Capítulo tres.

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La gente cambia y la mayoría no lo hace para bien.

  

 
 
Para cuando llego a mi apartamento estoy tan cansada tanto mental como físicamente.

Ha sido un día horrible y agotador, he tenido que leer millones de escritos que manda la gente que quiere publicar un libro y la mayoría de ellos eran tan desastrosos de todas las formas posibles. No me malinterpreten, amo mi trabajo y amo leer además de que me gusta mucho descubrir a nuevos posibles escritores con un gran talento, pero a veces hay gente que únicamente escribe con el propósito de que su libro se vuelva famoso para así ganar dinero y cuando eso pasa jamás obtienes un buen resultado. Es pura basura.

Además el hecho de que no he podido sacar unos ojos negros de mi mente durante todo el día no ha sido de ayuda tampoco.

El mensaje de Abraham no para de darme vueltas desde esta tarde cuando me mando la dirección del lugar en el cual quiere que nos encontremos, según tengo entendido es una especie de bar para famosos o algo así, lo cual me resulta horrible por dos razones: La primera es que odio los bares y la segunda es que va a ser un completo martirio intentar hablar y hacerle preguntas con todo el ruido que  seguramente habrá allí.

¿Por qué diablos ha querido que nos encontremos en un jodido bar? ¿por qué diablos acepte?. Ni siquiera voy a poder hacerle preguntas sin tener que andar gritando como una loca.

Suspiro de manera exagerada y me dejo caer en el sofá de la sala. Josh me observa con ojos divertidos y deja un plato con una rebanada de pizza sobre mi estómago.

______ ¿Día agotador? - Preguntó, ocultando una pequeña sonrisa.

______ No tienes idea de cuanto. - Gruñí, dando un mordisco a la pizza.

______ Paul llamó hoy. Preguntó como estabas y dijo que te echaba de menos. - No puedo evitar que una sonrisa se forme en mis labios ante la mención de mi mejor amigo. Se fue de luna de miel hace dos días y ya lo extraño demasiado. Recuerdo que cuando se fue a vivir con Miranda estaba tan triste y me sentía tan sola sin él que iba a verlo la mayor parte del día y cuando estaba en casa no podía evitar sentir el lugar tan desolado y vacío.

______ Yo también lo echo de menos. - Lloriqueo, dejando caer mi cabeza en su hombro. Él lanza una carcajada y apoya su mejilla contra mi cabeza.

______ Lo sé. - Murmuró, haciendo que lancé un suspiro. Me pongo de pie y dejo la pizza a medio comer sobre la mesita de centro.

______ Iré a darme una ducha, tengo que salir. - Gruño, la idea de salir a esta hora me desagrada tanto. Luego de salir del trabajo suelo darme un baño y acostarme en mi cama con un té y un buen libro, no soy para nada de salir a bares y esas cosas.

______ ¿A dónde? - Josh frunce el ceño, intrigado.

______ A un bar. - Farfullo. Paso frente suyo y me detengo en el corredor para quitar mis incómodos tacones. Odio usar tacones pero Paul dice que me hacen ver más profesional.

______ ¿Con un chico? - Musitó, no me pasa desapercibido el tinte interrogatorio y ligeramente molesto, quizás triste, en su voz, lo cual no me sorprende.

Le gusto a Josh, de gustar gustar. Él me lo dijo. Recuerdo que me sorprendió tanto que me reí porque pensé que estaba bromeando. Me sentí tan avergonzada cuando dijo que era en serio. No entendía por qué diablos le gustaba. Josh es una de las personas más atractivas que he conocido jamás. Su cabello rubio es tan claro que en ocasiones parece gris, sus ojos verdes son tan hermosos que a veces me quedo embobada admirandolos y tiene una contextura fibrosa y envidiable. Es alto, delgado pero con musculos. Además es la persona más carismática, dulce y atenta que he conocido jamás.

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