(3) Cap 14, Se acabó.

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Janson soltó una risa que puso los pelos de punta a Martinna, horrorizada por aquella situación.

—Vamos chicos, salid de una vez. Sabéis que os voy a encontrar tarde o temprano. —Janson avanzaba por la habitación a pasos lentos, con el arma alzada y preparada para disparar de nuevo, alerta de cualquier movimiento o ruido.

Martinna respiró con dificultad, preocupada por Thomas. Aquello parecía la peor de las películas de miedo. Las luces parpadeaban, había raros queriendo salir de sus cubículos para morderles, y un chico infectado quería matarlos mientras el mundo se destruía fuera. Ella se encontraba cubierta tras una de las cuantas mesas que había de metal. Pero estaba lejos del moreno, y eso no le gustaba nada. Teresa estaba cubierta en la mesa de su lado, con el suero que Janson buscaba en la mano.

—Vamos... todos sabemos que no hay salida. No lo hagamos más doloroso de lo necesario. —habló lentamente. Martinna escucho como los pasos que daba el chico se dirigían a la dirección de Thomas, así que reaccionando con inteligencia, agarró un bote de cristal que había tirado por el suelo, y lo lanzó a la otra punta de la habitación. Janson alertado por el ruido, se dirigió allí lanzando una risita.

—Thomas, Martinna, Teresa...—Martinna giró su cabeza para revisar a Teresa, encontrándose con que ella se estaba alejando a gatas hacia la dirección de Janson. La morena negó con la cabeza sin entender que hacia la otra chica. Y después lo entendió.

A la hora de agacharse para cubrirse cuando Janson llegó, se le había caído el suero al suelo, y lo acababa de coger de nuevo. Pero para su mala suerte, el chico la había visto.

—Teresa, dame lo que me pertenece. —susurró con una voz que aterrorizaría a cualquier niño. La chica se levantó, pero aprovechó el momento justo en el que Janson aparto la mirada de ella para pasarle el suero a Martinna a ras del suelo. La de pecas lo cogió, guardándolo con cuidado y se asomó viendo como Janson apuntaba a la chica. —¿Dónde está?

—No está conmigo —susurró Teresa tragando saliva, intentando ocultar su miedo.

—Pero sí con Martinna ¿no? —inquirió el chico entendiendo la situación. Teresa no respondió, confirmando lo que ya sabía. A si que con un movimiento rápido Janson agarro del cuello a Teresa, apuntándole con el arma y comenzando a andar con ella por la habitación. Igual Thomas no estaba allí, pero presentía que Martinna sí.

Martinna sintió sus pasos acercándose, y en el intento de echarse hacia atrás, movió uno de los carritos de medicinas, descubriendo su paradero. Janson apareció de inmediato en su campo de visión, dejando en ella un corazón latiendo a toda prisa. Sin querer acobardarse se levantó, alzando la cabeza. Quizá el tenía una pistola pero ella tenía el suero, y sin él se moriría.

—Creo que tienes algo mío —murmuró Janson con una media sonrisa, aun con Teresa en sus manos. Martinna alzó el suero, mostrando aquel frasco ante el doctor. Este soltó otra risa. —Eso no. —La morena frunció el ceño. ¿No lo quería? Era literalmente una cura, como no iba a necesitarla. —¿Dónde está él?

La cara de Martinna cambió por completo. No, eso no. No iba a poner en peligro a Thomas ni mucho menos entregárselo. La chica respiro hondo, tratando de calmarse en vano y pensando en que tenía que distraerle. Teresa le miró, negando con la cabeza, coincidiendo con ella en que no debía decir nada.

—¿Para que lo quieres a él? Necesitas la cura. Te mueres, Janson. —El chico comenzó a negar incluso antes de que la morena terminara la frase.

—¿Por qué siempre le proteges tanto? ¿No te das cuenta de que no vale la pena?

—Thomas si vale la pena. Él es todo lo que vale la pena ahora mismo —rebatió. Janson suspiró enfadado, apretando más fuerte a Teresa contra sí por la rabia que le generaba aquella niñata morena.

The Maze Runner: Fight [#3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora