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No estaba muy convencida de mi atuendo, pero de igual manera me lo deje puesto.
Era lo mejor que tenía.
Me miré por última vez en el espejo, viendo como el rojo de mi vestido corto color guindo resaltaba con mi piel, acompañado de mis botines negros y la chamarra de cuero que me regaló Jonathan para que lo recordara. Coloqué un poco de rímel en mis pestañas y bálsamo labial de cereza. Mi cabello lo dejé suelto, con una diadema del mismo color de mi vestido.
La señora Wheeler entró a mi habitación, dejando un poco más de maquillaje en la cama.
—Encontré esto, espero te guste linda —sonrió.
Le sonreí de vuelta y busqué un poco de delineador en polvo color negro, para colocarlo exactamente debajo del ojo y darle más profundidad. Era una banda de rock, no quería verme tan rara como si no encajara ahí con ellos.
Escuché las voces de Mike y Gareth abajo, eso significaba que ya debía irme.
—¿Me veo bien? —le pregunté a la señora Wheeler.
En estos momentos me hace demasiada falta mamá. A ella le hubiera encantado verme mientras me preparo para una primera cita real.
Debemos admitir que la de Eddie no lo fue, él solo quería que lo ayudara a salir con una chica. Lo de nosotros fue más como una salida de enemistad.
Tomé mi bolso negro y lo colgué en mi hombro. Bajé las escaleras a paso lento, viendo la espalda de Gareth mientras él seguía hablando con Mike sobre algo de dragones y calabozos.
—¿Nos vamos?
Los dos se giraron para verme. Sus expresiones me provocaron sonrojarme, en especial la de Gareth que tenía la boca entreabierta, mirándome de arriba a abajo.
—Es raro que salgas con mi hermana, yo te lo advertí. Logra aguantarla.
Solté una risa nasal, negando con la cabeza.
Mike es frio y le cuesta demostrar sus sentimientos, eso es lo que me hace sentirme más amada cada que intenta hacer una pequeña muestra de amor, como esta.
—Te ves linda, Grace.
—¿Podemos irnos? —moría de ganas de salir de aquí antes de que se den cuenta que estoy a nada de mearme de nervios.
Asintió y me abrió la puerta de la casa.
Tenía los nervios carcomiendo a este punto. Bajaba mi falda o jugaba con mi cabello para disimularlo, pero eso no ayudaba tanto. Sentía que en cualquier momento saldría corriendo mientras lloro.
Al estar dentro del auto, sentí la mirada de Gareth directamente en mi rostro. Sentí mis mejillas calentarse, así que me mantuve cabizbaja.
