Do

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Dalmi

La primera vez que experimente el conocer de un miembro masculino, fue con uno de los matones de mi padre…

Cuando estoy en casa siempre procuro estar ocupada con algo, pues no me gusta salir a las visitas sociales que hace mi familia, realmente prefiero estar con mis libros y con él piano de casa. Así que la mayoría del tiempo me la pasaba en el salón de música tocando alguna pieza mientras bebía limonada, me habían acondicionado el lugar para poder incluso leer en uno de los rincones sin salir de mi templo musical.

Como dije anteriormente mi padre me sobreprotege demasiado pues me ve como una niña frágil aún, pura e incorrompible. Así que siempre manda a qué me revisen como me encuentro cuando estoy en el salón, ya sea una de las sirvientas o sus matones que rondan la casa en ocasiones.

Uno de ellos en especial me cuidaba.

Lo apodaban Agust D, tenía una aura algo oscura, acompañada de una cicatriz en su mejilla derecha que atravesaba su ojo y ceja, pero nada de esto le quitaba lo atractivo que era con su piel pálida y cabello negro, su mirada gatuna me analizaba cada que entraba a el salón de música.

Sentía que recorría cada parte de mi cuerpo sin pudor alguno, a pesar de mi timidez reconozco que mi cuerpo provoca miradas de este tipo en los hombres que llegan a conocerme. Pero ninguna me provocaba nada, solo la de él, podía sentir el morbo que le causaba al verme tocar el piano o estar recostada leyendo.

Pero un día llegó mi turno de observarlo a él, fue una tarde que me encontraba sola en casa, ya estaba preparándome para ir a la cama, iría a la cocina por un vaso con agua pero a mitad de mi camino escuché una especie de jadeo que llegaba de una de las habitaciones de servicio.

 Pensé que alguna de las mucamas estaba haciendo alguna travesura pero mi sorpresa fue ver a Agust D, agitar con bruscos movimientos su miembro enrojecido por la fricción.

Desde esa noche, me masturbaba pensando en él, iba a verlo de vez en cuando, hasta que su voz ronca me asustó una de las noches.

—Es más divertido pasar, que solo observar niña Jeon.

Mis pies dieron unos cuántas pasos hacia atrás, pero escuché el gemido de nuevo de su excitación y camine hacia su control.

—Lo que vayamos hacer, se quedará aquí en este cuarto,  o tu padre me arrancará la cabeza —tomo mi muñeca —¿Entendido?

Solo asentí, su mano me guio con delicadeza hasta lograr hincarme, con la punta de su miembro delineó mis labios que se abrieron sabiendo lo que esperaba, deseando satisfacer mi curiosidad por el sabor de ese falo rosado y grueso.

—Abre bien esa boquita.

Aún no quisiera asimilar el hecho de una revisión médica, sentía que el miembro del ser pálido se asemejaba al abatelenguas presionando para abajo mi lengua al entrar, el sabor salado combinado con el aroma de el líquido preseminal llenaron cada sentido.

No es un sabor que me desagrade, es placentero en algún punto, mi cabeza empezó a moverse de adelante hacia atrás.

—Si así preciosa mmmh.

Su voz masculina me animaba a continuar, quería usar mi mano sentir lo que no me cabía en la boca, así que con algo de valor tome el resto del tronco que  no podía abarcar cerrando el puño.

Suponía tener dedos largos.

—Déjame guiarte.

Tomo mi mano y me mostró el ritmo que deseaba que siguiera mientras continuaba saboreando la punta, la piel rugosa y sus venas marcadas en mi mano, no tengo manera de describirla.

—Si succiones así voy a…

Sentí su palpitaciones antes del liquido caliente en mi boca, saque la lengua para dejar que escurriera, lleno mis dedos y un poco mi pijama.

—¿No sabe cómo esperabas?

Negué, la verdad no esperaba ningún sabor particular, juguetee un poco con la viscosidad del semen y lamí mis dedos.

—Supongo que me gusta.

Escuché que se subió el cierre del pantalón y se puso en cuclillas para sostener mi mentón.

—Eso no lo dicen las niñas buenas de papá.

—Tal vez no desee serlo —me levanté acomodándome la ropa —no me molestará venir ayudarte a jugar con tu amigo, si es que te masturbas pensando en mí, quiero el cretido.

—Cada corrida desde la primera vez que me viste hacerlo, siempre fue pensando en tu tierno rostro.

—¿Puedo venir aquí mañana?

Se dio la media vuelta para tomar un cigarrillo.

—Mi puerta siempre está abierta lo sabes.

Fue una pena que mi padre se lo llevará con él de viaje esa semana….

Nocturne: Un deseo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora