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"Hola de nuevo a nuestros queridos televidentes, terminamos la pausa publicitaria para retomar Ahora Mudway, con vuestro querido presentador de confianza: Curt Curtis. La reciente ola de calor ha llenado las playas de nuestra querida ciudad, dando inicio a un verano algo apresurado para muchos. El clima vuelve a ser trending topic en redes sociales, donde se ha vuelto a ocasionar un debate sobre el cambio climático: ¿mito o realidad? Según palabras de nuestro alcalde, el cambio climático no solo es real, sino que necesario: según él, si el clima no cambiase, siempre sería el mismo, y por ende no existiría la navidad. Dejando de lado las recientes polémicas, informamos en última instancia que el número de atentados contra el colectivo LGBT ha crecido exponencialmente. El consejo está tomando medidas para frenar los ataques homofóbicos de los últimos meses y garantizar la paz a los miembros de la comunidad gay. El comité del colectivo homosexual de Mudway afirma que pese a las represalias homófobas, no solo no van a cancelar la celebración del mes del orgullo, sino que además..."
El noticiero no llegó a terminar, Dick apagó el viejo televisor de tubo dejando tan solo una pantalla en negro. Furioso, dio un golpe seco a la mesita que había al lado de su vieja y mugrienta butaca en la que estaba sentado, haciendo temblar la montaña de latas de cerveza sin alcohol que se habían ido acumulando durante días sobre el mueble.
Aquel sujeto era un hombre un tanto peculiar, además, para la dicha de nadie, es nuestro protagonista. No, no tiene superpoderes ni es el lobo alfa de alguna manada perdida por el bosque. No, tampoco es ninguna joven de personalidad dulce y frágil, que fue rechazada por su aldea y que más adelante revelará ser la elegida que derrotará al rey demonio y mucho menos un virgen reencarnado en un fantasioso mundo de magia y dragones, (aunque lo virgen no se lo quita nadie). De hecho, como protagonista, su única cualidad remarcable probablemente sea el hecho de ser profundamente imbécil a pesar de sus 24 años. Su condición física tampoco tiene nada realmente destacable: un joven flaco pero de rostro matón, mirada simplona y nudillos callosos.
—Medios de información, más bien de desinformación —proclamó el adulto joven delante del televisor haciendo lo que mejor sabía: fruncir el ceño—. ¡Esto no puede seguir así, debemos tomar medidas y alzarnos de una puta vez!
Dick se levantó de golpe de su butaca a gran velocidad, tanta que sus piernas dormidas no lo mantuvieron en equilibrio, cayendo encima de un montón de ropa sucia que llevaba sin ser lavada desde hace eones. Aún conmocionado, Dick intentó levantarse agarrándose a la mesita del televisor, pero en lugar de agarrarse al borde del mueble, agarró el cable del teléfono fijo que reposaba encima de la mesa, haciendo que este cayera violentamente contra su cabeza mientras saltaba el contestador:
—Hola, soy Dick Dickens, deje su mensaje después de oír la señal... ¿Hum, sigue grabando, como paro esto? —reprodujo el contestador del fijo, que ahora posaba también sobre la montaña de ropa sucia—. Tiene 2 mensajes.
Dick se levantó, hizo crujir sus nudillos y reprodujo los dos mensajes que había en el contestador:
—Hey Dick, soy yo, Guy. Sé que estás trabajando, pero cuando termines asegúrate de leer el mensaje que te mandé en el teléfono. Ahí tienes la ubicación del acto de esta noche. Eres nuestro bateador estrella, no nos falles —reprodujo el aparato justo antes de hacer sonar el segundo mensaje—. Por cierto, creo que ya va siendo hora de que cambies tu tono de contestador.
