Love me back

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Él se hallaba huyendo de su realidad, y él afrontando lo que hizo con ella.
No se parecen en nada, pero eso no evitará que sus vidas se unan, como dicen, los polos opuestos se atraen, como amaría repetir la historia de estos dos en carne propia.



Eran las seis de la mañana, se encontraba en el tren hacia Shinsekai, ¿era su deseo ir hacia ahí? No, sólo era el destino, tal vez no, era huir de este. Era dejar que el tren lo llevara tan lejos de Tokyo, él no quería ir a Shinsekai, solo que era el único pasaje que pudo conseguir a esa hora. Miraba perdido la ventana, sólo suspiraba y preguntaba el porqué. ¿Por qué tendrían que romperle el corazón de tal manera?

En un parpadear, ya se encontraba en la estación de Shinsekai, había llorado tanto que el sueño hizo que perdiera la razón del tiempo. Al bajar del tren se dio cuenta de la soledad de las calles, no le importó lo que sus padres siempre le contaban de esta ciudad, una ciudad de mala muerte, qué más da.

Vagando por las calles, una cafetería abierta, tenía demasiada hambre, algo de dinero en sus bolsillos para pagarse por lo menos un café. Esperó unos tres minutos, no le importó la falta de personal, estaba más concentrado pensando lo malo de su vida. Eran esos momentos malos de tu vida donde te pones a pensar el porqué naciste, cuál era tu fin, que todo en este mundo era un infierno y que tú eras una víctima de este.

Un sonido le hizo que volteara, un joven rubio preguntándole por su pedido, nada del otro mundo, pero Itachi vio en esos ojos algo que había olvidado hace mucho tiempo, había estado tan concentrado en él mismo, que olvidó lo que pasaba a su alrededor. Ese joven, unos pocos años menor que él, sus ojeras por el trabajo y con un un uniforme no tan cobijador en este horrible frío, ¿cómo lo hacía? Se preguntó si estudiaba, si lo hacía a la vez, tantas preguntas en su cabeza, pero no respondió la pregunta del rubio.

-Disculpe, ¿su pedido...? -el rubio también parecía entretenido en mirarlo, pero obvió lo cautivado que se sentía por ese azabache, por favor, era realmente atractivo, pero no tanto como para que el rubio se animara y le hablara con más ganas, apesar de su mirada triste, era solo para mirarlo cautivarse y nada más. Itachi reaccionó ante sus palabras, era muy raro seguir sosteniendo esa mirada.

-Si... quiero solo un café -respondió, volviendo a mirar la nada.

-Ah... si claro, ahora regreso -que nervioso estaba el rubio, el tono de voz de Itachi imponía respeto involuntariamente, era tan serio y atractivo para el rubio. Le gustaría tener una voz así, tan imponente... ¿qué hacés Deidara?, es un cliente, deja de analizarlo tanto.

Después de regañarse mentalmente, regresó a la cocina para preparar el café, un brillo en su movil captó su atención era un número desconocido llamándole, ¿debería contestar? O era una llamada de préstamos del banco. Tal vez era una emergencia, tomaría el móvil y va a contestar.

-¿Buenas? -preguntó por el móvil.

-¡Dei! -exclamó una voz chillona.

-¡¿Kurot?! -dijo Deidara.

-Lo siento de verdad Dei, de verdad.

-¿Qué sucede? -ahora muy preocupado por el bienestar de su hermanita.

-Lo que sucede es que yo quería ayudar al abuelo con algunos productos de la tienda vendiendolos y cuando iba de camino unos tipos se me acercaron, me quitaron todo, de verdad, lo siento Dei, ahora mismo llamo del teléfono de uno de mis compañeros, por favor, ven a recogerme, tengo demasiado miedo -la pequeña estaba tan nerviosa que sólo se disculpaba por los productos que perdió, no le interesó mucho su bienestar a diferencia de Deidara que lo primero que le preocupó fue su estabilidad.

-Kurot, dónde estás, voy de inmediato -cuando esté junto a su hermana podrá consolarla de todo, ahora primero era saber donde estaba e ir volando a buscarla.

-Estoy en mi colegio, en la puerta, no quiero ingresar Dei...

-Voy de inmediato.

Cortó la llamada, el agua ya estaba lista, preparó el café lo más rápido posible para irse a buscar a su hermanita. Salió de la cocina con el café en mano, recordó al joven tan atractivo, era una lástima perderle por hoy, pero eran sacrificios del día pero estaba seguro que nunca más iba a volver a verle, se notaba que no era de ahí.

-Lo siento mucho joven, aquí está su café, si me disculpa me retiro y mi compañero se encargará de usted -¿por qué se disculpaba? Tanto el rubio como el azabache se preguntaban eso, uno creía que era por lástima de no volver a verlo y el otro porque pensaba que el rubio era muy cortés.

-Ehm... ¿Si, supongo? Gracias -fue cortante.

Deidara maldecia a si mismo, tal vez lo asustó con tanta cortesía-. Muchas gracias, nos vemos -dijo inconsciente.

-¿Nos vemos? -sonrió el azabache incrédulo.

-¿Qué? ¿Cuándo? -dijo asustado Deidara.

-Jajaja, tú dijiste "nos vemos" -la incomodidad del azabache se esfumó, un sentimiento cálido se presentó en su pecho con una gran comodidad, Deidara por otro lado una vergüenza enorme se presentó en él, ¿cuál "nos vemos"?, era un idiota, se fue de boca.

-¡Ah! Perdóname de verdad, no sabía que... ahh.

-Tranquilo -movía su mano para decirle que estaba bien mientras su sonrisa seguía presente-. Estás nervioso, pero mejor me hubieras dicho que querías salir conmigo, no un "nos vemos".

-¡¿Cuál cita?! ¡Yo nunca le dije algo así! -exclamó el rubio sonrojado, el azabache logró descifrar su verdadera intención, los nervios al máximo y un poco de sudor en sus manos le delataban.

-La que tendremos los dos en algún futuro si logras expresar bien lo que sientes rubio -se burló.

-¡Ninguna cita! ¡Usted dice falacias! -se molestó Deidara.

-¿No me dijo que tenía que irse? -le preguntó el azabache. Deidara entró en razón, Kurtosuchi, se fue corriendo para buscar a su hermanita.

Itachi vio como el rubio se quitó el mandil y lo dejó tirado en una de las sillas del bar, salió corriendo pero se golpeó con una mesa en su estrepitosa salida, Itachi soltó una risa al ver como el rubio se retorcía del dolor por unos cinco segundos y salía corriendo nuevamente. Realmente regresaría a esa cafetería otra vez.

Una nueva vidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora