38; algo que da igual

89 8 1
                                    

El venezolano se encontraba en su cama, boca abajo y suspirando mientras movía sus dedos al ritmo de la canción. Estaba algo cansado pero no lo suficiente para escuchar música, así que solo dejó que pasará el tiempo sin mayor remordimiento.

En eso, movimientos inteligibles a la vista pasaron por su ventana, curioso se levantó y dió cortos pasos para llegar a ella, la subió y observó aquello que le intrigaba.

Era Siria, su... novio. Estaba pasando un tiempo agradable con su hermano Egipto y su mejor amigo Emiratos Árabes, todos con sonrisas que demostraban felicidad y diversión.

Hace tiempo el sirio no sonreía con él de esa manera.

Hace tiempo no interactuaban de esa forma.

Hace tiempo...

Una suave y bailable melodía empezó a sonar en sus auriculares y la reconoció de inmediato, pensando lo exacto que queda esa canción con el momento.

¿En qué momento de la vida te he dejado de gustar. Ya no me besas como antes, te parezco uno más. Algunas noches me pregunto si me has dejado de amar. Amor, no quiero ser pesado, pero me hace mucho mal.

Empezó a cantar con voz baja el latino, se colocó un suéter café y subió al balcón de su casa que quedaba en el piso de arriba, al llegar, cerró la puerta y siguió cantando.

Entiéndeme, te pido explicación. Porque me estás matando y destruyendo la razón. Ya me cansé, no quiero insistir. Es que cuando me acerco, tú te alejas más de mí. Te alejas más de mí...

Seguís observando a los chicos pertenecientes al medio oriente, como Siria bromeaba y reía en demasía con ellos, algo que estaba destruyendo a Venezuela.

Recordaba aquellos momentos en los que le dedicaba ese tipo de sonrisas, le abrazaba y le demostraba cariño, los tantos te quiero y las muestras de amor.

Lo difícil que fue conquistarlo, las largas esperas en el frío de la noche para que aceptará salir con él, pero tan rápido como lo logró, se esfumó...

Tu corazón tiene paredes que no puedo destrozar. Yo sé que nada es para siempre y no lo quiero aceptar.

Unas lágrimas amenazaban con exponer el gran dolor que estaba sintiendo el tricolor, como poco a poco su alma empezaba a quebrarse como un cristal pálido, un cristal atravesado por gélidas balas de indiferencia y engaño.

Pero el sirio volteó a ver a la casa del venezolano, lo vió allí, con su cabeza en las piernas y dándose consuelo con sus brazos, mientras aquella melodía aún seguís sonando, pero no hizo nada, no había nada que hacer...

El venezolano cantó con fuerza y dificultad por el llanto que escondía su voz.

Por favor, no pienses que lo nuestro ha sido. Una coincidencia, algo sin sentido. Un amor fallido que se va al olvido. Algo que da igual, que termina mal...

★ one-shots [CH] ✧.*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora