Capítulo 1 (A Lonely Night)

197 4 0
                                    

Uno de mis pies resbaló justo antes de salir por la puerta de mi apartamento, tuve que volver dentro de este para recoger las llaves del coche y después cerrar la puerta con llave. Nueva York tenía sus más y sus menos respecto a sus barrios y sobre todo.. Era la ciudad más típica dónde podía vivir la protagonista de una novela romántica. Pulsé el botón del ascensor y esperé unos segundos a que se abriese la puerta, al cerrarse a mis espaldas me ajusté la blusa de tirante fino dentro de los vaqueros y me fijé en que el maquillaje estuviese tal cual estaba hacía dos horas.
Para colocar un contexto, Maia me había convencido (aún sigo buscando el por qué le dije que sí) para abrirme una ficha en una página de citas, después de leerme la biografía de una gran selección de hombres, decidí que dos de ellos me interesaban. Uno de ellos tenía foto, el otro no y justo era ese chico con el que había quedado a tomar algo, iba bastante justa de tiempo y tardé dos minutos más de lo normal en sacar el coche del parking. Habíamos quedado en un pub bastante concurrido y tranquilo, por ello no me había esforzado en salir del top-vaquero del cual Maia solía quejarse continuamente.
Aparqué un par de barrios más allá y justo al entrar al pub miré hacia ambos costados para ver si le encontraba: "Cabello moreno, de peinado ochentero, básica blanca a rayas azul marino y vaqueros azules". Al no obtener resultado fui a pedir una cerveza en jarra y me senté en una de las mesas de dos, el tiempo comenzó a pasar, cinco minutos tarde, diez, quince, veinte... Mi jarra estaba casi terminada y yo estaba convencida de marcharme en cuanto la acabase, pero alguien se sentó en la silla de en frente y me sonrió como si hubiese llegado en punto.

— ¿Hola? — pregunté con los ojos entrecerrados —.

— Soy Joe — se señaló — Joe, el chico de la página de citas — dejó su teléfono sobre la mesa —.

— Media hora tarde — miré mi reloj y luego a él —.

— Lo siento, vengo de la otra punta de Queens y he calculado muy mal el tiempo —.

Ambos nos sujetamos la mirada unos segundos y le quité importancia a todo esto, si tenía una explicación medio lógica era injusto hacerle pagar por la impuntualidad.

— Te llevo ventaja — señalé la jarra y sonreí — Soy Billie —.

Joe se rió y me hizo un gesto de "espera" con la mano antes de levantarse y volver un minuto después con dos jarras llenas de cerveza.

— Encantado Billie y de nuevo, siento la tardanza —.

Se sentó frente a mí y durante un momento ambas cabezas se llenaron de posibles preguntas, posibles respuestas y la paciencia suficiente como para afrontar una cita de una página para "buscar el amor". Joe era gracioso, dejaba el punto justo de humor a cada frase que decía e hizo liviana la parte de "tengo veinticinco años, pues yo tengo treinta", "he tenido dos parejas y un par de rollos, yo he tenido una novia seria y bastantes compañeras de tiempo", "trabajo en una cafetería, yo ahora mismo llevo a personas a sus destinos porque no encuentro trabajo de lo mío". Cualquier pregunta normativa e incómoda que pudiese evitarme me era suficiente.

— También me han vomitado el coche varias veces, intento no trabajar pasadas las doce porque Nueva York es un ambiente constante pero... Se gana bastante dinero — me sonrió un poco — Bastante más que trabajando a las doce de la mañana —.

— Puedo llegar a hacerme una idea — asentí —.

— ¿Sabes qué? Me parece tremendamente aburrido tener que contarte mi vida, aunque debo hacerlo si nos vemos de nuevo pero... — me sonrió — Voy a hacer como que te conozco de hace uhm, un tiempo y voy a invitarte a vernos el sábado que viene —.

— ¿Vernos? — di un trago largo a la jarra —.

— Mis amigos y yo tocamos algunas veces en un bar llamado Sofar y me encantaría que vinieses —.

— No estoy acostumbrada a ser invitada tan rápido a eventos pero creo que voy a aceptar tu invitación — sonreí —.

— ¡Genial! Te prometo que no te vas a aburrir y además puedes beber lo que quieras que va de mi mano — dio un trago a su jarra y sonreí un poco —.

No quería fiarme, no quería sentir confianza tan rápido ni tampoco relajarme, los hombres me parecían un mundo totalmente diferente y con el que había que ser realmente prudente. Joe te inspiraba ese aura de luminosidad y flores de cerezo a su alrededor, olía amaderado tirando a dulzón y llevaba un bigote gracioso que le quedaba bien. Me explicó cosas de su vida, ninguna intensa por el hecho de ser la primera cita, pero cada una de ellas me parecía aún más interesante que la otra.

Chateau x Joe KeeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora