Capítulo 7 (Dance Hall Days)

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Fue la semana más larga desde la última (que no recuerdo cuándo fue), ya no me emocionaba hablar por chat ni enviarnos fotos, ahora solo quería que todo fuese implícitamente físico. Esperar al sábado estaba siendo aún peor, cada día pensaba en un nuevo menú y en otra forma distinta de vestirme, pensaba en si debía mover los muebles del pequeño apartamento o si las sábanas tenían que estar limpias, ¿iba a hacerle volver a Queens desde Manhattan?
El sábado por la mañana le di una buena limpieza a todo el piso, fui a comprar y cambié las sábanas, también unas para poder dormir en el sofá. Preparé una pequeña ensalada de escarola, granada y kikos con vinagreta de frutos rojos como entrante, de primer plato me decidí por un tataki de atún en salsa ponzu y para el postre una mousse de chocolate con crujiente de naranja. Cocinar era una de mis pasiones así que pasarme toda la tarde en ello no me supuso un gran esfuerzo, barajé entre los vinos y acabé por escoger un Chateau Lafleur-Gazin de 2018, pendiente al detalle de su canción con el mismo nombre. La ducha fue larga, Joe no llegaría hasta las ocho y media así que intenté calmarme lo máximo posible porque.. ¡Sorpresa! Estaba totalmente llena de nervios. Me exfolie con olor a melocotón y después de ponerme la ropa interior me puse una falda negra corta, empecé a preparar la mesa y me puse una copita de otro vino ya empezado de la nevera. Dejé mi cabello al aire, me maquillé muy natural y me puse una camisa de manga corta de seda marrón, con tres botones abiertos y un colgante dorado, miré mi reloj antes de poner a enfriar tanto el postre como el vino.
Me dio un vuelco al corazón cuando picaron al timbre y le abrí la puerta, esperándolo en esta, salió del ascensor en una camisa a rayas rojas, blancas y azules. Me sonrió y puse mi mano en su pecho.

— Voy a pedirte que te descalces para entrar — sonreí —.

— ¿Y mi beso? — se rió mientras pisaba el talón de sus Nike para quitárselas —.

Me acerqué a darle un beso en los labios y me agarró de la cintura tirando de mí hacia dentro y a las zapatillas de una patada también.

— Huele genial — miró sobre mi hombro, luego a mí — Tú también — sonrió dándome otro par de besos —.

Sin duda exigía poder verle todos los días y solo chatear con él una noche a la semana, pasee mi nariz por su mandíbula para oler de cerca su perfume y éste apretó mis caderas con sus manos.

— Hueles rico — le miré —.

— ¿Puedes comerme? — sonrió —.

— No, soy vegetariana — bromeé antes de separarme de él —.

Joe rió y dejó sus cosas sobre la mesita frente al sofá, se sentó y me siguió con la mirada.

— ¿Vino? — le pregunté sacando dos copas —.

Asintió y llené ambas a la mitad, la gata se acercó a olerle y yo me senté a su lado.

— Un piso muy agradable — sonrió cogiendo la copa —.

— ¿Tú vives solo? Tengo que confesar que algún mes he tenido ayuda de mis padres — sonreí — Me mudé sola aquí, desde Plymouth en... —.

— Massachusetts — me miró — Yo soy de Newburyport —.

— Anda ya — me reí —.

— Prometido B — dio un trago — Vivo solo, pero vivía con un amigo, solo que se fue a vivir con su novia y me dejó tirado - se hizo el dramático —.

Hablamos un poco más sobre como era de diferente vivir en la costa norte y la costa sur de Massachusetts y el caos que era Nueva York en comparación antes de sentarnos en la mesa y comenzar por la ensalada y terminar con el tataki. Durante el postre y las tres copas de vino, no dejó de comentarme lo bueno que estaba todo, yo solo le restaba importancia porque no había sido para tanto. Recogí con su ayuda un poco por encima y volvimos de nuevo al sofá, yo sentada de costado para tenerle al frente y él de frente con la cabeza y algo de cuerpo girado hacia mí, apoyado en el respaldo del sofá. Esa imagen solo me causó ganas de besarle así que me acerqué a dejarle un par de besos con sabor a vino tinto seco, Joe jugó con mi pelo en silencio y volvimos a besarnos.
No teníamos ganas de hablar ahora mismo solo de seguir conectados físicamente, los besos se alargaron y cuando miré el reloj era la una.

— ¿Por qué no te quedas? Yo dormiré en el sofá —.

— Duerme en tu cama B, yo me quedaré en este magnífico sofá — me sonrió antes de besar mi mejilla —.

— ¿Seguro? — murmuré — No me importa dormir aquí —.

— A mi tampoco — susurró en mi boca, antes de darme otro beso —.

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⏰ Última actualización: Nov 09, 2022 ⏰

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Chateau x Joe KeeryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora