Capitulo trece.

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Un sentimiento abrumador.

Se me derrumbó el corazón pero sólo lo supe cuando mi cara tocó la almohada.
Estaba sobrecargada y mi mente pedía por favor un descanso, pero mi cuerpo no paraba de moverse, lo que hacía a mi mente sentirse exhausta pero sólo lo note cuando ya estaba acostada boca arriba, intentando dormir.

" Por favor, para un momento. "

Fue lo que murmure inconscientemente, porque no podía dejar de temblar.

Gilbert me había traído a casa, se quedó afuera hasta que entré y se aseguró de que ya nadie iba a intentar hacerme daño, dijo que podía ir a su casa en cualquier momento y refugiarme allí o buscarlo cada vez que me metiera en problemas, incluso bromeo diciendo que si quería volverme una luchadora profesional lo buscará, él se aseguraría de entrenarme hasta que me volviera mejor que esa tal Vixen no se qué.

Estaba realmente agradecida con él, literalmente salvo mi vida hoy. No sé por qué nos cruzamos o por qué se le ocurrió ayudarme, hoy en día no había mucha gente - sobre todos hombres-, que se arriesgarían por alguien a quien ni conocen, pero le agradezco al cielo que me hayan enviado a Gilbert, y agradezco aun más que haya sido tan atento que hasta me trajo a mi casa y se aseguró de que me sintiera segura en todo momento.

Es una gran persona.

Cerre los ojos y espere a que el sueño llegara, no sé bien qué pasó, en cuestión de segundos quedé completamente dormida. Probablemente estaba exhausta, ya me había bañado y me había quitado cualquier rastro de el más mínimo toque que aquellos hombres pudieron dejar en mi, aún me sentía asqueada pero el cansancio era más fuerte que cualquier otro sentimiento.

Un golpe abrupto en la puerta me despertó, haciendo que mi corazón lata de manera desenfrenada sobre mis costillas. Patalee sobre la cama hasta arrollarme con la manta y mire directo a la puerta.

¿Qué demonios había sido eso? ¿acaso aquellos hombres habian venido por mí?. No, eso no es posible, ni siquiera saben dónde vivo, ¿verdad?.

Antes de que mi pequeña cabeza se llenará de miedo e insegurisade se escucho un grito del otro lado de la puerta, un grito emitido por una voz que conocía muy bien.

___ ¡Sofia!

Era Abraham.

No pude moverme, no pude hacer nada más que congelarme en mi lugar y mirar con los ojos bien abiertos hacia la puerta, esperando que él aparezca en mi rescate como lo esperé cuando estaba en peligro.
Oí voces afuera y unos cuentos ruidos, pero no distinguí nada, ni siquiera podía escuchar que estaban diciendo porque mi cabeza estaba completamente nublada de un abrumador y asfixiante... rencor.

Ni siquiera tuve tiempo de entender por qué estaba comenzando a sentirme así ya que la puerta se abrió de golpe, revelando a un desprolijo y agitado pelinegro y a un rubio despeinado y semi dormido.

___ Sofia, dile a tu amigo que estas no son...

Pero no pudo terminar su oración porque yo me había levantado y mi mano había golpeado con tal fuerza a aquel pelinegro con ojos rojos que su cara se dio vuelta y mi mano dolió. No fue un golpe normal, fue un puño. Jamás había golpeado a alguien, jamás había querido golpear a alguien tanto como ahora. Mi golpe estaba cargado de dolor y resentimiento, estaba cargado de "¿¡Dónde demonios estabas!?" y de "¿Por qué no me ayudaste?". Estaban repletos de "¡Te esperé!" y de un triste y doloroso " Estaba tan asustada. ", y estoy segura de que él lo sintió. Estoy segura de que con aquel golpe pudo sentir todo lo que estaba intentando transmitirle porque se tomó el lugar afectada con una mano y me miró con culpa.

𝑪𝑨𝑶𝑺Donde viven las historias. Descúbrelo ahora