El día de la boda.
Amar puede doler, pero es la única cosa que nos hace sentir un poco vivos.
Lo había aprendido de una de las maneras más torturadoramente hermosa que hay; amando.
Había amando con todas mis fuerzas al chico de ojos caramelos, había dado todo de mi, le había entregado mi alma entera, que incluso, cuando ya no lo tuve, cuando ya no era mío -si es que alguna vez lo fue-, creí que estaba apunto de morir.
Creí que, sin él, nada tenía sentido.
Amar puede matar, puede consumir de ti tu todo y puede destrozarte tanto, puede volverte tan diminuta, puede hacerte tantos pedazos y desparramar tus partes rotas por todos lados hasta volverte un completo caos y hacer de tu vida un total martirio, pero es la única cosa que te enseña a sanar.
Amar al chico de los ojos caramelos no había sido más que uno de los mayores dolores que había sufrido en mi vida, y pesé a eso, volvería a hacerlo una y otra vez.
Porque amarlo, entregarle de mi lo poco que tenía, mostrarle mis partes rotas y depositar en él mis más grandes miedos y sueños, para que los compartieramos, para que nos ayudaramos, para que nos entendiéramos, había sido una de las mejores cosas que había hecho jamás.
Me había enseñado cosas que jamás creí experimentar, había hecho crecer en mi sentimientos que ni siquiera sabía que existian. Me había hecho ver un mundo completamente diferente al que estaba acostumbrada a ver. Me había enseñado a sanar.
Y eso es algo que jamás olvidaré.
Él es alguien que jamás olvidaré, y si pudiera revivir su amor una y otra vez, lo haría. Si pudiera volver al pasado y cambiar algo de todo aquello que habíamos vivido, dejaría todo intacto, tal cual sucedió, porque eso es lo que me hizo ser quien soy ahora.
Eso es lo que me ayudo a crecer.
Y estaba eternamente agradecida por eso. Con él, con lo que me enseñó, con lo que me mostró, con lo que hizo crecer en mi.
Y aunque ahora ya no lo tenía conmigo, aunque ya no estábamos juntos y habían pasado años desde la ultima vez que lo vi o supe algo de él, seguía tendiéndole un gran aprecio.
Ya no lo amaba, ya no sentía por él aquello que sentí hace tres años, y dudo mucho que él siga sintiendo por mi lo que sintió hace tanto tiempo, pero aún así, sigo tendiéndole un gran apreció.
Después de todo, fue mi primer amor y estoy feliz de que así haya sido.
Ahora, después de muchísimo tiempo, después de muchisimo llanto, corazones rotos, llamadas nocturnas -y ebrias- por parte del chico de los ojos caramelos, mensajes y miles de "te extraño, no puedo hacer esto sin ti.", lo habíamos dejado ir. Al fin.
Ya nos nos llamábamos, ya no nos escribíamos y hace mucho tiempo que ya no sabía ni siquiera que tal le iba en su carrera.
Un día, hace tres años atrás, había decidido que era hora de dejarlo ir, que no podía seguir haciéndome este daño a mi misma y a él.
Así que, pese a la sensación abrumadora y doloroso que me embargo el pecho, me despedí de él y lo bloquee y borre de absolutamente todos las redes sociales.
Necesitaba darme un respiro. Necesitaba darnos un respiro.
Y a pesar de que en ese entonces sufrí -sufrimos- mucho, hoy creo que fue lo mejor que pudimos hacer.
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𝑪𝑨𝑶𝑺
RandomA veces, aunque alejes a las personas que amas por su bien, aunque renuncies a ella para mejorar su vida y la tuya, no es suficiente. Libro 2 de #TrasLaPantalla Portada hecha por IG @whos_abraham