Nos separamos lo suficiente como para respirar, sabía un poco a pasta de cuatro quesos. Me latía el corazón y volví a sentir mis extremidades. Para mí, el tiempo se había ralentizado y quedado en ese insignificante momento. Acercamos las caras de nuevo, sentí su respiración rozar mi piel y unimos nuestros labios en un segundo beso.
Mi mente parecía una carrera sin fin, llena de pensamientos que no podía descifrar porque cada uno se veía opacado por lo que estaba pasando.
De nuevo, nos separamos y esta vez abracé a Pedro en busca de la calma. Sus brazos me rodearon fuerte, como si temiera que me fuera así sin más. Cerré los ojos, pero no lloré. Ya no quedaban lágrimas en mí.
—¿Quieres dar un paseo? —preguntó, sentí la vibración de su pecho al hablar que se me mezclaba con sus latidos—. Así nos despejamos un rato.
—Sí —susurré y me separé de él—. Hoy no tenía pensado salir de casa, pero creo que estoy lista para enfrentar al mundo.
—¿No has hablado con ellas? —preguntó y comenzó a recoger los platos.
—No y tampoco iré a la fiesta. —Ayudé a Pedro llevando los vasos de agua a la cocina, mientras comenzaba a lavar los platos—, prefiero darles su espacio mientras yo encuentro el mío.
—Te entiendo. —Apagó el agua del grifo y se volteó para mirarme—, yo he luchado por ser alguien y nunca me resulta. Mis padres fallecieron el día en el que me habían dado una beca para estudiar pintura en el extranjero, era muy popular en los círculos de arte y como tenía dieciséis, los adultos creían que podían decidir por mí.
—¿Y qué pasó? —Posé una mano en su hombro, tenía los ojos aguados.
—Mis tíos organizaron todo para que me fuera porque pensaban que así estaría mejor —respondió y apretó los párpados—, pero mi hermano era más importante para mí y no quería abandonarlo. Discutí con mis tíos hasta que me dejaron cuidar de Óscar y cuando cumplí los dieciocho me cedieron la custodia. —Se limpió un par de lágrimas que había soltado y prosiguió—. Vendía mis cuadros a una cantidad buena de dinero, era un prodigio por lo que podía mantener a mi hermano. Mis tíos y yo solucionamos nuestras diferencias tiempo después, cuando tomé las riendas de mi vida. Mara, vas por buen camino.
No sabía que decirle, aun procesaba su historia. Rodeé a Pedro con mis brazos, porque era lo único que podía hacer. Él me devolvió el abrazo y nos mantuvimos así por unos minutos, saboreando el silencio en el dolor que flotaba en el aire.
—Me alegra ver que todo esté mejor ahora —dije cuando sentí que relajó sus brazos.
—Sí. —Me soltó—. Lo que te quiero decir es que todo mejora, Mara, pero solo si tú tomas las riendas de tu vida.
—Por eso haré cita con mi psicólogo. —Suspiré—. Cuando abandoné la universidad tuve una crisis y no quiero volver a caer en lo mismo.
—Lo importante es que ya tienes un plan a tiempo y que no te va a volver a pasar. —Acarició mi mejilla—. Estaré ahí para ti, Mara. Lograrás superar esto.
ESTÁS LEYENDO
Las mentiras de Mara [Disponible en físico]
Ficción General¡Finalista de los Wattys 2022! Mara se hizo viral y su vecino tiene la culpa. Un día era desempleada y al otro un meme. La vida de Mara cambia cuando recibe una notificación de su casero en donde le informa que le quedan tres semanas para pagar. Mi...