El deshielo de la escarcha - Thorki -

4.

Al principio, a Loki le resultó difícil encontrar trabajo para el nuevo esclavo. Su vida, como la de la mayoría de los príncipes, se desarrolló en un régimen donde todo ya estaba hecho por él, y Loki se resistía a interrumpir esa rutina. En cambio, Loki le encontró a Thor algunas tareas serviles que hacer, pero la mayoría de las veces lo usó más como una muñeca para su disfrute. Lo que primero atrajo a Loki al esclavo fue su belleza y singularidad, y le encantaba mostrarlo vistiéndolo con túnicas y joyas, descubriendo qué colores combinaban mejor con su tez y qué le resaltaba los ojos. Pasaría horas a la vez, cepillando y trenzando el cabello de Thor en diferentes estilos, antes de que cambiaran y el esclavo cepillara los nudos inexistentes del cabello de Loki, mientras Loki leía felizmente delante de él.

Todo esto, junto con el hecho de que él era Aesir y no tenía lugar para estar en Jotunheim, provocó una brecha entre Thor y los sirvientes. La tensión creció a lo largo de los días y las semanas, hasta tal punto que estalló una pelea en los cuartos de servicio una noche entre Thor y otros tres miembros de la casa.

Los tres fueron disciplinados, pero a pesar de las rabietas e insistencia de Loki, permanecerían al servicio de la casa. En una rara muestra de autoridad sobre su hijo, Laufey dijo que, si Loki deseaba quedarse con su nuevo premio, Thor debía ser trasladado a sus propias habitaciones y mantenerse alejado del resto del personal. Parecía que la necesidad distancia del rey hacia el Aesir era más fuerte que la necesidad de apaciguar a su hijo menor. Thor fue trasladado a una de las muchas habitaciones del ala de Loki. Al principio, Loki se enfureció por esto, pero eso cambió rápidamente una vez que se dio cuenta de que tenía una excusa para redecorar la habitación a lo que creía que le convenía más a Thor. La habitación estaba cubierta de los mismos dorados y rojos que Loki prefería en Thor y le recordó a Asgard.

Loki estaba muy entretenido con su nuevo esclavo, y extremadamente engreído había demostrado ser capaz de mantenerlo, felizmente engañándose bajo la mirada de todos mientras miraban y comentaban lo inusual que era tener un sirviente Aesir. Pero no pudo evitar pensar que Thor no era tan divertido. Su comportamiento rígido y estoico no se había suavizado desde la primera noche que Loki lo había comprado, de hecho, el encuentro con los otros sirvientes solo se había sumado a esto.

Aceptaría todas las demandas que Loki hiciera, se uniría en cualquier juego o broma que quisiera jugar, pero fue con poco entusiasmo, y nunca respondería incluso cuando Loki perdiera los estribos.

El primer día que Thor había estado con Loki, el príncipe le había mostrado personalmente el palacio. Señaló las habitaciones donde estaba y no se le permitía entrar, donde se guardaba todo lo que necesitaba y los lugares favoritos de Loki a los que le gustaba ir. El Aesir había permanecido en silencio todo el tiempo, asintiendo ocasionalmente, pero reaccionando poco a su entorno. Eventualmente habían llegado a descansar al lugar favorito de Loki en la biblioteca y Loki se acurrucó en una de las sillas, con el libro en el pecho.

—Este recorrido me ha dado sed —dijo. Su voz sonó fuera de lugar, pero estaba realmente casi sin aliento por la emoción. Toda la mañana había conducido a este momento—. Tráeme un poco de agua de las cocinas, esclavo.

Esta fue una prueba, para ver cómo reaccionaría Thor a su primer comando apropiado y cuánto recordaba la cantidad interminable de información con la que Loki lo había cargado hasta el momento ese día.

Loki se sentó con la respiración contenida, fingiendo leer del libro que acababa de abrir, pero realmente observaba de cerca los movimientos de su esclavo por el rabillo del ojo. Estaba esperando la tensión de un puño, los gritos indignados de un orgulloso Aesir rechazando sus órdenes. Pero ninguno vino.

—Sí, mi príncipe —fue todo lo que Loki consiguió antes de que se agachara. Luego se volvió y dejó a Loki sentado, aturdido y bastante decepcionado.