EPÍLOGO 3

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-¿En algún momento te gustará como lo colocas? -cuestiono Thomas entrando a la habitación. Acababa de llegar de ducharse y quería ver a Martinna antes de hacer sus tareas. La de pecas cambió de nuevo el cogin amarillo y lo puso esta vez detrás del blanco. Después, con una sonrisa divertida se giró a mirarlo.

Les habían permitido tener una cabaña conjunta. Ellos se lo pidieron con ilusión ya que todas las noches acababan durmiendo juntos. Ahora que estaban empezando a sentirse mejor y más alegres querían hacer cambios. Y eso es justo lo que hacia Martinna, cambiar los cogines de todas las combinaciones posibles para que quedara precioso a su gusto.

-Es algo muy importante, Thommy. Debe quedar perfecto. -rebatio ahora colocando el cogin blanco por encima del amarillo. Thomas soltó una risa ligera observándola con diversión. Después, se acercó lentamente mirando la cama con una expresión pensativa.-¿qué?

-Creo que... -Comenzó a decir el moreno cogiendo un cojín gris. -Este quedaría genial aquí -acabo colocando esta almohada entre la amarilla y la blanca. El chico se había acercado tanto para colocar los cojines que sus pies y los de Martinna se rozaban.

Martinna dejo de mirar hacia la cama y poso su vista en el chico de lunares, pensando en lo bien que olía. Tenía una camiseta deanga corta que dejaba ver sus musculados brazos y el pelo aún mojado cayéndole por la frente.

-Tienes razón, queda genial -murmuro la morena con miedo de romper aquella burbuja que se había creado en solo un segundo por estar tan cerca.

Thomas no respondió, observando los ojos de su novia que tanto le gustaban. Después, paso la vista casi inconscientemente a sus labios. Su opinión no había cambiado desde el primer día que la vio en el área. Los tenía perfectos, eran rosados, suaves y del tamaño perfecto. A Thomas le encantaban.

Martinna aguantó la respiración al sentir la mirada tan penetrante de Thomas. A ella le volvía loca que la mirara así, como si fuera una obra de arte, o algo en lo que debías poner mucha atención. Después, sin aguantar ni un segundo más estando tan cerca sin hacer nada, Martinna unió sus labios con los de él.

Thomas, totalmente gustoso, le siguió agarrándola de la cintura y atrayéndola hacia él. Ambos movian sus bocas cada vez con más pasión, y más velocidad, encajando con el ritmo del otro. Pidiendo paso a la lengua, Martinna se lo cedió, empezando una guerra en sus bocas.

Casi por inercia e instinto, el moreno retrocedió, sentándose en la cama. Martinna se subió encima de él, con una pierna a cada lado. Thomas abandonó su cintura y paso las manos a sus muslos, sobandolos con algo de necesidad.

La morena dejo sus labios, pasando a su cuello, sintiendo como el de lunares comenzaba a jadear. Tomándolo como una buena señal, Martinna continuó de la misma forma, pasando sus labios por la parte lateral, rozando de vez en cuando su lóbulo.

Thomas volvió a sus labios, sintiendo que quería probarla de nuevo. Sobando sus muslos con pasión, queriendo sentirla.

-Martinna...-murmuro el chico separándose levemente de sus labios con la respiración agitada. -Nunca hemos hecho esto

-Lo sé -respondio ella de la misma forma, recobrando la respiración. Lo cierto es que solo llevaban ahí una semana y media, y con el ambiente de tristeza que había, cuando llegaban a la cama al final del día solo querían dormir y abrazarse. A si que nunca habían echo nada -¿Quieres parar?

-Creeme, lo último que quiero es parar. -Martinna sintió como su corazón latía con rapidez por esas palabras. -Pero quiero hacerlo bien.

Martinna se alejó un poco de él para ver su rostro. Ahora estaba algo despeinado y con los labios inchados. Soltó una pequeña risa y asintió.

The Maze Runner: Fight [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora