Volvamos al Ecuador, por un momento.
Juan Ruiz Hernández, un joven de ascendencia humilde, ojos marrones y una forma física destacable, incluso para su edad, que había acabado su primera misión. Esta fue desmantelar esta secta de la que hablábamos antes.Continuando con la historia, vio la estatua, de unos 15 o 20 centímetros, no estaba muy seguro. Pero todavía le parecía muy extraña la precisión de esa estatua, así que decidió estudiarla más a fondo. Decidió ir al hogar de un viejo amigo, cuya familia se encontraba bastante mejor en cuanto al dinero. Se podría decir que tenían una vida perfecta, o eso aparentaban. El nombre de este amigo, Facundo Ruiz de la Ensenada.
Su vida no era más que una fachada de una familia cruel e inmunda desde sus orígenes, con más esclavos que algunas de las plantaciones de algodón más lucrativas de Estados Unidos.
Facundo mismo también se podría considerar gringo, ya que sus dos padres eran de ascendencia estadounidense, pero no se consideraba como tal, y, aún siendo de familia tan rica, se encontraba en un apartamento muy pequeño en la peor parte de Quito.
Entre sus amigos, los 3 que quedaban después de que perdiera el dinero, se hablaba de varias razones, pero realmente fue porque estudió Historia del Arte en vez de lo que sus padres querían que estudiase, Empresariales. Por eso sería de ayuda identificando esto, o, al menos, poniéndole un área donde pudo originarse.
Al llegar, le dio tres golpes a la puerta, señalizando que había llegado. En el tercer golpe, escuchó un sonido que ya conocía, el sonido de la recarga de una Glock. O a lo mejor, no una Glock, sino un arma parecida. Era una pistola, al fin y al cabo, así que debía estar atento a cualquier movimiento que hiciera.
-"Facundo, soy yo. ¿Te acuerdas? Juan, tu amigo."
-"¿Juan? Un segundo que limpie todo esto y te abro.
Lo que prosiguió fueron varios minutos de espera, en los que se puso a reflexionar. Reflexionó acerca de la vida, de la operación que hizo hace poco y de su futuro. Con suerte, si consigue que su nombre sea mencionado en el noticiero, su padre vuelva con los cigarrillos y la leche. Llevaba esperando ya 20 años para ese momento.
Después de lo que sería una eternidad para una persona externa, Facundo le abrió la puerta.
-"¡Cuánto tiempo, Juan! ¿Dónde has estado haciendo estos últimos meses?"
-"Nada, bien, conseguí un ascenso. Operaciones Especiales."
El rostro antes alegre de Facundo se tornó serio al instante.
-"Juan, me temo que tengo que irme a trabajar. ¿Qué quieres?"
-"Tengo una fotografía de una estatuilla. Necesito que me ayudes a saber de dónde es."
-"¿Y yo qué gano? Aquí los rumores corren como la pólvora. Y yo pierdo mucho si mis compañeros, aquellos que contactan conmigo más de una vez al año, descubrieran que ayudo a la policía, aunque sea para identificar una estatuilla. Ellos solo se quedan con la primera parte. No hay nada que me puedas dar para hacerme cambiar de opinión."
-"Te doy bocadillos y Coca-Cola todos los días, desde hoy hasta que se resuelva."
-"¿Tanto? Me habría conformado con una lata de cerveza, pero vale. Ven mañana, que nadie te vea y trae la estatua contigo."
Y así, cada uno se fue a lo suyo.
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La Ola
Misterio / SuspensoDr. Samuel Wellesley descubre una figura del periodo micénico, sin saber lo que le iba a traer esta.