—¡Oh, no puede ser, es demasiado! —gritaba una voz inocente desde una ventana a altas horas de la noche. El grito provenía del primer piso de un edificio a las afueras de Mudway—. ¡Por favor, para!
Dentro de la oscura habitación, dos hombres se encontraban forcejeando en una tupida alfombrilla rosa que cubría el suelo. Uno de ellos se encontraba encima del otro, moviéndose frenéticamente mientras agarraba a su compañero de la espalda. En un momento dado, uno de los dos los hizo rodar a ambos por el suelo hasta que la clara luz de la luna que se filtraba a través de la ventana los alumbró. Los dos hombres se miraron fijamente, respirando profundamente y con visibles gotas de sudor en sus frentes.
—¿No querías que parara? —dijo amablemente el más joven de ambos, sujetando gentilmente el mentón de su compañero con sus callosas manos.
—¡He cambiado de idea, chico! —le respondió su compañero, ya de avanzada edad, sonriendo mientras se volteaba—. Quiero que entierres esa espada tuya tan profundo en mí que solo un caballero digno pueda sacármela.
El joven sujetaba firmemente un largo juguete para adultos de color turquesa y se puso en pie bajo los rayos de luna, observó a su amigo con derechos y sonrió. Dick, o mejor dicho, el cuerpo de Dick, se preparaba para hacer de aquella noche algo difícil de olvidar para su amigo.
—Oh, vamos Anthony, lo haré solo por esta vez —sonrió "Dick" sujetando el dildo firmemente mientras observaba a su "amigo", quien ya se había colocado en la postura adecuada para facilitarle a Dick su tarea—. Te haré pasar una gran noche, siempre y cuando en nuestro siguiente encuentro seas tú quien me remueva las tripas.
Es difícil decir si aquella noche fue realmente inolvidable para alguno de los dos hombres, pero lo que es seguro es que lo fue para el vecino de abajo, quien no pudo dormir debido a la insaciable pareja, amándose de forma muy ruidosa hasta pasada medianoche.
Delante de un gran edificio en una calle de Mudway poco concurrida por el día, se encontraba una modesta cola de adolescentes y adultos jóvenes. Todos ellos esperaban su turno para poder entrar y pasar una gran noche: algunos irían directamente a la barra, a por sus consumiciones, otros tal vez preferirían bailar y disfrutar delante de los altavoces del DJ, algunos más atrevidos buscarían a alguien con quien tener algo durante lo poco que quedaba de noche. Tuvieran las intenciones que tuvieran, la gran mayoría de los allí presentes no quería problemas, tan solo disfrutar en aquella discoteca hasta que por la mañana el sol se alzara tras los edificios.