Victoria colocó su bolso y su chaqueta en el perchero de roble que quedaba cerca de la puerta y miro a su alrededor; por dentro predominaba el color blanco y los muebles de madera, notó que estaba decorada al estilo clásico moderno, los techos eran altos y todo se veía y olía limpio, no había ninguna señal de niños pequeños que alteraran el perfeccionismo de la casa, claro, Marion era hija única. En una repisa vió una foto de una pequeña niña castaña llena de pecas jugando en la arena de alguna playa, de inmediato reconoció los ojos de Marión en ella.
Oscar vió que Victoria observaba la foto.—Esa es la pequeña Mari en la playa de Puerto Escondido, siempre ha sido muy pecosa—.Dijo bromeando con una sonrisa mostrando sus dientes blancos. Ella no pudo evitar sonreir.
—Deja de avergonzarme enfrente de mi única amiga.-Marion apareció dentrás antes de que Victoria respondiera. Al igual que ella, ya había desechado el atuendo que llevó en la mañana y ahora llevaba puestos unos cómodos pantalones de chandal y una playera de algodón. Era algo que Victoria solo usaría de noche y de pijama, pero ahí estaba ella, llevandolo puesto a plena luz del día, a mitad de la tarde.—¿Ya conociste al vejestorio?—Le preguntó con una sonrisa a Victoria.
—Sí, nos acabamos de presentar, pero no le digas así a tu amiga, no se ve tan grande—.Le siguió la broma Oscar. Y los dos rieron como respuesta. Victoria les siguió la corriente con timidez.
Estaba fascinada en la forma de interactuar de Marion y Oscar, Aunque sus bromas eran algo bobas, se sentía cómoda en presencia de ambos. Ella nunca habia hecho ese tipo de bromas con su padre, de hecho no recordaba la última vez que habían convivido y reido juntos. Y estaba demás mencionar que tampoco le había cocinado nada nunca, Ni siquiera a su madre le gustaba cocinar, siempre tenían a alguien que lo hacía por ellos.
—Marion dijo que no querias quedarte a comer, pero no te escaparas del postre.—le advirtió alzando ambas cejas.—Hice pay de manzana—.
—Gracias, Señor Hernández, claro, me encantaría.—Respondió Victoria con una sonrisa como la persona educada que era.
—¿Puedes subirlo a mi cuarto, pá'?, vamos a ver una película.—Le dijo Marion.
Victoria la volteo a ver; "¿qué fue eso?", pensó, "Tu padre no es un sirviente, Marion", le dieron ganas de decirle, pero se guardó sus pensamientos para sí misma. Comprendió que a ella la educaron de forma diferente. Siempre debía ser una niña educada y propia, y más enfrende de los mayores.
—Claro linda, ¡vayan!—Le contestó con cariño su padre. Se podía ver lo mimada que tenía a Marion. Ella tiró de la mano de Victoria para guiarla a su cuarto. Y mientras la llevaba deprisa, Victoria volteó fugazmente por el lado de su hombro para ver a Oscar, apenada por no saber qué más decir.
La habitación de Marion era espaciosa, y de paredes color beige, pero parecía el cuarto de una hippie; desordenado, con algunas prendas y zapatos en la alfombra y su closet estaba abierto con un montón de ropa que parecía estar revuelta y sin orden, un librero enorme repleto de libros de tapas gruesas, pósters de peliculas ochenteras adornaban la pared, había un tocadiscos en una esquina y un estante lleno de vinilos a un lado, la base de la unica ventana enorme que daba al jardín trasero estaba llena de jarrones con plantas acuáticas y demás macetas que por suerte estaban vivas, la cama era lo único decente, pensó Victoria pues era lo único limpio y ordenado que había en su cuarto, aunque estaba cubierta de un monton de almohadas de diferentes tamaños y texturas y algunos peluches de animales.
Marion se lanzó en la cama, acostandose con el pecho sobre el colchón y se recargó en sus dos codos y tomó el control remoto apuntando a la pantalla de plasma que colgaba de la enorme pared, Victoria no tuvo la audacia de imitarla y se limitó a sentarse en la orilla de la cama con sus pies cruzados tocando el suelo, recargandose de las palmas de sus manos.
—Okay, primero tienes que ver el episodio IV porque la viejitas siempre son las más digeribles y así no tendrás que hacer tantas preguntas.—
¿Y porque empezaría por la cuarta película si aún no había visto ninguna? se preguntó Victoria.—Creo que de todas formas te haré muchas preguntas.—Le respondió Victoria mirandola con el ceño fruncido.
Alguien llamó a la puerta y Marion saltó de la cama para abrirla y ahí estaba Oscar ofreciendo dos platos de pay en una bandeja.—Gracias pá', ¡adiositooo!—. Marion le quitó la bandeja de las manos y despúes cerró la puerta. —Si necesitan algo más voy a estar en mi estudio—les dijo a través de la puerta.
—Lo tradicional son las palominas—le dijo Victoria mientras recibía su plato con pay.
—Jaja pues esto es lo que hay—. Respondió Marion mientras daba una mordida al bocado que ofrecia su tenedor.
La concistencia de la masa era suave con las orillas un poco crujientes, aún estaba caliente, parecía que tenía poco de haber salido del horno, con el centro cremoso y dulce con sabor a canela, azucar morena, mantequilla y unos trocitos de manzana obviamente, Victoria no era muy afín a los postres pero esto sin duda le había cautivado el paladar.
—¿Donde está tu mamá?, creí que habías dicho que comerían juntos?—Le preguntó Victoria mientras saboreaba el pay. No la había visto desde que puso un pie en la casa.
—Sí lo hizo, pero se fue muy rápido, dijo que hoy tenía que doblar turno en el hospital. Mi mamá casi no está en casa útimamente, no lo sé, tal vez es adicta a su trabajo y es que no tiene no tiene necesidad de trabajar tanto, papá no quiere cortarle las alas y convertirla en un ama de casa, quería que trabajaran juntos en su clínica, pero ella dice que no se quemó las pestañas tantos años para terminar trabajando con su esposo, creo que en parte lo dice porque mis abuelos paternos le ayudaron a financiar su carrera y ya no quiere depender de él. A veces las cosas se ponen tensas entre ellos dos.—
"O tal vez está teniendo una aventura y ya" pensó Victoria pero no se atrevió a plantearle esa idea a su amiga. ¡Dios!, siempre hay alguien que se tiene que interponer en la felicidad de los demás.
—Bueno, hora de convertirte en una ñoña.—festejó Marion con una gran sonrisa y presionó play en la película.
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Solo una obsesión | Oscar Isaac
RomanceEl destino no existe, cada quién es responsable del camino que sigue y las consecuencias de sus acciones. Entonces qué excusa podría tener Victoria para interrumpir de forma tan abrupta la vida tranquila y rutinaria de Oscar cuando el destino no fue...