Capitulo 5

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Lin Mei no podría estar más de feliz. Su hermoso prometido dejo que diera un gran paso en su relación, de solo besos y caricias a una casi entrega cuando ni siquiera daban más de dos besos. Si definitivamente nada podría arruinar su día.

— Príncipe Lin Mei. — Sovieshu reverencio con una sonrisa.

Bueno, casi nada.

— Príncipe Sovieshu — dió una tensa reverencia, no confiaba en ese hombre.

— Me da gusto poder saludarlo, no logramos tener una buena charla por su indisposición.

Soltó sin más, era cierto que tuvo que cambiar su ropa por el deleite que tuvo con su prometido pero aún así aviso a su padre de su breve ausencia sin darle explicaciones. Se sentía muy molesto de que este supuesto príncipe se diera sus aires de grandeza donde no los tiene, sobre todo con su prometido, sabía que algo pasaba en su cabeza cuando veía a su precioso Mei Ling.

— Debería decir lo mismo, principe, podríamos conversar en algún momento de la celebración — contesto sin expresión alguna.

— Perfecto, gracias por prestarme algo de su valioso tiempo — dando una reverencia paso al lado suyo.

Regalando una sonrisa fría, cosa que el peli blanco correspondió con una sonrisa de oreja a oreja, con furia. Cada quien se fue por su camino

No convivieron ni hablaron mucho y a pesar de eso no se llevaban nada bien. Todo por una sola persona que abundaba sus pensamientos a cada momento. Persona que comía un delicioso refrigerio.

— Las concubinas están ansiosas mi señor, se rumorea que habrá un recorte de presupuesto para el harem.

Mei Ling hizo una mueca de desagrado, esas mantenidas.

— Haz que la dama principal calle esos rumores molestos.

— Si mi señor.

Xia se despidió con una reverencia para salir de la habitación. El joven doncel dejo su comida, su apetito se esfumó con solo imaginar a las arpías que hacen de concubinas, viendo el plato vacío Xiu lo miro preocupada.

— Mi señor disculpe que haya informado algo tan desagradable mientras comía, yo—

— Está bien, Xiu. Tarde o temprano me enteraría de bocas ajenas y sería peor. — entrecerró sus ojos, dejando que las largas pestañas destaquen — El emperador es alguien muy descarado al encargarme la administración de su harem. Es simplemente repugnante.

No le agradaba ni un poco encargarse de las necesidades sexuales de otras personas, por qué si bien es cierto que había algunas esclavas, estás no eran tocadas por el emperador y pasaban a ser sirvientas pero, el problema radicaba en las concubinas nobles, esas mujeres sin cerebro que se pavoneaban por el palacio como si fuera suyo, arrastrándose por llamar la atención del emperador como si no tuvieran orgullo, simples egoístas y ambiciosas serpientes.
No querían hacer un mínimo esfuerzo por si mismos para obtener poder sin depender de un viejo promiscuo y como cereza del pastel, esperaban los limosnas que EL administraba para que llegarán al bolsillo de ellas.

¿Por qué no colocaban a un mayordomo o alguien de confianza del emperador?
¿Por qué el?
Solo se aprovechaba de la situación como futura familia siendo que estás responsabilidades se dan al ya estar formalmente casado.

Lo malo de esto esto era...

— ¿No está preocupado de que su alteza el principe Lin Mei ocupe de concubinas en algún momento de su matrimonio?

Por supuesto que lo pensó.

— No me interesa ni me importa pero no soportaré que me deje a cargo de sus mozas para su disfrute. Yo no tolero amantes, deslices o compañeros de cama.

Segundo Esposo/ L.E.D.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora