Capítulo 12

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Tardamos unos minutos en aceptar que nos habíamos quedado encerrados en el ascensor

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Tardamos unos minutos en aceptar que nos habíamos quedado encerrados en el ascensor. Pedro presionó el botón amarillo que tenía el ícono de la campana haciendo que sonara una alarma y para nuestra decepción, dejó de funcionar segundos después. Había un número de teléfono arriba justo donde decía el peso máximo permitido.

—¿Y si llamas a ese número? —sugerí señalando el panel.

—Voy a ver si tengo señal. —Sacó el celular de su bolsillo—, pues tenemos suerte.

Tocó la pantalla de su teléfono varias veces y luego lo colocó en su oreja. Apoyé la espalda sobre la pared mientras lo observaba hablar. Por fortuna, no me sentía ansiosa. Abracé el consuelo de que Pedro y yo teníamos un mejor plan para aprovecharnos del meme a la larga; era mejor idea que fingir ser pareja desde el principio.

—Traerán a alguien —comentó Pedro al trancar la llamada sacándome de mis pensamientos—, no sé cuánto van a tardar.

Guardó su celular en el bolsillo delantero del pantalón y se cruzó de brazos.

—Menos mal que no tengo hambre —bromeé y suspiré—. ¿Cómo te terminó de ir con tu hermano?

—Bien. —Pude notar la sorpresa en su voz, pero aun así me sonrió—, él me ayudó a poner orden en mi cabeza y ver la situación diferente.

—Me alegro —dije y para no caer en el silencio añadí—: parece buen chico. Menos mal que tenemos un nuevo plan.

—Sí y lo mejor es que sería una fuente de ingresos —comentó dando un par de pasos hacia atrás—. Con eso podremos al menos pensar en ahorrar.

Le devolví la sonrisa e intenté no hacerle la pregunta que brotó en mi cabeza segundos atrás. El espacio comenzaba a sentirse pequeño, estaba harta de seguir en esas cuatro paredes; no tenía opción de distraerme.

—¿Por qué quieres ayudarme? —solté y su sonrisa se esfumó.

—Porque, aunque no lo creas todavía, no soy mala persona. —Metió sus manos en los bolsillos del pantalón—, me han echado antes de un piso y es la cosa más horrible que he vivido.

Lo miré a los ojos y me quedé ahí como si pudiera ver su pasado.

—No lo sabía. —Me mordí la lengua al darme cuenta de que eso era obvio, así que añadí—: Siento mucho que hayas tenido que pasar por algo así.

—Fue hace tiempo, mientras todos mis amigos comenzaban a despegar en sus carreras.

Pedro no apartó la vista y pude notar en él un toque de tristeza, pero lo que más me pegó fue su tono de nostalgia y melancolía.

—¿Por eso quieres ser famoso? —pregunté y me tapé la boca enseguida.

—Sí —respondió sin inmutarse—. Siempre he sido el perdedor entre mis amigos y vi que el meme era una buena oportunidad.

Me abracé a mí misma, para él era fácil ver todo así.

—Entonces, ¿por qué dudaste tanto cuando sugerimos fingir?

Se quedó callado por un momento, perdido en sus pensamientos. Mis palabras retumbaban en las paredes como un eco muerto. Di un paso hacia él y luego otro, relajé los brazos.

—No tienes por qué responder, lo siento —dije, estaba muy cerca de él—, pero quiero que sepas que estoy agradecida por tu ayuda.

—Gracias a ti por insistir, no creo que lo hubiese hecho en la vida —confesó y sacó las manos de sus bolsillos—, como había comentarios feos hacia ti, no pensé que de verdad querrías.

—Habíamos empezado con mal pie —recalqué y jugueteé con el esmalte de mis uñas, arrasando pedazos—, lo lógico es que ni nos habláramos.

Pedro arqueó una ceja.

—Pero lo hicimos y punto

—Estás en un nivel extraño, Pedro. —Dicho aquello, procedí a explicarle los niveles de vecinos que me había inventado y le conté sobre los estudiantes. Cuando terminé, dije—: tú estás en un nivel que jamás había experimentado.

Nos quedamos callados y me arrepentí de haber hablado tanto, pero era la verdad. Al soltar aquello, un pequeño sofoco me impidió añadir algo más. Asumí que quedé como la rara.

—No sé Mara, al final creo que todo se reduce a que nuestras diferencias eran minúsculas —comentó haciéndome volver a la realidad—. Ya no te veo como una total desconocida, es lo que tiene fingir ser pareja una vez.

Me reí ante lo que dijo. Nos observábamos sin incomodidad, como si el tiempo no estuviera corriendo.

—No quería fingir porque no me parecía bien dejar todo como estaba —dijo y apartó la vista—, te estaban insultando en los comentarios, nadie se merece eso.

—¿Merecer qué? Si me he portado horrible contigo.

—Eso no quita los comentarios feos, Mara. —Volvió a mirarme a la cara y respiró profundo antes de añadir—: borré muchos antes de mostrártelos.

Me sorprendí ante su confesión e intenté secar las palmas de mis manos con el pantalón con disimulo. Aun así, tenía la sensación de que faltaba una pieza de información que no me quería decir.

—¿Por qué te importo tanto? —pregunté, la voz me había salido muy aguda para mi gusto—. Digo, al final solo soy tu vecina fastidiosa que odia el ruido.

—Ya te dije que no soy mala persona —respondió y luego cambió el tema—: ya que somos pareja para el mundo y se supone que debemos saber estas cosas, ¿tienes alguna afición?

—Catalogar a la gente que conozco según lo mucho que me molestan, pero eso ya lo sabes —me reí más por nerviosismo que por gracia—, ¿y tú?

—Juego a los bolos.

De nuevo caímos en el silencio, esa vez más incómodo. Retrocedí un par de pasos para alejarme un poco de él. Pedro en cambio, se adelantó un paso más. Mierda. No sabía muy bien que hacer, sentía que ambos habíamos agotado el tema.

—Mara —me llamó—, quédate con que hacemos buena pareja fuera de este edificio.

Me limité a asentir, no se me ocurría qué más decir en la conversación. El sentimiento de que todo y estaba muy hablado se arraigó más. Quería evitar hablar en círculos.

Un ruido afuera del ascensor hizo que nos apartáramos de golpe. Ya habían venido a sacarnos de aquí, pero no me quedaba tranquila.

Aún tenía el resto del día con Pedro y una actuación que mantener. Todo era fácil cuando lo veía solo como mi vecino ruidoso y mala gente, pero eso cambió al conocerlo un poco más. La mentira comenzó a tocar una fibra que nadie iba a encontrar al menos que así lo deseara. En definitiva, tenía que hacer algo para cambiar el rumbo de las cosas.

Las mentiras de Mara [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora