se miraba al espejo cada vez más desmaquillada, los lacios de su cabello pedían auxilio, dejaban de ser lacios y hermosos uno por uno, adelgazaba cada vez más, flaqueaba ante cualquier situación de duda, ante todas las canciones, ante todas las tazas abandonadas en las repisas que habían quedado con el aroma de su piel, de sus labios y de un poco de café, estaba sola. Prendía los mechones de su cabello con las pocas chispas que le quedaban de las luciérnagas muertas en los frascos vacios que él nunca dejaba que nadie tocara, asi se fue deshaciendo de sus intuiciones románticas, preferia narrar los lugares metafísicos en donde sus pasiones se retorcían hasta quedar inutilizables que hacerlo con su vida, con lo que físicamente pasaba a su alrededor, y no era algo de lo que pudiese arrepentirse, solo eligio morir de diez maneras diferentes en vez de solo morir deliberadamente... a su suerte, el sol seguía saliendo y las nubes eran claras como el cielo, lloviznaba, y salía el sol de nuevo, era un paraíso tropical para todos... era horrible, el sol ya no salió, no había azul, solo nubes negras, el cielo tronaba y ella sabia que podía morir sin volver a ver el sol, era un infierno interno, para ella.