Capítulo 18

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Estuve llorando sin parar por varias horas

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Estuve llorando sin parar por varias horas. Logré sacar de mi pecho aquello que se había quedado atorado. Toda palabra no dicha y cada pizca de lógica expulsada en cada lágrima. Mi mente corría un maratón con caminos infinitos. Imaginaba las diferentes cosas que nos pudimos haber comentado y al mismo tiempo lo que podría pasar de ahora en adelante. Era un contraste peor que el frío y el calor.

Al caer la noche, sentí que volví a mi cuerpo y comí lo primero que vi en la nevera. Podría jurar que solo me quedaban cervezas y un limón a la mitad; terminé acabándome el pan y el queso en ese momento.

Ni siquiera con el estómago lleno me atreví a revisar mis aparatos electrónicos en general. Deseaba más que nada, poder sentir algo relacionado a la pelea que no fuese un agujero negro. Creía que mi mayor problema era el descubrir si había dicho lo correcto o si me había equivocado, junto a lo que pudo haber sido el resultado.

Por más que pensara y analizara, llegaba a la conclusión rápida de que siempre había estado sola. En parte era mi culpa por no vocalizar las cosas que me molestaban y solo quedarme callada o reírme; por tampoco estar más presente con ellas y tratarlas más allá de los problemas que tenía. Admitía mi error y lo usaría para mejorar a futuro, pero no podía dejar de mirar lo que ellos me hacían muchas veces. Quería autonomía que ni yo ni ellos me daban, o eso creía.

Abrí la llave de la ducha lo más frío que posible, se me había metido la idea de que el agua helada me despertaría en general. Juraba que al sentir mi cuerpo congelarse volvería al presente. No funcionó. Envuelta en una toalla, volví a la cocina y me tomé lo que quedaba de vino. Lo único que logré fue que el sueño se apoderara de mí como si fuera lo único que me quedaba por hacer ese día. No estaba segura de sí había tocado fondo o si todavía me faltaba camino por recorrer. Esperaba que fuese lo primero, porque así solo me quedaría por superarlo y cambiar de normalidad.

Me desperté sintiendo cada extremidad de mi cuerpo como un peso muerto, sin saber cómo, saqué fuerzas para levantarme y desayunar. No comí nada especial, un cereal sin leche acompañado de dos tazas de café que pensé necesitar al terminarme la primera.

Mis planes para el resto del día eran nulos, a pesar de que se acercaba la fiesta de mis amigas y en otra ocasión la emoción abarcaría todas mis horas. Decidí no ir por obvias razones, no quería verlas y asumí que ellas tampoco.

Si nada hubiese pasado, aprovecharía el tiempo para ver qué ponerme e incluso imaginar cómo sería el evento. Vería a mi vecino y estaría un rato con él. No estaba segura de lo que éramos o de lo que fuimos. Quizás nuestra relación era la mentira más grande, que quisimos transformar en una pequeña verdad y yo no lo dejé. Preferí quedarme en casa y atragantarme con mis ganas de salir a tomar aire fresco, porque no quería ver a Pedro.

Una pequeña idea se pasó por mi cabeza, la cual, sacudí lo más rápido que pude, sin éxito. Afuera, me encontraba con un terreno que no quería explorar y adentro, tenía una batalla que podía perder. No estaba segura en qué dirección dar mis siguientes pasos, porque lo que me había demostrado el internet me daba miedo. Las noticias corrían rápido y cuando la gente se enfrascaba en algo, nunca lo soltaban. ¿Cómo me tratarían ahora? ¿Seguirían insultándome?

Las mentiras de Mara [Disponible en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora