Bebé, el cielo está en tus ojos | Byler

VIII

Cuando Mike se despertó a la mañana siguiente, Jane no estaba en la cama. La encontró en la sala de estar, sentada en el sofá entre Will y Bill, comiendo el desayuno, que probablemente, había ordenado.

Todo el mundo ya estaba allí, vestido con la ropa de la noche anterior, con aspecto cansado.

"Buenos días." Le dijo a nadie en particular y todo el mundo lo recibió de vuelta con la boca llena.

Mike encontró su lugar al lado de Eddie en el lateral de la butaca. Escogió un mollete de chocolate de la meseta llena de dulces y frutas.

Mike comió, tratando de no hacer contacto visual con Will. Se sentía un poco raro por lo que había sucedido la noche anterior, al igual que se sentía días después de que Will lo hubiera hecho venirse. Pero se desvaneció con el tiempo, porque el mayor estaba actuando como de costumbre, haciendo burlas durante el desayuno y bromas.

Cuando Jane les dijo que había tenido el mejor sueño de las últimas semanas, Will hizo contacto visual con Mike y le guiñó un ojo, mordiéndose el labio.

Mike no pudo reprimir la sonrisa que apareció en su rostro y Jane sonrió porque pensó que la sonrisa era para ella.

"Entonces, ¿qué harás para tu cumpleaños Mike?" Preguntó ella mientras bebía lo que quedaba en el vaso de jugo de naranja.

"Tenía pensado hacer una fiesta en el hotel de mi tío." Él respondió y Billy asintió con entusiasmo.

"Pero va a ser un día antes de mi cumpleaños, el 23, porque mis padres me quieren en casa para la cena de Nochebuena."

"¿Tu tío es dueño de un hotel?" Patrick preguntó sorprendido y Mike asintió.

"Del St. Paul".

"Ese es el más caro en Indiana" Will habló.

"Por supuesto que lo es."

Terminaron el desayuno a los quince minutos, y al mediodía se fueron. Y si, Mike informó que una mujer en la puerta se había acostado con un cliente, pues bien, ese no era su trabajo.

****

La próxima semana tuvo dos pruebas. Jane se quedó casi todas las noches, y a Mike no le importaba el hecho de que todo lo que hicieron antes de dormir fue tal vez nada. Rara vez se dormían abrazados y Mike estaba bien con eso.

No sabía si debía sentirse culpable por el hecho de que Will le había hecho irse y viceversa, o porque no se sentía culpable en absoluto.

No había visto a Will desde el día del baile, y para ser honesto, estaba un poco nervioso acerca de su fiesta de cumpleaños. Iba a comenzar dentro de dos horas, y sabía que Will iba a venir, y que todo el mundo tendría su propia habitación de hotel.

La madre de Mike había ordenado su traje de Dolce Gabbana y el pecoso estaba emocionado porque lo llevaba, y porque era el más caro. Era muy suave y los zapatos hacían juego, con una camisa negra muy agradable con cuello blanco. Llevaba el pelo en una franja suave y no podía estar más emocionado.

Toda la familia de Mike iba a venir, pero sus padres le prometieron que lo dejarían solo con sus amigos.

La fiesta iba a tener lugar en un restaurante de primera, donde todo el mundo podía comer lo que quisiera y su familia iba a asistir también. Entonces, cuando los adultos y los niños fueran a sus habitaciones, la fiesta se llevaría a cabo en la piscina cubierta, que estaba equipada con un gran bar y un DJ.

Y Mike estaba muy feliz porque finalmente podía beber delante de sus padres y era legal. La torta se traerá a la medianoche, tendría seis niveles diferentes de colores con diferentes sabores, y había dieciocho pastelitos en la parte inferior, cada uno con una vela en él para que Mike soplara.