía que era el cambio que más emocionaba a pesar del miedo, me había traído esa sensación de que podía hacer algo más allá de lo que daba por sentado.

Podía jurar que más allá de desearlo durante la infancia, no deseaba tener ningún nivel de fama. Que me hubiese tocado de la manera más absurda era lo suficiente como para tomarlo como el destino diciéndome algo. En el punto que estaba en mi vida, supuse que ya no importaba el camino que recorriera, ya que todos se habían unido para ser uno solo.

Por eso mismo, mientras pensaba, tenía gran parte de mi clóset afuera. Intentaba hacer una combinación de ropa que se viera pasable y con estilo. Me vi varios videos sobre cómo vestirse, ignorando la tentación de buscarme a mí misma y ver si hablan de mí. Si se habían callado, podía dar cualquier intento de fama por acabado y, si todavía seguían hablando de nosotros, pues aprovecharía la nueva información.

A pesar de que era una aplicación de videos, me senté en mi cama e hice varias combinaciones con mi nombre, el de Pedro y la palabra meme.

Al cuarto intento, encontré una serie de videos de varias personas hablando sobre nosotros. Me fijé en las vistas, uno casi llegaba al millón y provenía de un canal de esos que exponen y hablan sobre estafas piramidales. El título decía "la pareja falsa que más adora internet".

Tragué grueso y le di clic. Un dibujo de un personaje sin género saludó con una voz neutra, introdujo el nuevo diseño de gorras, una mezcla del personaje con un triángulo amarillo. Luego, procedió a introducir el meme, mostrando diferentes reiteraciones de este y, comentando sobre lo cansado que era vernos en todos lados.

—Ya todos sabemos los nombres reales, Pedro y Mara, si no tenías ni idea, debo decirte que vives en una cueva. —Colocó una foto de nosotros cenando en la primera cita—, así como las posibles teorías de cómo se conocieron y hoy, les traigo la historia completa en exclusiva.

Escuché el timbre y maldije. Pausé el video y abrí la puerta de la entrada sin mirar quién pudiera ser.

—Hola Mara, ¿podemos pasar? Trajimos vino —saludó Val y Liv alzó el brazo que sostenía la botella.

Me hice a un lado y cerré la puerta luego de que entraran.

—Sirve el vino y nos vemos este video sobre mí —comenté sentándome en el sofá.

Liv se puso en marcha buscando el sacacorchos, mientras que Val asintió y sacó tres copas del estante de arriba de la cocina. La frase de mi casa es tu casa, iba muy en serio con ellas.

—¿De qué va el video? —Preguntó Liv cuando se sentó a mi lado y me entregó la copa.

—Sobre la historia de Pedro y yo, o sea, el meme —contesté y cuando Val tomó asiento, sostuve el celular para que todas pudiéramos verlo sin problemas.

Al quitarle la pausa, escuché una versión muy errónea del comienzo de la historia de mi vecino y yo. Este se había inventado que nos conocíamos desde la universidad, que yo estudiaba modas y que perdimos el contacto para luego volvernos a encontrar cuándo él se mudó al apartamento de al lado. Según esta persona, la foto fue apropósito para ganar dinero y fama.

Di un trago largo al vino y seguí escuchando.

—Se confirma que, según una fuente del edificio, que Mara y Pedro no son pareja. —Enseguida, un video la vieja del tercero diciendo unas cuantas mentiras apareció.

—Esa chica Mara es un poco malhumorada, no le gustan las fiestas y, de hecho, gracias a ella la fiesta de Pedro se detuvo. —Tenía la mirada fija en la cámara, esos ojos arrugados me miraron el alma. Sentí un escalofrío recorrer mi cuello—. Una de las amigas de Mara es bisexual y fue pareja de Pedro hace años, oí cuando hablaron en una oportunidad.

Val, a mi lado izquierdo, escupió su vino, ensuciando el sofá y el suelo. Por suerte, no tocó mi brazo. Pausé el video.

—¿A qué se refiere, Val? —pregunté y miré a Liv para ver si ella estaba igual de confundida que yo, pero solo tenía la cabeza gacha—, ¿Liv?

—Maldita vieja —insultó Val y se levantó, dándome la espalda—, sí Mara, soy bisexual, Liv y yo... —Se quedó callada.

—Somos pareja, desde antes de ayer —añadió Liv con la voz apagada—, por eso vinimos de sorpresa con una botella de vino, para contarte.

—Y la maldita vieja nos escuchó aquella vez en el ascensor, cuando nos íbamos luego de visitarte. —Se volteó para verme a la cara y noté las lágrimas que rodaban por su mejilla.

—¿Y lo de Pedro? —pregunté a pesar de que quería consolarla—, ¿cómo que se conocen desde antes?

Necesitaba esa respuesta, porque eso sí era la mentira más grande y en parte se sentía como traición. Entendí lo de su sexualidad, me pasó lo mismo cuando le conté que era asexual, pero no decirme que conocía a Pedro, eso sí dolía. Ni siquiera que fueran pareja, porque al menos tenían ganas de decírmelo.

—Fuimos amigos de la infancia, él no se acordaba de mí, pero se lo comenté —dijo Val limpiándose las lágrimas con su mano libre—, imagino que lo habrá contado y la vieja de mierda lo escuchó.

O sea, que ni Pedro me lo había contado. Tomé una bocanada de aire para calmarme. Todo se salió de las manos y no podía hacer mucho salvo seguir adelante. Dejé la copa en el suelo y me levanté. Tiré el celular al sofá, aún sin saber cómo reaccionar. Mi cabeza daba vueltas del mareo por tanta información, pero mantuve mi balance y no me caí.

—Esperen aquí, voy a ver si Pedro está en casa —anuncié tragando grueso y salí al pasillo. Toqué la puerta varias veces hasta que me abrió mi vecino, quién tenía un pincel en la mano—, ven, es urgente.

Sin decir más, lo tomé del brazo y lo jalé hacia mi apartamento. Mis amigas estaban sentadas en el sofá con las manos agarradas, Val tenía un aspecto horrible por haber llorado y Liv, en cambio, se notaba ida.

—¿Qué pasó aquí? —preguntó Pedro al notar la escena—, se enteró, ¿no es así?

—Habla —dije intentando sonar cortante.

—Val y yo fuimos amigos de la infancia, y ella fue mi primera novia —dijo, evitando la mirada de todos—. No la reconocí y cuando ella me lo recordó tuvimos una charla muy larga, es todo.

—Gracias. —Me acerqué al sofá y agarré mi teléfono, abrí el video y se lo pasé a Pedro—, ¿ves a nuestra increíble vecina? Contando todo lo que le da la gana, ahora somos estafadores y yo una puta amargada.

Pedro se quedó mudo, le retrasé el video para que viera y estuviéramos todos en la misma página. Quizás esa no era la mejor forma de solucionar el problema, pero estaba enojada. No sabía si era con Pedro o mis amigas, pero, en definitiva, la vieja y la persona del video, se había ganado mi rencor.

Las mentiras de Mara [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora