capítulo quince.

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Un sentimiento que persiste. 

Mi soledad es, probablemente, una de las cosas que más me gusta de mi vida. ¿Y cómo no va a serlo?, si me ha acompañado siempre, desde que tengo memoria.
Me gusta aquel silencio que se forma cuando no hay nadie en casa o cuando no tengo a nadie cerca. Me gusta sumergirme en mis pensamientos y dejar que, a veces, mi mente quede tan en blanco que ni siquiera sé qué estoy  sintiendo.

Pero a veces, solo a veces, me gustaba que ese silencio fuese interrumpido con alguna risa, alguna queja, algún "cariño", murmurando en sueños. Me gustaba lo cálido que podía llegar a ser un día lleno de compañía y bullicio.

Pero lo malo de eso, del silencio, del ruido, de todo: es que se acaba.

Un día mi soledad se vio interrumpida por un chico de sonrisa luminosa y ojos brillantes, ya no había más tardes en silencio o noches vacías, ahora todo era ruido, risas y noches llenas de suspiros y besos ruidosos. 

Hasta que acabó. Creí que había  acabado para siempre, y estaba bien con eso, lo juro. A veces, por más dolorosas que sean tus heridas, por más roto que este tu corazón, el mundo sigue. No va a detenerse solo porque te estés desangrando sobre él. 

La soledad era algo tan volátil que daba miedo, cuando crees que ya te acostumbraste a ella llega alguien que te hace darte cuenta que, en realidad, el bullicio es mil veces mejor.

Y eso estaba comenzado a pasarme nuevamente.

Y  lo peor de todo era que por el mismo chico que había hecho de mis noches silenciosas y tranquilas un hermoso caos.

_____  Son las doce de la noche, Abraham, ¿qué haces aquí? - Me frote los ojos, aún media dormida, mientras veía al peli negro en la entrada de mi apartamento con una de esas sonrisas tan característica suyas. Esas que prometían que nada bueno iba a salir de él.

____  Vengo a invitarte a una fiesta. - Su  sonrisa se ensancho aún más.

___  ¿A mi? - sone más incrédula de lo que pretendía. Él asintió. - No me gustan las fiestas, Abraham, lo sabes. Además mañana tengo que trabajar, ya  es tarde. ¿Por qué estás despierto tan tarde? -Refunfuñe.

___  Son las doce de la noche, eso no es tarde, no te compartes como una ansiana. - Rodó los ojos.

___  Es tarde para mi, que me tengo que levantar a las seis de la mañana, así que disculpa, pero está ansiana va a volver a su sueño reparador de belleza. - Intente cerrarle la puerta en sus narices pero obviamente el se interpuso.

___ Solo será por unas horitas. además no es una fiesta en sí, te gustará, lo prometo. - Hizo un gesto como si me estuviese pidiendo por favor con las manos y trato de verse adorable. No le funcionó, pero fue gracioso verlo intentarlo.

Suspire. Nunca había podido decirle que no a él.

___  Esta bien, deja que me cambie.

___  ¡Qué va!, si así estas preciosa. - Tomo mi muñeca y jalo de mi para que lo siguiera. Me resistí.

___ Voy en pillama, Abraham. -  Y  mi pillama no era muy bonito que digamos. Era una simple remera de seda que me quedaba un poco grande y unos pantaloncillos de One piece. Hasta  tenia la cara de Zoro en una nalga.

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