20; Trabajo en secreto

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—¡Tock tock! —Venezuela tocó la puerta mientras se disputaba el "estar haciendo lo correcto", segundos después apareció una señora de alrededor 50 años. Tenía una bandera muy parecida a la de su amado, exceptuando aquellas estrellas que se habían vuelto el delirio del latinoamericano.

—Buenas tardes, ¿Necesita algo? —respondió sonriente aquella mujer.

—¿Señora Yemen? Un gusto, mi nombre es Venezuela y vengo a hablar con su hijo.

—¡Oh! ¿Venezuela? No creo que mi hijo esté muy contento por tu visita, sin embargo le diré que estás aquí, creo que si hablan se resolverá todo. —la señora subió no sin antes dejarme pasar, unos minutos después se escuchó un caos proveniente del piso de arriba, golpes y explosiones más que todo; luego un muy malhumorado sirio se vió bajar las escaleras maldiciendo por lo bajo.

—Sube. —respondió sin ganas. Venezuela le obedeció por primera vez a las órdenes del árabe, encontrándose con un cuarto totalmente desordenado y polvoriento.

—¿A qué viniste? ¿A fastidiarme la vida?

—Yo... emm... —el tricolor se acercó y con una gran mezcla de sentimientos en su interior se acercó a él y le plantó un beso en sus labios, un beso fugaz que sólo era capaz de demostrar amor. El árabe al principio no correspondía, pero para su desgracia (o suerte) el venezolano siguió insistiendo.

—No creas que solo por eso te voy a perdonar. ¿Acaso sólo soy otro de tus "clientes"? —susurró cerca de la cara del latino, llevando su mano a la mejilla del contrario pero sin quitar su "cara de amargado".

—Yo no elegí esto, Siria. No quería hacerlo, pero la situación en mi país no me deja opción. ¿Tú crees que disfruto sentirme como una perra barata? ¿Como un objeto para satisfacer las necesidades de otros? ¿Crees qué estoy cómodo?

—No lo sé, no es fácil aceptar que la persona que amas se encarga de un trabajo tan sucio, que la mayoría de los países lo disfruten como un objeto sexual. —refutó mientras se revolvía el pelo y daba media vuelta.

—Pero puedes estar seguro de algo... —tomó su mano logrando así que quedara enfrente suyo. —Todos me podrán dar placer, pero solo tú me haces llegar al cielo. empezó a quitar su camisa, poco a poco pues no tenían prisa, retirada la prenda beso su cuello, sacando así un suspiro del árabe, una de sus manos se ubicó en el cuello árabe, mientras la otra, con lentitud fue dibujando un camino desde su torso, pasando por su abdomen para llegar a sus pelvis. Sus labios se encontraron nuevamente, aquellos labios que lo incitaban a cometer todos los pecados habidos y por haber en este mundo.

El sirio aprovechó y desabrochó el pantalón del tricolor, empezando a acariciar aquel bulto que poco a poco se encargaba de despertar. Sacó el miembro venezolano y con exitosos vaivén fue sacándole jadeos y gemidos leves al contrario. El venezolano se tomaba de los hombros del sirio, pues sentía su piernas flaquear.

Continuó al escuchar más súplicas, pero antes de pasar a la mejor parte un grito llamó la atención de ambos. Se vistieron lo más rápido que pudieron y bajaron a confirmar que todo estaba bien.

—¿La República Bolivariana de Venezuela se encuentra aquí?

★ one-shots [CH] ✧.*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora