Re Mi

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Pase casi una semana en el hospital, porque no me dejaban salir antes, yo no quería estar ahí, no quería escuchar lo mucho que sentían pena por lo que me había pasado, que no se imaginaban como me sentía.

Claro que no se imaginaban, estaba triste, estaba furiosa, estaba odiándome por no darme cuenta, por ser débil, por ser confiada, por ser buena persona. Lo peor es que durante esa semana mientras dormía, cerraba los ojos y lo volvía a ver, jadeando, gruñendo sobre de mi.

Volvía a sentir las mordidas, su tacto, su rostro sin culpa aparecía en cada ocasión, el no sintió nada mientras me violaba. Ahora yo tenia que cargar con esto, es injusto, muy injusto.

Obligue a mi padre a sacarme del hospital, le dije que no quería seguir ahí, que me llevara a casa, él no se resistió, y como siempre cumplió mi capricho. La primer semana en casa, no me separaba de mi piano, chopin fue mi amigo, toque sus piezas mas rápidas, las mas difíciles, el retumbar del piano por toda mi habitación, mi sudor manchar las teclas, no quería comer, ni dormir solo quería seguir tocando, hasta que todo se borrara.

La violencia con la que tocaba podria sentirse, mi padre y mi hermano estaban preocupados, pero yo solo quería seguir escuchando esas notas tan preciosas, podía sentir mi corazón alterarse y latir con fuerza. Me sentía viva, aunque no de la manera correcta.

Mis dedos estaban lastimados, pues los callos empezaban a aparecer, la piel comenzo a abrirse y la sangre a brotar.

—Dalmi.

Me detuvieron más manos para girarme, solo ví como envolvían mis manos con un pañuelo.

—Lo encontré —no asimilaba lo que me dijo —encontré al hijo de puta.

Mire mis manos y después el rostro de quién más tenía sostenidas. Hoseok se veía furioso también, recuerdo haberle pedido algo.

—Quiero ver.

—Andando —me ayudó a levantarme —pero tienes que prometerme que comerás algo.

Solo asentí.

Llegamos a una de las bodegas que tenía mi padre, algunos de los guardias de mi papá estaban en las puertas, Hoseok me ayudó a bajar del auto y me llevo de la mano hasta adentro, podía escuchar un sollozo, una especie de chillido aterrorizado.

Apenas llegué a la habitación que lo tenían, mi pulso se aceleró de nuevo, Agust lo tenía atado de ambas manos suspendido en el aire. Su rostro tenía rastros de sangre y su boca estaba cubierta.

—Princesa Jeon, no debe estar aquí —Agust se acercó y note sus nudillos rojos —¿Por qué la trajiste?

—Ella lo pidió— me aleje de Hoseok para mirar a mi pesadilla —y no puedo decirle que no.

Ambos me miraban atentos a lo que hacía, rodee el cuerpo de mi agresor, que trataba de soltarse al verme, que daba gritos ahogados como suplicando.

—Yoon —me le acerque —quítale la mordaza, quiero escucharlo.

Me pare enfrente, en cuanto su boca fue liberada, lloro, sus lágrimas se volvían rojas al caer por sus mejillas, era casi poético.

—Dalmi —Agust le dio una bofetada.

—No digas su nombre perro, no tienes derecho a nombrarla.

—Pe…per…perdón — su labios temblaban —no, no, no me mates —volvió a llorar —lo lamento tanto.

¿Lo lamenta? ¡JA!

—Claro que ahora lo haces —finalmente hablé —estas saboreando la muerte muy de cerca —tome una gota de sangre entre mis dedos —el miedo te hace lamentarlo.

Mire a Agust, este tomo un bate y quebró ambos tobillos del sujeto, su grito adolorido, era casi tan armonioso cómo las notas de Chopin.

—De..detente, tú, tú no harías algo así.

Rodee a Hoseok que está colocándose unos guantes negros que había sacado de un maletín con algunos objetos brillantes, lo abrace por la espalda acariciando su pecho.

—¿Alguna vez escuchaste rumores acerca de mi familia? —me asome son soltar a Hoseok — del terror que a veces causa escuchar mi apellido.

Él sujeto cerraba los ojos llorando, mientras la mandíbula le temblaba.

—¡Abre los ojos y mírame! — Agust le dio otro golpe con el bate —no tienes derecho a cerrar los ojos, no te dejare hacerlo.

—No..no..no quiero morir —trago saliva.

—No lo harás, sería muy piadoso de mi parte —Hoseok me observó — no te quiero muerto, a pesar que lo pedí.

—¿Qué desea mi princesa entonces? —tomo mi mentón —¿Qué quieres que hagamos con él?

—Quiero que cada vez que cierre sus ojos me vea, tenga las pesadillas que yo tengo, que cada puto minuto de su vida no se olvide del nombre Jeon Dalmi.

—Lo tengo —me dio un beso corto en los labios —deja que Jack se ocupe.

Estuve abrazada del pecho de Agust mientras observaba las habilidades de Hoseok, ahora entendía porque mi hermano le decía Jack.

Jack The ripper.

Regrese a casa comiendo una hamburguesa, por primera vez en semanas la comida tenía sabor, así mismo esa noche pude dormir de manera tranquila.

Nocturne: Un deseo prohibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora