適応 A sus diecinueve años, Sana debería estar apoyando a su banda favorita, yendo a centros comerciales a mirar la ropa de temporada que ha llegado, o estar juntando dinero para su graduación de preparatoria. Pero no, a sus cortos (o largos) diecinue...
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La omega guarda los libros necesarios en su mochila. Cuando ella va saliendo de la biblioteca, se despide de la encargada. En sus manos tiene un hotdog, uno que Tzuyu tuvo la decencia de hacerle después de dejarla sin cenar la noche anterior. No sabe de donde la alfa saca dinero o comida, pero mientras tenga que comer, está bien.
Ella quita el papel aluminio en el que el perro caliente está envuelto. Está a punto de darle la primera mordida cuando un olor fuerte a alfa la rodea, es amizcle y agradable para su nariz.
—¡Sana, espera! —Jackson, un alfa al parecer, se acerca a ella, por sus espaldas. Es un primo de Tzuyu y un año menor a ellas— Tengo que darte esto
—Buenas tardes, Jackson —ella le habla amable.
Por lo que la más baja sabe, Jackson era un alfa amable y bueno como Momo. Así que por eso Sana se siente tranquila de tenerlo cerca. Sus ojos son marrones claros y su cabello es casi negro. Tiene una cara bien marcada pero sus facciones de chiquillo no se pierden.
—Buenas tardes, Sana. Mira, el señor Hwang te envía esto —le entrega un papel bien doblado—. Si aceptas, debes firmar ahí, en la línea de abajo.
Sana la abre y es una nota, donde el maestro le pide de favor a la omega darle asesorías a Jackson de álgebra. La castaña tuerce sus labios, mirando el rostro esperanzado del pelinegro.
—¿Qué tanto lo necesitas? —Ella muerde el hotdog y habla con la boca llena.
—Bastante. Éste no ha sido mi mejor semestre.
—¿Cuál es la calificación de tu último examen? —Se apoya en una pierna, mirándolo fijamente.
—Un... veinticinco de cien.
—Estás jodido, Jackson.
—Gracias —se ríe—. ¿Entonces?
—Está bien, lo haré. Ehh... —ella se mueve, buscando donde dejar su comida—. Detenme esto un momento.
—Claro —el chico lo toma, sonriendo.
—¿Tienes un lapicero?
Jackson asiente, buscando en el bolsillo de su mochila. Saca uno de tinta negra y se lo pasa a Sana. Mira como la omega firma con dificultad, apoyandose en su pequeña mano.
—¿Es todo? —Toma de vuelta su comida y pone una mano en su estómago. Ella sólo quiere llegar a casa y dormir.
—Ajá —mueve su cabeza de arriba a abajo, luego sonríe viendo el marcado vientre de la castaña—. ¡Wow! Está creciendo. Jamás pensé que Tzuyu llegaría a tener bebés. La tía HyunJin está furiosa —Sana tuerce los labios. Lo sabía, porque el día que Tzuyu le dijo a su madre, la alfa de su casa, ella estuvo ahí. Y la trató como la peor basura del mundo. Dijo que era una omega fácil y aprovechada.
—Créeme que lo sé —muerde el último pedazo de la salchicha.
—Pero tranquila, MinHo está feliz de que su hija haya encontrado a su omega.